El Ministerio de Asuntos Exteriores ruso alerta de discriminación en Austria

Según un informe del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, los austriacos, desde la invasión de Ucrania, discriminan a Rusia y a los rusos residentes en el exterior.

4 de Junio.- La vida, se mire por donde se mire, es injusta. Todos estamos expuestos a malos entendidos, a falsas interpretaciones de nuestra conducta. Hay gente chunga y malintencionada que parece estar siempre buscándole las vueltas a lo que haces. Y si eres ruso, más todavía.

Tú imaginate que, llevado por un legítimo afán imperialista y nacionalista (¿No es todo el mundo un poco nacionalista y un poco imperialista?) te da por invadir un país que estaba ahí tan tranquilito sin hacerte nada. Y no solo lo invades, sino que, para que se vea que tú eres el que tiene la sartén por el kalashnikov, bombardeas unos cuantos hospitales, secuestras niños, provocas una gran corriente de refugiados, utilizas el sistema de producción de alimentos como chantaje y, ya de paso, cuando ves que la cosa empieza a poder irte un poco mal, tratas en lo posible de desestabilizar la economía de tus vecinos.

En una palabra, que te pones a hacer el mal.

Naturalmente, tus vecinos se enfadan y se unen para intentar pararte o ponerte las pilas y entonces tú vas y te sorprendes mucho de que todas las barbaridades que has hecho no te vayan a salir gratis.

Y en vez de admitir que, quizá, solo quizá, te has pasado un poquito, vas y dices lo que los estudiantes malos. O sea, que el profe “te tiene manía”. Y que todo es “rusofobia”. O sea, un odio injustificado a todo lo ruso.

Así reza un informe publicado por el Ministerio de Asuntos Exteriores de la Federación Rusa en cuyo texto también pone a escurrir al Gobierno de Esta Pequeña República.

Según este texto, desde el inicio de la “operación especial para la desnazificación y la desmilitarización de Ucrania” (vamos: lo que en el resto del mundo es la guerra de Ucrania) la situación de los ciudadanos rusos en Austria ha cambiado “de manera masiva”.

El Gobierno ruso se queja de ser víctima de la llamada “cultura de la cancelación” (claro que sí, guapi) y clama su justa indignación porque todo lo asociado con lo ruso es víctima del “odio y de la discriminación”.

Por no hablar de que se constata una “claramente articulada posición antirrusa” en el Gobierno de Viena (de otra manera es en países tan recomendables como Hungría; aún no se atreven a decirlo en público, pero todo llegará).

Se queja el Gobierno también del bloqueo de un grupo de Facebook de rusos residentes en Austria y de un ataque de los llamados por denegación de servicio contra una página a la que no nombraremos para no hacerles una publicidad que, sin duda alguna, no merecen.

Entre las supuestas secuelas del trato injusto que supuestamente están sufriendo los rusos residentes en el extranjero estaría el acoso a niños rusos en colegios y guarderías (no se especifican casos concretos) y la entrega por parte de los profesores a sus alumnos de materiales claramente antirrusos para explicar “los acontecimientos en Ucrania” (o sea, la invasión, los crímenes de guerra y demás).

Dirán que así no hay quien difunda propaganda en paz.

Asimismo, según fuentes rusas, un pobre empleado ruso de la representación comercial de la Federación Rusa en Austria no pudo abrir una cuenta en un banco austriaco.

El banco se escudó en “instrucciones internas”.

De cualquier manera, según la agencia APA de noticias, no parece que otros bancos hayan discriminado a ciudadanos rusos de ninguna manera.

Termina el informe (similar a un muro de las lamentaciones) aludiendo al ámbito de la ciencia y de la cultura.

Se quejan de que varias instituciones austriacas hayan interrumpido su colaboración con personas e instituciones rusas. Se cita el caso de la Brucknerhaus de Linz que interrumpió su trabajo con la Casa de la Música de San Petersburgo. Institución capitaneada por un tal Sergej Roldugin, amigo personal de Vladímir Putin.

Se quejan por último de que varias instituciones austriacas hayan anunciado en estos meses su rechazo a trabajar con personas que apoyen a Rusia en el conflicto ucraniano.

Al fin y al cabo, el pobre Gobierno ruso ¿Qué ha hecho de malo?

En fin: el mundo está lleno de gente maligna.


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