¿Se equivocó de periódico Karl Marx? (1)

Hace poco más de un siglo, un investigador descubrió que Karl Marx, padre fundador del socialismo, había sido corresponsal de Die Presse, el periódico conservador. Historión.

24 de Septiembre.- En un punto de Viena que frecuento, hay una cabina telefónica reciclada como punto de intercambio de libros. Siempre que paso, entro a la cabina y miro lo que la gente ha dejado y, pongamos, en dos visitas de cada tres, encuentro algún tesoro.

Los que frecuentamos la cabina en cuestión somos parte de una sociedad secreta. Algunos dejan libros, y observan quién se los lleva. Así me pasó a mí el otro día. Entré a la cabina, circunspecto, y vi un volumen de tamaño grande, caro, impreso en un papel cuché de mucho gramaje. “Te vienes con el tito Paco”, me dije y, con el mismo placer que deben de sentir los cleptómanos, me lo puse debajo del sobaco.

Di que al salir, se me acercó una mujer -una genuina amante de los libros- y me dio las gracias por haberlo cogido. Se conoce que estaba preocupada de que su libro no encontrase un lector atento y en mí había reconocido a uno.

EN DONDE SE ENCUENTRA UN HISTORIÓN

El libro en cuestión se llama “Ein Stück Österreich” (Un trozo de Austria) y lo tengo delante de mí mientras escribo este artículillo.

Se trata de un librote (parece ser que hubo otro tomo, pero yo lo tengo suelto) que conmemora los 125 años de Die Presse, el periódico conservador austriaco.

Y en ese libro he encontrado esta historia tan curiosa que, aprovechando que el Moskva pasa por la capital del mismo nombre, quisiera compartir con mis lectores.

Y es que, en 1912, hace algo más de un siglo, un conspicuo exegeta de Karl Marx descubrió que el Dios padre del socialismo había sido, durante un año, corresponsal en Londres del periódico “carca” por excelencia de la monarquía austro-húngara.

El investigador del marxismo se llamaba Rsajanov y fundó en 1920 en Moscú el Instituto Marx y Engels en donde se dedicó a dar a las prensas -convenientemente comentadas, eso sí, para evitar herejías- las obras de la pareja de ideólogos (hasta que Stalin le mandó al paro).

Rsajanov se había topado con el descubrimiento porque, antes de la segunda guerra mundial, la socialdemocracia alemana, al objeto de que no se perdiera ni un gramo de la sabiduría del barbudo más famoso de todos los tiempos, le había encargado buscar y catalogar los artículos de prensa de Marx y Engles del periodo 1850-1862.

Fue en el curso de esa investigación cuando se dio cuenta de que, por abracadabrante que pudiera parecer, Karl Marx había estado publicando en Die Presse entre octubre de 1861 y diciembre de 1862.

En total 52 piezas, dos de las cuales escritas a cuatro manos con Friedrich Engels.

La cosa tenía su miga, porque en esas fechas, las bestias negras de Die Presse eran el radicalismo y, naturalmente, cualquier cosa que oliera, aunque fuera poquito, a izquierdismo.

El asunto permaneció casi cincuenta años sin remover, oculto bajo una espesa capa de silencio, porque Die Presse -por razones comprensibles- ni siquiera lo mencionó cuando Karl Marx la espichó en 1883.

Y es que los artículos famosos se publicaron sin firma. Para los probos lectores de Die Presse se trataba de piezas elaboradas “por un famoso escritor alemán”. Quizá la redacción pensó que, de saberse el nombre, a más de uno y a más de dos de los bigotudos caballeros que leían Die Presse mientras la criada les servía el café les hubiera dado un parraque.

El mismo Rsajanov tuvo que luchar, al principio, contra la incredulidad, pero no tuvo más remedio que envainarsela cuando se vio frente a las cartas, indubitablemente auténticas, que Karl Marx había intercambiado con su contacto en la redacción, Max Friedländer, el cual era, también, el encargado de recibir sus manuscritos.

1848: EL AÑO EN QUE KARL MARX SE DIO UN GARBEO POR VIENA

La historia de cómo Karl Marx terminó escribiendo para el boletín oficioso del conservadurismo austriaco puede rastrearse hasta el 1 de junio de 1848, momento en el que es redactor jefe del Neuen Rheinischen Zeitung, periódico que, aparte de publicarse en Colonia, era el órgano de expresión de toda la extrema izquierda alemana.

Se vivían en Europa tiempos convulsos. El viejo orden, surgido de las guerras napoleónicas y del congreso de Viena, hacía agua por todas partes y las capitales europeas (París, Viena también) se habían llenado de barricadas y de gente acordándose de la madre de monarcas y demás poderosos.

El periódico del que Marx era jefazo tenía dos líneas editoriales de un furibundo radicalismo: por un lado, la lucha por la creación de una república democrática alemana e indivisible y por otro lado, que había que hacerle la guerra a Rusia como fuera.

El periódico, las cosas como son, no se vendía mucho, pero Marx era un tipo entusiasta que ya había trabajado en muchos antes y, lo que es más importante, había publicado ya el famoso manifiesto comunista (ese de “un fantasma recorre Europa” etcétera).

En este famoso papel, elaborado al alimón con Friedrich Engels, Karl Marx, entonces treinta tiernas primaveraspredecía que la “revolución burguesa alemana” sería el capítulo de la revolución “güena” o sea, la proletaria.

En defensa de Marx, hay que decir que, en aquel momento, la historia parecía darle la razón. En Austria, las revueltas populares habían provocado que el viejo orden se tambalease. Para intentar salvar la situación, el viejo orden había colocado al entonces jovencillo e inexperto Francisco José en el trono.

En estas circunstancias, Karl Marx decidió darse el que, a la postre, sería su único garbeo por Viena, para ver la revolución en vivo y en directo, y así hacerse una idea.


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