Así está cambiando el mercado laboral austriaco

El mercado laboral austriaco ha entrado en una mutación rapidísima. En cinco años a lo sumo los cambios serán imposibles de ignorar.

2 de Octubre.- Primero la pandemia y ahora la guerra, han imprimido velocidad a dos cambios que ya venían gestándose desde antes: por un lado, el cambio en el modelo energético. Después de la voladura de los Nordstream –fruto, más que probablemente, de la desesperación rusa, que aspira a provocar pánico en las sociedades occidentales a como dé lugar- será forzoso que Europa se adapte. Lo deseable, es que nos desprendamos en lo posible de las energías dañinas para el clima, sin embargo, seamos realistas, la cosa no tiene pinta de ir a ser así, y es probable que, cuando entremos en recesión -que todo parece indicar que entraremos- se deje esa imprescindible transición para mejor ocasión.

El otro cambio, a mi juicio prácticamente invisible en los medios, es el que se está produciendo, y a toda velocidad además, en el mundo del trabajo.

El otro día, estuve sentado a la misma mesa que un par de profesionales de nivel medio- alto que trabajan en el sector tecnológico -el pionero de los cambios- y escuché algunas cosas interesantes que hace cinco años eran predicciones (incluso predicciones más o menos descabelladas) pero que ya están empezando a ser una realidad en el mercado laboral austriaco.

Desde esta perspectiva, parece innegable que nos hemos adentrado de lleno en la cuarta revolución industrial, la tercera empezó en los setenta, con la introducción en masa de la informática y la cuarta está marcada, principalmente, por la inteligencia artificial y la internet de alta velocidad, que permitirá que todo, absolutamente todo lo que tengamos en casa, esté conectado y pueda ser controlado a distancia.

No es ya que haya profesiones que vayan a desaparecer -cientos de profesiones- sino, peor, que estamos educando a nuestros hijos para un mundo laboral que, de aquí a diez años, se va a parecer muy poco al nuestro.

Los que andamos por los cuarenta y tantos empezamos a acumular tecnologías obsoletas , pero la extinción laboral masiva va a tener poco que ver con la inocente defunción del fax.

Dentro de cinco años, diez a lo sumo, no habrá cajeras en los supermercados -y no, no hará falta que nosotros pasemos el producto por el escáner, porque ya se encargarán los lineales de decir lo que falta y se nos cargará la compra automáticamente al salir de la tienda-; tampoco habrá (o habrá muchas menos) oficinas bancarias.

Mis amigos me estuvieron explicando el caso de las líneas eróticas. Los usuarios se excitan mientras hablan con una máquina y creen que, al otro lado del teléfono, hay una persona de verdad.

Las conexiones ultrarrápidas de internet permitirán, por ejemplo, traducciones en tiempo real o “deepfakes” benévolos -los otros también, claro-. Por ejemplo, me explicaban que una compañía española está trabajando en un software que cambia el acento de las teleoperadoras según están hablando.

LA GRAN JUBILACIÓN

Otro fenómeno que ya está sucediendo y que se va a intensificar en los próximos años es lo que podríamos llamar “la gran jubilación”.

Los trabajadores que entraron al mercado laboral en los ochenta están empezando a dejar las empresas austriacas.

El mercado laboral está encogiendo y, sobre todo en los tramos más altos de la escala laboral (y en los medios también) está desencadenando una auténtica pelea por el talento. Las empresas van a tener que redondear el salario en dinero con determinadas ventajas. Durante la pandemia, la más popular fue la posibilidad de teletrabajar, en todo o en parte (el teletrabajo ha llegado para quedarse) pero, conforme el trabajo remoto se ha convertido en algo que se da por supuesto, cada vez hay más empresas que están planteándose implantar la semana laboral de cuatro días. En muchísimas empresas ya se trabaja los viernes solo medio día y el fin de semana de tres días ya se está convirtiendo en un atractivo extra.

Naturalmente, repito, no para todo el mundo.

A esto se unen suscripciones a gimnasio, teléfono e internet para casa, bonos restaurante y cosas más clásicas.

Hay otras ventajas no tan materiales, que es lo que los expertos llaman el “salario emocional”, o sea, la posibilidad de crear comunidades laborales en las que el trabajador se encuentre más o menos a gusto, como médio de “fidelizarle”.

Naturalmente, todo lo anterior tiene una cara B. Y puede llegar a ser bastante siniestra. De momento, el campo de la inteligencia artificial es el salvaje oeste (más en Estados Unidos que en Europa, es cierto, en donde ya se están empezando a esbozar leyes para intentar cortarle el camino a las discriminaciones causadas por los algoritmos a la hora, por ejemplo, de hacer selecciones de personal).

Por otro lado, la destrucción de puestos de trabajo que ya se está produciendo amenaza con dejar fuera del mercado laboral a un tercio o más de la población. Y no serán gente con trabajos repetitivos, peligrosos o poco cualificados, sino personas como tú y como yo, con estudios universitarios perfectamente adaptados a un mundo que está desapareciendo.


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Comentarios

Una respuesta a «Así está cambiando el mercado laboral austriaco»

  1. Avatar de Gustavo Solano
    Gustavo Solano

    Me encanto este artículo .
    La verdad futura que parece imposible pero llega
    Como el reloj de Dick Tracy
    Y lo que sucedía en Star Trek
    Que bueno
    Gracias Paco

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