La noticia de este domingo

Este domingo, día 9, vuelve La Tarde en Directo a su cita dominical. Ya sabemos cuál será la noticia del día.

3 de Octubre.- Este domingo, una vez superados los obstáculos técnicos que lo impidieron ayer -vaya, que se me rompió la internet de casa- volverá La Tarde en Directo, ese espacio en el que me gusta charlar con los lectores. Será, como viene sucediendo desde marzo de 2020, en la página de Facebook de este blog, acabada la emisión, pondremos el podcast.

La noticia del día serán los resultados de las elecciones a la bundespresidencia de Esta Pequeña República. Se despejará la duda de si Van der Bellen repite o si tiene que enfrentarse al otro candidato que haya sacado más votos (¿Quizá a Marco Pogo, el del Partido de la Cerveza?).

Hay un contraste más que evidente entre el tono profesional con el que la campaña se comunica desde la televisión pública y la realidad de una campaña electoral en la que, salvo la ultraderecha, que se ha dejado una pasta para intentar vender a Walter Rosenkranz -el pobre hombre sale en los carteles con pinta de alelado-, los demás candidatos no han invertido mucho.

Es más, tras la primera ronda televisada, no se le puede reprochar a Van der Bellen que no participase. Era una manera también de que la gente apreciase la diferencia y, quizá, una manera de inclinarles a que apreciasen lo que podían perder.

Pero lo más preocupante en mi opinión, y creo que es algo que debería hacer pensar a quien tenga la misión de pensarlo, es que toda la campaña se ha desarrollado en un tono de cierta indiferencia general.

No es, ya digo, nada de extrañar teniendo en cuenta el bajísimo nivel de los contrincantes de Van der Bellen -el único que se salva es Marco Pogo, pero por otro lado, le falta un poco de estatura para tener lo que el presidente de una nación como Austria debe tener-. Es más: si yo fuese austriaco -y ya han corrido algunos memes al respecto- y, por lo que fuera, no estuviera contento con Van der Bellen, la verdad es que no sé a quién votaría ¿Al conspiranoico antivacunas? ¿Al fabricante de zapatos al que le falta un hervor? ¿A la mascota gay de la extrema derecha austriaca? ¿Al que se ha presentado para organizar actos en los que firma su libro?

Porque una democracia consiste en intercambiar ideas y ese intercambio solo puede hacerse si los que conversan se mueven en un nivel parecido y, seamos realistas, entre Van der Bellen y los otros, hay un abismo.

Un escalofriante abismo.

DÉFICIT DEMOCRÁTICO

Hay otro asunto relacionado con lo mismo y del que, quizá, también hable este domingo: en algunos distritos de Viena, esa encantadora capital que el Danubio riega con sus cantarinas aguas, más de un cincuenta por ciento de la población no puede votar. Son personas que, en muchos casos, han nacido y crecido aquí y que, seguramente, no vivirán durante sus vidas en otro sitio. Somos personas que nos ganamos la vida aquí, que somos ciudadanos comunitarios, personas que nos hemos casado aquí, o que hemos tenido hijos aquí, personas a las que nos afectan las decisiones que toman los políticos de aquí y, sin embargo, en la práctica, somos ciudadanos de segunda.

Yo, personalmente, no entiendo el temor a que los ciudadanos extranjeros (y más, a estas alturas, los comunitarios) no podamos votar en el sitio en donde vivimos.

A estos efectos es como si en las elecciones andaluzas no dejasen votar a los que viven en Sevilla pero nacieron en Madrid o Vilanova i la Geltrú.

Se daría el caso -como se da en muchas de las casas de Viena- en que uno de los cónyuges va tranquilamente a depositar su papeleta en la urna, cumpliendo así su deber cívico, mientras el otro se queda en su casa con un palmo de narices o gastándole bromas (“amor mío, no votes a Kickl que me deportan”).

Lo he dicho muchas veces pero como lo creo firmemente, lo diré una vez más: no seremos totalmente europeos hasta que podamos votar en los lugares en los que residimos, independientemente del lugar en donde nuestras madres nos trajeran al mundo.

Y hablando de traer gente y cosas al mundo, mañana, Viena Directo hará dieciséis añazos. Ole ole. Y parece que fue ayer.


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