Y a todo el mundo le parece normal

Hoy se han publicado los datos de consumo de carne y productos de origen animal en Austria. Es hora de hacer algo. Por los bichos, por el clima y por nuestra salud.

31 de Agosto.- Una de las maravillas de la cuenca del Mediterráneo que se está perdiendo es la dieta.

Desde tiempos inmemoriales, la dieta mediterránea ha consistido en mucha verdura, mucha fruta, algo de pescado y sobre todo, legumbres y aceite de oliva. La carne no era el aporte fundamental de proteínas, que se obtenían de las sabrosas judías, de los insuperables garbanzos y de las lentejas espléndidas. O sea, de los platos de cuchara.

La dieta mediterránea era (y es) como el ácido aceitl salicílico, al que cada año se le encuentran nuevas virtudes.

Así, nuestra dieta de toda la vida, no solo está bien rica, no solo es bien saludable, sino que también (ole con ole y olá) es buena para el clima.

Como todos sabemos, la industria de la producción de carne y de productos lácteos es una de las más dañinas para el clima, porque, por ejemplo, los intestinos de las vacas producen metano, que es nocivo para el clima.

Hay que comer menos carne, no solo para nuestra salud -está demostrada la relación entre el consumo de carne y muchas variedades de cáncer– sino también para que el planeta siga siendo un lugar habitable.

¿Por qué come la gente carne? Básicamente porque no cuesta lo que vale. O sea, porque es demasiado barata. De hecho, si antiguamente las legumbres eran baratas y por eso las comía el pueblo (mientras los reyes y la aristocracia se envenenaban y sufrían molestas enfermedades, por ejemplo la gota) hoy en día la carne en sus diferentes variedades es la comida de los pobres.

Todo esto viene a cuento porque hoy han salido los datos de consumo de carne por cabeza en Esta Pequeña República.

Los casi nueve millones de personas que vivimos aquí, hemos comido como media 226,2 Kg de productos de origen animal -y esto, en un país en donde hay mucha gente vegetariana y vegana, así que quitándoles a ellos, la cantidad debe ser una barbaridad insalubre-.

La producción, con 4,9 millones de toneladas de productos de origen animal, se ha mantenido relativamente estable. Los austriacos comemos menos carne de cochinete, sin embargo hemos consumido un poquito más de carne de ave.

En cuanto a la producción, cubrió con creces el consumo de Austria y casi un tercio, como media, se destinó a la exportación. Hubo que importar huevos, mantequilla y pescado (como es lógico).

Para horror de nutricionistas y endocrinos, los austriacos consumieron en 2021 casi 78 kilos de leche por cabeza, 23,2 kg de queso y 5,4 Kg de mantequilla. 14, 5 Kg de huevos (o sea, 233 huevos al año) y 88,5 Kg de carne. De esos 88,5 Kg, curiosamente, 59 Kg lo consumieron los humanos en tanto que el resto fue convertido en comida para perros y gatos.

El volumen de comercio exterior (importaciones y exportaciones) de productos de origen animal supuso en 2021 27,7 millardos de euros, lo cual conllevó una subida de algo más del ocho por ciento con respecto a 2020.

De todo lo anterior se deduce que tenemos que cambiar nuestro estilo de vida, más temprano que tarde y volver a la dieta de nuestras madres, a los platos de cuchara, tan ricos, tan sanos y tan energéticos, o sea, volver a hacer la dieta mediterránea “big again”.

Estaría muy bien que, en veinte años, cuando se haga una serie sobre nuestra época, movamos la cabeza delante del televisor diciendo:

-Hay que ver la burrada de carne que comíamos entonces…Y a todo el mundo le parecía normal.

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