Rusia también reduce el suministro de gas a Austria

La reducción de suministro de gas ruso empezó por Alemania y ahora también ha llegado a Austria.

16 de Junio.- La invasión rusa de Ucrania está siendo el empujón definitivo para el nacimiento de un mundo nuevo.

Desde que el día 24 de febrero pasado las tropas rusas iniciaron lo que el régimen de Moscú llamó una „operación especial“, la Unión Europea, el bloque más afectado, está pasando por un proceso parecido a esas fiebres de la infancia que anuncian que un niño va a dar un estirón.

Tras los sustos de los primeros días, nuestra Unión está avanzando en dos direcciones que, sin la guerra de Ucrania probablemente no hubieran sido posibles, porque pertenecían a esas cosas que siempre se dejan “para cuando venga una mejor ocasión”. La primera es, evidentemente, una política defensiva común. O sea, la creación de un auténtico ejército de la Unión Europea.

No es una buena noticia que la Unión, en cuyo ADN está el mantenimiento de la paz en el continente europeo, necesite tomar medidas para defenderse. Pero por otro lado, es un poco como cuando una pareja no está casada y se mete en una hipoteca para comprar un adosado. Vínculo más indisoluble que ese no lo dan los santos sacramentos.

La otra dirección en la que la Unión Europea -a la fuerza ahorcan- está mejorando es la de la independencia energética. O, por lo menos, el cambio de una economía basada en los combustibles fósiles a una economía más verde y, por lo tanto, más respetuosa con el planeta.

Lamentablemente, no es un objetivo que se encuentre a una distancia medible en el corto plazo, pero sí que resulta muy evidente que, debido a las estrecheces por las que vamos a pasar puede que desde mañana mismo, o bien la Unión Europea se pone las pilas o crisis como esta de la guerra de Ucrania van a producirse cada vez que a un sátrapa de los que se sienten en el Kremlin le dé por hacer de las suyas.

La OMV, empresa semipública o semiprivada de carburantes austriaca, ha anunciado hoy que Rusia ha reducido el suministro de gas hacia Austria, lo mismo que ya ha hecho con otros países. Por ejemplo, Alemania.

El objetivo de Moscú está clarísimo: matar dos pájaros de un tiro. Por una parte, hacer subir los precios para seguir financiando una guerra que es muy cara. Y, por otra parte, provocar inestabilidad en el continente europeo y, a la larga, poner en práctica el famoso “divide y vencerás”. O sea, romper el consenso que, hasta ahora, hay contra la invasión.

Desde el Gobierno austriaco, se trata de dar tranquilidad. Por un lado, el Ministerio del Clima ha dicho que el suministro de los hogares no peligra y que, a pesar de las bravuconadas de la parte rusa (bravuconadas a las que nos hemos tenido que acostumbrar en los últimos meses) no hay indicios de que Rusia vaya a cortar el suministro totalmente -entre otras cosas, porque no le conviene hacerlo-.

Los rusos de Gazprom indican que la reducción del suministro (más o menos de un 35% de los volúmenes normales, aunque en el caso austriaco este porcentaje esté sin confirmar) se debe a que hay que realizar reparaciones en los compresores de gas y que esas reparaciones no se pueden efectuar porque las piezas vienen de Canadá y Rusia no puede importarlas por las sanciones.

Junto con Austria y Alemania, otros países afectados por las reducciones de suministros son Italia y la República Checa.

El Ministro de Economía alemán, dijo ayer que el objetivo de Rusia es provocar inseguridad y, de esta forma, tirar hacia arriba de los precios y también ha dicho que la implantación en la Unión de las energías renovables no solo es una cuestión de decencia de cara a las futuras generaciones y de responsabilidad de cara al futuro del planeta, sino que también es una cuestión de seguridad continental.

Por su parte, el embajador ruso ante la Unión Europea no descartó que Rusia vaya a suspender totalmente el suministro a Alemania debido a los efectos de las sanciones. Sostuvo la teoría de que las sanciones son “un tiro en el pie que la Unión Europea se da a sí misma”. Una interrupción del suministro “sería una catástrofe para Alemania”.

Naturalmente, lo que todos sabemos (y el embajador, también) es que cada día que pasa, la Unión Europea tiene más posibilidades de poder vivir sin Rusia.

O sea, que el mundo del mañana está mucho más cerca.

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