El Uniforme

En un contexto de resurgimiento de las ideas de extrema derecha (véase Italia) un caso ha llamado la atención en Austria.

13 de Octubre.- Una de las consecuencias de que Franco se muriese tranquilamente de viejo fue que durante mi infancia y aún más allá, reinó una gran tolerancia hacia lo que la dictadura representaba. Era yo mayorcito cuando dejamos de pagar los cromos y los chicles de Cheiw con duros que llevaban al “claudillo” en el reverso y, aún hoy, mucha gente sigue confundiendo la realidad de lo que fue aquella época siniestra con las películas que ponen en Cine de Barrio.

Es curioso comprobar cómo la ceranía (geográfica) nos ha hecho olvidarnos durante mucho tiempo de “detallitos” como que, por ejemplo, el franquismo fue tan antisemita como el nazismo. Por ejemplo, durante el último discurso que Franco dio antes de decidirse a hacer del mundo un lugar mejor, habló del “contubernio judeo-masónico en la clase política”, que si eso no es antisemitismo, que baje Dios y lo vea.

Y sin embargo, si usted pregunta por la calle sobre el tema serán pocos los que hayan reparado en la cuestión.

(Mayormente, por haberla tenido toda la vida delante de las narices).

Por eso, y también porque a todos nos cuesta pensar que nuestros mayores pudieron estar equivocados o ser malas personas, las leyes primero, de memoria histórica y después de memoria democrática, han contado con tan poco entusiasmo -y no solo por parte de la extrema derecha española,por razones obvias-.

A mucha gente le parecía que eran una exageración, porque después de todo el franquismo no fue tan malo.

Llama la atención por eso que aquí, en Centroeuropa, en donde todo está tan claro, puedan darse casos como el que voy a contar hoy.

Érase una vez un suboficial del ejército austriaco que decidió jugar a los disfraces.

Como en Amazon lo venden todo, se hizo con un uniforme nazi, con unas cuantas esvásticas y con unas boticas de media caña y se fabricó un uniforme casero de las SS. Hecho esto (jojojó) salió de paseo con el uniforme puesto y se dedicó a saludar a la romana a las personas.

Vestido así y pavoneándose, se hizo varios retratos con el telefonino, retratos que colgó en las redes sociales. Mientras tanto, siguió desempeñando su oficio de militar, en el que (se supone) estaba obligado a luchar por la democracia, si era necesario, y por todas las personas humanas que vivimos en este país.

Cuando estas fotos salieron a la luz, como era lógico, le empapelaron por el delito que aquí se llama “Wiederbetätigung” o sea, por alardear de nazi, básicamente.

Aquí, al contrario de lo que, por cierto, sucede en España, está prohibido y por lo tanto es punible que personas particulares exhiban parafernalia fascista (por ejemplo, sería imposible como sí que pasa en España, que hubiera un bar dedicado a la memoria del tito Adolfo).

El caso es que el malhechor ha sido juzgado por un tribunal militar y condenado a diez meses de libertad condicional y por otro lado, un tribunal disciplinario le ha condenado a poco menos de cincomil euros de multa.

Ninungo de los dos tribunales ha juzgado que el hecho de ser un nazi irredento sea obstáculo para continuar en el ejército.

Quizá porque, dirán, es poco probable que se lance a invadir Polonia él solito.

La noticia ha causado enorme estupefacción en todos los estamentos de la política austriaca, empezando por el mismo Bundespresidente Alexander van der Bellen, que ha condenado radicalmente cualquier clase de ideología de esa clase y ha dicho que no tiene ningún sitio ni en el servicio militar ni en la sociedad.

Portavoces de los verdes y de los socialdemócratas, entre ellas la ministra de Justicia, Alma Zadic, han declarado que el caso debe ser aclarado completamente, porque una la condena por exaltación del nazismo debería ser suficiente para que una persona quede inhabilitada para el servicio militar.

En el Ejército se defienden diciendo que, aunque no están de acuerdo con las ideas profesadas por el granuja en cuestión, ninguno de los dos tribunales que le ha juzgado ha estimado conveniente ponerle de patitas en la rue.

Quizá hubiera sido lo suyo.


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