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El pueblo de Austria que Hitler borró del mapa

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A partir del verano de 1938, 7000 personas fueron obligadas a abandonar sus casas en la comarca de Döllersheim. Casualmente, eran paisanos del padre de Hitler.

29 de Octubre.- Una de las cosas que tuvieron en común Francisco Franco Bahamonde y Adolf Hitler, aparte de su querencia por el totalitarismo y su nulo respeto por la vida humana, fue que tuvieron una relación complicada con sus padres. Ambos hombres sintieron que sus padres eran malas personas (el de Hitler por violento, borracho y matón y el de Franco por mujeriego y progresista) en tanto que les parecía que sus madres eran trasuntos de la virgen María o poco menos. Seres angélicos y asexuados.

Centrándonos en la parte austriaca de esta historia, durante el nazismo, la tumba de la madre de Hitler se convirtió en un lugar de peregrinaje y devoción. No así el lugar de reposo de la familia paterna de Hitler. Y de ello, al parecer involuntariamente, tuvo la culpa el propio Hitler.

LUGARES PARA JUGAR A LA GUERRA

La Alemania nazi se merendó a la convulsa primera república austriaca en marzo de 1938.

En aquellos momentos, nadie se hacía ilusiones. No había más que ver el curso expansionista y criminal del Reich (tan parecido, por otra parte, al de la Rusia actual) para darse cuenta de que una guerra en Europa era cuestión de tiempo.

Hacia el verano de 1938, la Wehrmacht le pidió al dictador un campo de entrenamiento para el ejército y se eligió Austria como lugar idóneo. No hizo falta buscar mucho tiempo para encontrar un emplazamiento: la comarca de Döllersheim, en el Waldviertel, entre Horn y Zwetl.

Solo había un problemilla: en aquella franja de terreno, de una extensión de 190 kilómetros cuadrados (bastante más grande que la ciudad de Graz) vivían entonces unas 7000 personas.

Los nazis, como todo el mundo sabe, no se andaban con chiquitas:

-Que se muden, y andando.

Y así se hizo. Con germánica eficiencia -!Cualquiera se negaba!- los 42 lugares, de los cuales Döllersheim era el más grande, se vaciaron progresivamente.

La familia paterna de Hitler era oriunda de la zona. Anna Maria Hitler, nacida Schickelgrüber, había sido criada en Strones, una parroquia cercana a Döllersheim y, en ese mismo pueblo, el padre de Hitler, el mastuerzo de Alois, había venido al mundo como hijo ilegítimo (por esas carambolas que se daban -y se dan- en las familias austriacas, el niño Schickelgrüber cambió su apellido por el respetable Hitler, después de ser adoptado).

La abuela de Hitler murió en 1837, casi exactamente un siglo antes de que sucedieran los acontecimientos que sirven de pretexto a este artículo y pronto su tumba corrió el destino de la de todos los que morían sin posibles y terminó por desaparecer.

MITOS DE FAMILIA

Ya durante el nazismo, el hecho de haber escogido precisamente Döllersheim para borrarlo del mapa dio lugar a todo tipo de mitos. Por ejemplo, el famoso de la ascendencia judía de Hitler -nunca se supo con exactitud quién había sido el padre biológico de Alois Hitler-, mito este que nunca se ha confirmado y que no se confirmará nunca.

Lo que parece más probable es que a Döllersheim y sus aldeas comarcanas le tocara la china de desaparecer debido a que el paisaje ondulado era ideal para probar armas y pertrechos y porque se podía llevar fácilmente a las tropas por que el ferrocarril de Franz Josef caía cerca.

El desalojo se hizo por etapas.

Si la ubicación del campo de entrenamiento se decidió en junio del treinta y ocho, ya en Agosto había por allí pobres reclutas pegando tiros. El área no se vació totalmente hasta 1942.

A pesar de que el dolor fue grande entre las familias por tener que abandonar las tierras de sus antepasados, la resistencia pública fue mínima.

Los campesinos recibieron trozos de tierra en otros lugares de Austria y la agencia gubernamental nazi encargada del asunto les compensaba si el valor del terreno que recibían era menor que el que habían dejado.

DESPUES DE LA GUERRA

Cuando la guerra terminó, los campesinos de Döllersheim quisieron volver a sus tierras, pero durante la ocupación los soviéticos se sirvieron del campo de entrenamiento y no hubo manera. Después, la renacida República austriaca se quedó con los terrenos y continuó usándolos para jugar a las guerritas. El campo de entrenamiento de Allensteig ocupa hoy la misma franja de terreno que el antiguo, aunque sus dimensiones se han reducido un tanto.

Algunos descendientes de los desplazados se siguen reuniendo y organizan el día de Todos los Santos encuentros en lo que fueron las casas en donde vivieron sus mayores. La semana que viene será el próximo.


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