¿Podría desaparecer en Austria el derecho al aborto?

¿Podría desaparecer en Austria el derecho al aborto como, de hecho, ha desaparecido en más de la mitad de los Estados Unidos?

3 de Julio.- En los últimos días, el mundo ha asistido atónito a un retroceso de las libertades civiles que, hasta hace poco, nos hubiera parecido inaudito.

La que es de hecho la democracia más antigua del planeta, la estadounidense, nacida al calor de las ideas de la Ilustración, una de cuyas columnas vertebrales era la separación entre la religión y el Estado, ha visto cómo, debido a la presión del fundamentalismo religioso -en particular de las iglesias evangélicas más radicales- se suprimía de hecho el derecho al aborto en más de la mitad de su territorio.

Se da por cierto la paradoja de que, mientras que el mundo occidental se vuelve cada vez más secular y la religión, para la mayoría de las personas, tiene cada vez menos influencia en sus nociones del bien y del mal, aparecen fuerzas políticas (Vox en España, por ejemplo) que revindincan lo más rancio y amojamado de los valores religiosos. Posiciones extremas con las que ya no se identifican ni siquiera los sectores mayoritarios de la Iglesia Católica.

Esto ha hecho que muchas personas, en diferentes países del planeta, incluyendo Austria, se hayan planteado si una catástrofe semejante podría suceder en los países en los que ellos viven.

Y no solo con el derecho (legítimo) de las mujeres a decidir sobre su salud reproductiva y sobre si quieren ser madres o no.

También hay otras minorías, como el colectivo LGTBIQ+ a las que el Estado, o sea, todos nosotros, ha decidido proteger mediante leyes que garantizan sus derechos y que temen la vuelta de tiempos oscuros y siniestros (como los que, de hecho, reinan en la Federación Rusa o en algunas partes agrestes de la Unión Europea, como Polonia o Hungría).

¿Cómo de fundamentados son estos miedos?

De momento parece que en Austria no tenemos nada que temer .

La ley austriaca actual que rige el derecho al aborto es una ley de plazos.

La aprobó, tras larga lucha, sobre todo de las mujeres de la socialdemocracia, uno de los gobiernos del canciller Kreisky, en 1975 y básicamente consagra el derecho al aborto de la mujer dentro de los tres primeros meses de embarazo y, en determinados supuestos, como por ejemplo que se detecten malformaciones graves en el feto, en cualquier momento de la gestación.

En el momento en el que la ley se aprobó (con la enemiga, como era esperable, del FPÖ y del Partido Popular) Austria era un país casi monolíticamente católico -faltaba todavía algún tiempo para los escándalos sexuales que provocaron un abandono masivo de los austriacos de la fe de sus mayores- y la Iglesia habló entonces de una “herida abierta”. Hoy, cuarenta y siete años más tarde, las posturas a propósito del tema se han relativizado muchísimo y la Iglesia, sin estar de acuerdo con el tema (el propio Papa Francisco habla de “crimen terrible”) ha comprendido que la eliminación del derecho al aborto se encuentra muy, pero que muy lejos, de sus fuerzas actuales para hacer valer su opinión.

Se habla, más de la prohibición o el castigo, de “medidas de acompañamiento” que reduzcan en lo posible el número de abortos. Reclaman por ejemplo, y parece razonable, que se investigue de manera seria y rigurosa los porqués de las mujeres para tomar una decisión tan drástica como la de interrumpir su embarazo. También que se ofrezcan alternativas y ayudas cuando el aborto es por motivos económicos.

Otra bestia negra del fundamentalismo religioso son los derechos de la comunidad LGTBIQ+. En particular el matrimonio igualitario.

¿Podría desaparecer del ordenamiento austriaco? Desgraciadamente, en estas cosas no se puede decir nunca nada concluyente pero lo que sí que es verdad es que aquel Gobierno que quisiera derogar el derecho a las personas a casarse independientemente del sexo de su pareja lo tendría muy, pero que muy difícil.

A diferencia de lo que sucede en otros países, como por ejemplo España, en que el matrimonio igualitario está contemplado en una ley. En Austria, las bodas entre personas del mismo sexo llegaron debido a un fallo del Tribunal Constitucional (en este caso un “fallo” de lo más acertado).

Recordarán mis lectores que la propuesta del matrimonio igualitario fue rechazada por mayoría del Partido Popular austriaco y de la extrema derecha del FPÖ en una votación parlamentaria, y que fue el alto Tribunal el que remachó el tema en la Constitución austriaca.

Una ley se puede derogar con relativa facilidad, en cambio para cambiar la constitución se necesita una mayoría social y, por lo tanto, parlamentaria, amplísima.


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