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Historia de la “Bundesconsti”

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Diciembre es el mes de la constitución (española). Aquí contamos la historia de la “Bundesconsti” o sea, la constitución austriaca.

1 de Diciembre.- La historia de la norma fundamental del sistema político austriaco empieza en el frío mes de abril de 1945.

El día 23, aniversario de la muerte de Cervantes y de Shakespeare, se reunieron en una Viena todavía humeante los antiguos social-cristianos (fermento del actual partido popular austriaco), los socialdemócratas y os comunistas y, cuatro días más tarde, el veintisiete, ante el hecho innegable de que el Reich alemán solo existía ya en el subterráneo hediondo en donde Hitler vivía sus últimos días, proclamaron la independencia de la Austria de los nazis, por lo tanto de Alemania y su voluntad de reconstituir la primera República austriaca.

La idea no había sido de ellos, o no solo, por cierto.

A finales de 1943 los ministros de asuntos exteriores de los países aliados se sentaron en Moscú para decidir cómo sería la Europa de posguerra.

Así pues, cuando los representantes de los tres partidos sobre los que los aliados querían construir en Austria una democracia proclamaron lo que tuvieron que proclamar, los aliados no tuvieron más que asentir.

De los antiguos social-cristianos, a pesar de sus coqueteos con el austrofascismo, los aliados hicieron un partido conservador (católico y todo lo demás, al cual solo se espurgó, como en el resto de la sociedad austriaca, de aquellos nazis demasiado „cantosos“, al objeto de poder seguir teniendo mimbres con los que poder fabricar la segunda línea de batalla de la administración del futuro estado); con los socialistas, más de lo mismo y por último, los comunistas, que se colaron de rondón porque la ambición secreta de Stalin era, aún en aquel momento, o bien incorporar Austria a lo que luego se llamó los países del este o bien partirla por la mitad (cosa que, afortunadamente, no ocurrió).

El veintisiete de abril, el Gobierno provisional austriaco, presidido por Karl Renner (Socialdemócrata), se constituyó bajo la atenta mirada de los soviéticos (de hecho, el Gobierno tuvo buen cuidado de presentarse ante el „baranda“ soviético en Viena, que en aquel momento era el mariscal Tolbuchin). La hora era sumamente delicada, así que Renner, en la primera declaración de aquel Gobierno de concentración nacional, hizo uso de una calculada ambigüedad y dijo que su intención era resucitar el espíritu de la república austriaca de 1920“ (o sea, el estado legal y aproximadamente democrático que salió de los acuerdos de Saint Germain).

Detrás de esta apariencia plácida (forzada), había opiniones muy diferentes de lo que tenía que ser el futuro estado austriaco y, por lo tanto, la constitución que lo regiría. Renner, el jefe del Gobierno, quería para la doliente Austria de aquel momento una estructura centralista, a la francesa; el SPÖ y el ÖVP deseaban en cambio resucitar tal cual la constitución de 1920 que proclamaba una estructura de Estado bastante parecida a la que tenemos ahora; y por último los comunistas. Su representante, Ernst Fischer, pidió que se formara una asamblea constituyente, para iniciar unas previsiblemente largas conversaciones que dieran como resultado una „auténtica democracia popular“ perspectiva que, como es lógico, hacía que a todo el resto de los probos señores que se sentaban en el Gobierno austriaco les salieran ronchas.

Empezó entonces el frenético maniobrar (delicado maniobrar) de todas las fuerzas políticas menos los comunistas al objeto de evitar la abducción de la naciente república austriaca a la órbita de Moscú. La situación era en extremo delicada, porque tampoco convenía tocarles demasiado las narices a los de la hoz y el martillo. Los socialistas consiguieron convencer a Renner de que lo más sensato era volver a poner en vigor la constitución austriaca en el estado en el que estaba en mayo de 1933, antes de que el austrofascismo sirviera de preludio a la larga noche del fascismo.

