Así funciona el límite de precios del Gobierno austriaco

El Gobierno austriaco ha aprobado hoy su mecanismo para contener los precios de la electricidad. Estos son todos los detalles. Así nos beneficiaremos de él.

7 de Septiembre.- Como estaba previsto, el Bundesgobierno ha aprobado hoy en el correspondiente Bundesconsejo de Ministros la subvención con la que el Estado tratará de que no suframos tanto los desmanes de Putin y su guerra del gas.

Como ya avanzábamos estos días pasados, el Estado subvencionará el ochenta por ciento del consumo medio de una familia de tres miembros, que ha sido cifrado por sus técnicos en 2900 Kilowatios/hora.

El consumidor pagará este consumo energético a 10 centimines de nada el kilowatio hora, y el Estado el resto.

Todo lo que pase de ese consumo será a precio de mercado.

Este tope de precios empezaremos a verlo los consumidores a partir de la factura de diciembre y, de momento, está previsto que deje de estar en vigor en fecha tan lejana como 2024.

De la medida también podrán beneficiarse estudiantes y viajeros frecuentes que cuenten con una segunda residencia (por ejemplo, si usted trabaja entre semana en Villarriba pero pasa los fines de semana con su familia en Villabajo), sin embargo, al funcionar la rebaja de manera automatizada sobre la factura, el descuento para esta segunda residencia habrá que solicitarlo.

Otra buena noticia para el contribuyente es que, a las medidas que hoy ha presentado el Gobierno, los Länder confederados pueden añadir las suyas por su cuenta. El Bundescanciller Nehammer ha dicho que esto, va de suyo, dependerá de la responsabilidad propia de cada Gobierno regional.

El precio de diez céntimos se ha elegido como referencia tomando en cuenta los valores de antes de la crisis.

Por arriba el límite está en los cuarenta céntimos.

Esto significa que si un consumidor paga cuarenta céntimos recibe la diferencia (o sea, treinta céntimos de bonificación) pero si paga cuarenta y cinco también recibe treinta céntimos. Esto se ha hecho así para evitar que las eléctricas se aprovechen del río revuelto e inflen los precios.

Aquellos hogares que tengan más de tres miembros tendrán que solicitar una rebaja adicional. Cómo y en qué cuantía está todavía por determinar.

Lo mismo las ayudas para las industrias que tengan un consumo intensivo de energía, materia mucho más delicada porque toca la competitividad y, por lo tanto, es asunto de la Unión Europea.

(O sea, se trata de evitar que los Estados se pasen subvencionando a las empresas de su país y, de esta manera, “dopando” su economía con dinero público hundan a las empresas de los países vecinos).

Si todo esto tiene un lado divertido (que no lo tiene, hay que buscárselo) ese sin duda es el tono cada vez más crispado que están adquiriendo los comentarios de Vladímir Putin a propósito de las medidas adoptadas por la Unión Europea y por sus miembros.

Putin trabaja sobre dos líneas: en primer lugar, tratar de convencer a las poblaciones europeas (esto, al fin y al cabo, es una obra de teatro que se representa con público) de que cualquier medida es inútil porque él y solo él tiene la sartén por el mango (eso podía ser verdad hace unos meses, pero conforme pasan los meses y las semanas sin ser mentira está dejando de ser totalmente verdad).

Por otro lado, trata de introducir el miedo en las poblaciones europeas para que así convenzan a sus Gobiernos de que retiren las sanciones. Sanciones que el mismo Putin dice que son inútiles y que no le están provocando a la economía rusa el más mínimo problema.

(Ahora bien, si esto es así ¿Por qué tiene Putin tanto interés en que se levanten las sanciones?).

Una tercera línea, la 2A podríamos llamarla, es la amenaza de no vender más nada a la Unión Europea y venderlo en otro sitio. Solo hay un pequeño problemilla (que Putin, claro, no dice) y es que esto es posible con el petróleo o con el carbón pero hoy por hoy no puede hacerlo con el gas. Desde los años cincuenta del siglo pasado, la infraestructura rusa se ha desarrollado para abastecer a la Unión Europea.

En condiciones normales se tardarían años en construir nuevos gasoductos que llevaran el gas desde las zonas de producción hasta, pongamos, China o la India.

Con las sanciones no solo sería caro, sino que también sería largo, sino que también sería imposible.

Y todo esto lo sabe Putin y lo saben en Gazprom, y lo sabemos todos los que nos hemos preocupado un poquito de leer y de aprender.

El cálculo de Putin, interviniendo en la conversación pública europea matemáticamente antes de una cita de los Ministros de la Unión (la próxima es el viernes) elevando el tono de sus amenazas, es agitar el fantasma del miedo, sembrar el derrotismo (hagamos lo que hagamos será inútil), romper el consenso contra las sanciones y, así, no verse obligado a ejecutar un corte de suministros que le haría daño sobre todo a él.


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