El Presidente Van der Bellen se ha pronunciado a favor de aligerar los trámites para obtener la ciudadanía austriaca ¿A favor, en contra? Lo vemos.
29 de Mayo.- En octubre próximo hará 17 años que vivo en Austria. A estas alturas, Esta Peqeña República es mi casa y, en lo tocante a lo económico, llevo ya más años trabajados aquí de los que trabajé en España. Los mejores años de mi vida laboral se los he dado -con mucho gusto- a Esta Pequeña República. Soy, además, un ciudadano que ha tratado y trata de devolverle a la colectividad algo de la muchísima suerte de la que disfruto (por ejemplo, y en la modestia de mis posibilidades con este blog).
Como todo el mundo sabe, mi corazón es tan austriaco como lo es español y amo este trozo del planeta entrañablemente.
Sin embargo, a efectos de nacionalidad las cosas se complican bastante. Siguiendo las reglas actuales si, en algún momento, quiero ser ciudadano austriaco (y así, por ejemplo, poder votar a las personas que administran los impuestos que pago) tendré que dejar de ser ciudadano español. Naturalmente, todos los años y el esfuerzo que he realizado no contarán en nada a la hora de acelerar el proceso o hacerlo más humano.
Algunas veces en la vida los amores no son correspondidos en la misma medida.
Todo lo anterior viene a colación de unas declaraciones del Presidente Van der Bellen (el cual, desde hace una semana, también es candidato a la reelección).
Van der Bellen ha afirmado que los trámites para acceder a la ciudadanía austriaca deberían ser flexibilizados.
En estos momentos, son de los más duros de Europa.
Según Van der Bellen las barreras son, en este momento, demasiado altas.
Según el Presidente, habría que discutir el “sentido profundo” de que un alemán que haya vivido en Austria veinte años tenga que realizar todo el procedimiento y superar los mismos trámites que personas que están en otras condiciones.Y que no pueda acceder, como sería lo normal, a la doble nacionalidad.
Van der Bellen ha recibido una negativa doble por parte del Gobierno. Una directa por parte del canciller, Sr. Nehammer, y del Ministro del Interior y una indirecta por parte de los Verdes de los que una vez fue jefe, los cuales han asegurado que en el programa del ejecutivo no hay nada que se le parezca.
El canciller no ve por qué habría que cambiar las actuales condiciones o los procedimientos actuales y ha dicho que no entiende por qué este tema (que, evidentemente, le resulta bastante incómodo).
Le parece que los tiempos de espera (entre seis y diez años) son perfectamente admisibles. Naturalmente, Nehammer (exmilitar, por cierto) ha hablado de lo valiosa que es la nacionalidad austriaca y como tal bien precioso, le parece que facilitar los trámites sería rebajar su valor.
De manera muy poco sorprendente, las críticas también han venido de la extrema derecha.
Los ultras del FPÖ han acusado a Van der Bellen de intentar recoger votos entre los votantes de los verdes y los socialdemócratas.
Han hablado a favor la jefa de estos últimos, Pamela Rendi-Wagner y también el jefe del WiFo (sociedad de estudios económicos, por sus siglas en esta lengua extraña) el cual ha afirmado que, en el futuro, Austria se verá obligada a captar más talento si quiere seguir siendo un país competitivo y que eso pasa por hacer más atractivas las condiciones para permanecer en Austria.
Pero es que, además, como yo nunca me cansaré de repetir, hay un factor de salud democrática.
Por ejemplo, en Viena más de un tercio de la población no tiene ni voz ni voto ni puede influir de ninguna manera en las decisiones que más le afectan. Los ciudadanos comunitarios solo podemos votar en las elecciones municipales.
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