A partir de mañana, habrá nuevas normas para la CoVid en Austria. A pesar de lo que diga la ley, es necesario no perder de vista nuestra responsabilidad como ciudadanos.
31 de Julio.- Mañana empieza el mes de Agosto y, con el mes, entra en vigor la nueva ordenanza que termina la cuarentena en Austria para los infectados de CoVid.
Hasta hoy, si una persona descubría que estaba infectada, tuviera o no síntomas, tenía que pasarse por lo menos cinco días en su casa y, después, al quinto día (no hay quinto malo) hacerse un test y, si daba negativo, podía volver a su vida normal.
A partir de mañana, con la nueva ordenanza, la CoVid se transforma en una enfermedad más, por lo menos, sobre el papel, igual que un dolor de muelas, una migraña o una gastroenteritis.
O sea, con la llegada del mes de agosto, todas las personas que estén infectadas de CoVid, si se encuentran con fuerzas para ello, pueden ir a trabajar, salir de marcha o darse un chapuzón en la piscina.
El único requisito es que, prácticamente en todas partes, tendrán que llevar mascarilla, y solo podrán quitársela si están al aire libre y hay una distancia de por lo menos dos metros con otras personas.
La norma funciona como un acuerdo de mínimos. Los jefes pueden prohibirle a los infectados que acudan a trabajar. Esto también es válido para la hostelería, en donde puede darse la circunstancia de que un camarero se tenga que quedar en casa por orden de su jefe pero un infectado pueda sentarse tranquilamente -con mascarilla, pero a ver quién va a controlar eso- en un restaurante. Eso sí, sin comer y sin beber. Porque eso sí que estará prohibido.
Si esto le parece al lector un galimatías, atención que ahora la cosa se va a poner todavía más divertida.
Las personas infectadas con CoVid no pueden entrar a los llamados entornos vulnerables (o sea, hospitales, residencias de ancianos, escuelas y guarderías), tampoco los niños positivos pueden ir al colegio o a la guardería peeeeeero los empleados -si su jefe no les dice lo contrario, claro- sí que pueden.
Volverán a activarse otras reglas que habían entrado en desuso. Por ejemplo, los padres de niños que den positivo en CoVid y no encuentren otra solución, podrán quedarse con sus churumbeles en casa hasta una semana.
También se podrá pedir la baja telefónica otra vez, aunque solo por CoVid.
Las personas que pertenezcan a grupos de riesgo, también podrán quedarse en su casa y no ir a trabajar, en el caso de que haya posibilidades de que se contagien de compañeros de trabajo que estén pachuchos.
Asimismo, las restricciones para los infectados -la obligación de llevar mascarilla en todas partes- tienen una duración máxima de diez días y a los cinco, si el test es negativo, se pueden quitar la mascarilla.
Como digo, el nuevo ordenamiento transforma sobre el papel a la CoVid en una enfermedad exactamente igual que un dolor de muelas o un catarro.
El problema, y de ahí han venido todas las críticas -y las que vendrán- es que, desgraciadamente, y por mucho que se empeñe el legislador, no es así.
La CoVid sigue siendo una enfermedad con potencial para ponerse fea para muchas personas vulnerables (y para muchas que son vulnerables y no lo saben) y sigue sin saberse todo lo que se debería saber a propósito de lo que le pasa a las personas que pasan la CoVid y se quedan con síntomas, a veces, durante mucho tiempo.
La llamada CoVid persistente.
Yo no sé qué pensarán las personas que me están leyendo pero yo, si puedo evitarlo, no tengo ni las más mínimas ganas de ponerme malo primero y quedarme hecho un trapo durante seis meses después.
Por otro lado, vivimos en un país en donde cada vez hay menos personas con una inmunidad decente debido a la vacuna.
Por eso, este que os escribe todos los días, diga lo que diga la ley, va a seguir teniendo cuidado y llevando la mascarilla en los sitios cerrados o donde no haya ventilación suficiente, y no frecuentará, si puede evitarlo, aglomeraciones de gente en sitios cerrados, tipo cines, teatros y similares. Y si no puede evitarlo -o no quiere evitarlo- se pondrá la mascarilla tranquilamente y aquí no habrá pasado nada.
Y lo haré por mí, pero también lo haré para proteger a las personas que, cerca de mí, no se pueden proteger o son vulnerables.
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