El jefe del AMS piensa que en la hostelería se paga mal

El mercado a veces hace que los que, normalmente, tienen la sartén por el mango, prueben su propia medicina.

2 de Julio.- Se puede decir que la diferencia fundamental entre las personas progresistas y las personas conservadoras reside en la fe que tengan en el mercado. O sea, en la oferta y la demanda.

Las personas conservadoras tienen una fe ciega en ese mecanismo que, todo el que se ha ocupado un poco del tema, sabe que es manifiestamente mejorable. Los neoliberales, como posición más extrema, son de la opinión de que el mercado se autorregula, e incluso preconizan una doctrina con nombre de suave perversión francesa (el “laissez faire”).

El mercado, según ellos, se basta y se sobra solito para hacer un reparto eficiente de los recursos.

Las personas progresistas, en cambio, piensan que eso solo es así en unas condiciones tan utópicas que nunca pueden darse en el mundo real. Por ejemplo, porque en el mundo real no se cumple que todas las personas puedan acceder a los diferentes mercados en igualdad de condiciones.

Por ejemplo, el hijo de unos abogados especializados en derecho mercantil residentes en el distrito uno de Viena, al acceder al mercado laboral no se encuentra, por las razones evidentes, en las mismas condiciones que el hijo de una pareja de refugiados sirios residentes en Favoriten (un suponer).

Naturalmente, los que creen ciegamente en el mercado tienen buenas razones para hacerlo. Suelen ser los que tienen la sartén por el mango, y de su posición en el mercado solo pueden esperar ventajas.

Están convencidos de que muy feas se tendrían que poner las cosas para que ellos perdieran sus abundantes provisiones de poder de negociación.

Sin embargo, en estos momentos, se está dando en Austria una situación del todo atípica. Y es que los que tradicionalmente tienen la sartén por el mango, o sea, los empresarios de la hostelería, se dan cuenta con impotencia de que están recibiendo de su propia medicina. Y en cantidades industriales, por cierto ¿No queríais mercado? Pues toma tres tazas.

Como saben los lectores de Viena Directo, en este momento los empresarios de la hostelería se las ven y se las desean para encontrar fuerza de trabajo. Y es un problema de oferta y demanda, solo que al revés de lo normal. Lo normal suele ser que hay mucha oferta de trabajo -o sea, muchas personas que quieren dedicarse a poner cafés- y poca demanda de trabajadores. Sin embargo, la pandemia -aunque no solo, también la jubilación progresiva del contingente de trabajadores que empezó en el tajo en los ochenta del siglo pasado- está haciendo que la situación se haya invertido. O sea, que haya muchos puestos sin cubrir y pocas personas dispuestos a cubrirlos, a pesar de que, como ha dicho hoy en la radio el responsable del servicio público de empleo austriaco (AMS) haya más trabajadores ahora que antes del principio de la pandemia.

Así pues, si en la situación normal somos los trabajadores (demandantes de empleo) los que tenemos que hacernos atractivos a los empresarios, dada la enorme escasez de mano de obra, son ahora los empresarios los que tienen que ponerse las pilas y ofrecerle a los trabajadores el oro y el moro.

Problema: que son reacios, como es natural.

El jefe del AMS decía hoy que los empresarios pagan poco y mal, y que así no se puede. Y ha aclarado algo muy importante, que no solo se trata de una cuestión de dinero, sino que también es, y mucho, una cuestión de condiciones. De días trabajados a la semana, de horarios, de alojamientos.

El Sr. Kopf también ha hablado de la reforma del subsidio de desempleo, que anda empantanada debido a desacuerdos entre los partidos de la coalición. Se trata de introducir el factor regresivo. O sea, que al principio del paro se cobre más y luego se vaya cobrando menos hasta llegar a un 55% del último sueldo.

Por supuesto, también ha augurado un otoño invierno de EREs (Kurzarbeit) si, como parece, al putín de Putin le da por cerrar el grifo del gas.

Según ha declarado en la radio, el AMS ya se encuentra preparado para esta emergencia y hay mucha mano de obra especializada (y esperemos que bien pagada) que ya tiene, como suele decirse “el culo pelao” de rellenar expedientes.

Aunque la cosa pinta muy mal (las cosas como son) esperemos que no tengamos que verlo.

 


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