El premier húngaro, de visita en Viena

Viktor Orbán, primer ministro húngaro, ha visitado hoy Viena. Si has tenido hoy un día malo en el trabajo, piensa en lo que el canciller de Austria ha tenido que soportar.

28 de Julio.- Todos tenemos que relacionarnos con una serie de personas a las que quisiéramos mantener lo más lejos posible de nosotros, pero a las que tenemos que ver, queramos o no, en algún momento.

En mi caso es gente que encarna todo lo que yo más detesto, o sea, y no por este orden: la prepotencia, el machismo, esa actitud faltona que es resultado de la inseguridad y que impulsa a quien la padece a querer quedar siempre por encima, la mala fe y la desconfianza paranoica, esa clase especial de egoísmo rácano que se materializa en andar siempre buscando el propio beneficio, la cerrazón y la incapacidad de ponerse en el lugar de los otros, la falta de sentido del humor.

Naturalmente, para más ardor, suele suceder que las personas que tienen el rosario de virtudes que he enumerado más arriba, tienden a tener algún tipo de poder (no se puede llegar a ciertas posiciones en la vida sin ser un poquito psicópata) de manera que a la natural repulsión que sobre mí ejercen esos rasgos de carácter, se une que me siento indefenso, como nos pasa a todos cuando nos enfrentamos con alguien que tiene poder pero sabemos positivamente que no lo va a usar bien.

Viktor Orbán: conocerle es querer a los orcos y a los trasgos

Es muy probable que el canciller Nehammer haya sentido hoy lo mismo al ir a trabajar.

En la agenda tenía un nombre: Viktor Orbán.

En el plantel de tipos repulsivos que tenemos que sufrir en esta época, después del dictador de Corea del Norte y de Vladímir Putin, va Viktor Orbán.

Sería de contar y no acabar todo lo que ese hombre ha soltado por su boca, con esa cara estólida de vendedor de quesos al por mayor aficionado al aguardiente. Escucharle, como sucede con Vladímir Putin y con su entourage, levanta las arcadas al estómago más curtido.

Las últimas perlas las ha cagado en Rumanía.

En el curso de una reunión de pájaros como él, ha soltado un discurso tan propio de otros tiempos que una de sus asesoras (que ya hay que tenerlos cuadrados para ser asesora de Orbán) le ha comparado con el propio Goebbels y ha dimitido. Lo cual, en Hungría, quiere decir que se ha suicidado para la vida civil.

En el curso de la década que lleva reinando sobre Hungría, solo tres personas de su entorno se han atrevido a dimitir.

Incluso, en el colmo de la abyección, ha conseguido hacer una supuesta broma a propósito del gas que Putin no manda a Alemania (y que él le compra, para seguir engordando a esa yaga purulenta del Kremlin) y el holocausto. Es tan asqueroso lo que dijo, tan indigno, tan vil, que por respeto a los lectores de Viena Directo no voy siquiera a reproducirlo aquí.

Vivimos en una época en la que la maldad se ha diluido en el nombre de una tolerancia mal entendida. Pero no: hay malas personas. Y Viktor Orbán es una de ellas.

Por todo lo anterior, Viktor Orbán se ha convertido en el ídolo de la extrema derecha europea, esa de “la batalla cultural” y “la familia natural” y “la ideología de género” y el “por qué no hay un día del orgullo machote” y la de “el toro no sufre” y la de “el cambio climático no existe”.

Pues bien: cuando mis lectores tengan un día malo, piensen que hoy el canciller de la República austriaca ha tenido que sentarse a departir con semejante porquería de ser humano.

Una visita de la que nadie tenía ganas

En principio, la visita de Orbán a Viena, visita de vecindad, porque Budapest está a tres pasos, iba a versar sobre los temas que más preocupan a las dos naciones: o sea, la inmigración y la crisis energética.

Sin embargo, el ambiente, incluso bajo las capas de cortesía que exige la diplomacia e incluso a pesar de las críticas que tanto Viktor Orbán como Karl Nehammer han exteriorizado a la Unión Europea, ha sido gélido.

En la rueda de prensa conjunta, Nehammer ha empezado recalcando que en Austria no se permite ni el racismo, ni el antisemitismo ni la xenofobia. Ha dicho Nehammer que Austria y Hungría son países amigos y que “entre amigos, lo más importante es la sinceridad”.

Viktor Orbán, después de limpiarse el traste con las críticas de Nehammer, ha declarado cínicamente que él no es racista desde un punto de vista “biológico” sino “cultural” y ha aludido a los supuestos problemas que Austria tiene por tener un 25% de población con “Migrationshintergrund”. También ha dicho que es el único político de la Unión Europea que está en contra de la inmigración.

Viktor Orbán, que ha ejercido de caballo de Troya de Vladímir Putin en otras ocasiones, ha criticado las sanciones a la Federación Rusa con las mismas palabras que el presidente ruso. Que si hacen más daño que bien, que si son inútiles, etc. Y también ha advertido de una supuesta “economía de guerra” que se instalará en la Unión Europea como la cosa siga así.

Por supuesto, ha sido muy crítico con la pretensión de que Hungría abandone la energía nuclear.

En fin. Para alivio de todos (Nehammer el primero, supongo) Viktor Orbán ya se ha marchado a su casa.

Tanta paz lleve como descanso ha dejado.


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