Para contar los siguientes pasos, les voy a pedir a mis lectores que hagan el esfuerzo de intentar comprender cómo funcionan las mentes de los abogados. Los abogados son un poco como los matemáticos y siempre hay en sus maneras de funcionar un cierto componente de abstracción. Como los matemáticos, los abogados se dedican a hacerle a la realidad un traje de reglas.Su terror es el vacío legal. Y para evitar ese vacío, los abogados de entonces, al mando del prestigioso jurista Ludwig Adamovich Sr., se pusieron a trabajar.

Por cierto:la elección de Adamovich tenía su porqué. En 1945, Adamovich tenía cincuenta y cinco años y había pasado casi una década en el ostracismo. Durante la primera república austriaca había sido uno de los juristas más prestigiosos, profesor en las Universidades de Praga y de Viena y, entre 1930 y 1934, miembro del Tribunal Constitucional de la Primera República austriaca. En 1934, la primera república austriaca, aún aproximadamente democrática, fue barrida por el llamado „austrofascismo“ del canciller Dollfuss (una especie de nazismo de raíces católicas). El austrofascismo, que declaró a la socialdemocracia fuera de la ley, también realizó una purga de personalidades progresistas en otros ámbitos de la vida pública. Adamovich se enfrentó al Gobierno de Dollfuss por este motivo. Cuando se produjo la invasión nazi de Austria, Adamovich, de cualquier manera, era el Ministro de Justicia. Los nazis le destituyeron inmediatamente y le prohibieron cualquier otro tipo de actividad que no fuera la de catedrático de Universidad. Y así pasó los siete años que duró el nazismo austriaco, hasta que en 1945, por ser una personalidad de peso pero, sin duda con más motivo, por ser una de las pocas personalidades de peso a quien no se podía acusar de haber colaborado con el nazismo, le encargaron la construcción del Nuevo Estado.

La primera medida que se tomó, a instancias del criterio de Adamovich fue promulgar una llamada Ley de Transición (pongo el nombre en alemán que tiene su miga: Verfassungsgesetz über das neuerliche Wirksamwerden des Bundes-Verfassungsgesetzes in der Fassung von 1929) por la cual se volvía a poner en vigor la constitución vigente en Mayo de 1933, o sea, antes de que el Austrofascismo mandara al guano la democracia austriaca -la cual, por aquella época, de todas maneras, ya estaba bastante rotilla, la pobre- e implantara un llamado „Estado gremial“ parecido al que hubo en España hasta mil novecientos setenta y cinco, en el cual los indivíduos no valían en tanto que ciudadanos sino en tanto al „gremio“ o „estado“ al que pertenecían y que se distinguían en los diferentes grupos (en España) de „procuradores a cortes“ (la versión fascista de los diputados). Había tantos procuradores a cortes que le pertenecían a la Iglesia, tantos al Ejército, tantos a los Padres de Familia, etcétera.

Esta ley dejaba sin efectos automáticamente las reglas del Estado austrofascista y naturalmente, también derogaba la legislación del Tercer Reich. Se promulgó el 13 de Mayo de 1945, pero se hizo válida, con efectos retroactivos, a partir del primero de mayo de aquel año.

Como dato curioso, hay que indicar que esta ley ha estado en vigor hasta hace muy poco: perdió toda su vigencia el 31 de Diciembre de 2007, va a hacer exactamente quince años.

En segundo lugar, también con fecha del primero de mayo de 1945, los diligentes juristas encargados por las potencias aliadas de construir el nuevo Estado austriaco promulgaron una Constitución provisional. Esta ley regulaba el trabajo del Gobierno, dándole la forma de un Gabinete con un canciller al frente que, por debajo de él, tenía a tres Secretarios de Estado (aproximadamente vicecancilleres) uno por cada uno de los partidos (Popular, Socialdemócrata y Comunista), se creaba un Tribunal Superior de Justicia, un Tribunal de lo Contencioso Administrativo y un Tribunal de Cuentas (trío de Tribunales imprescindibles para organizara la destrozada maquinaria del Estado y se volvían a constituir los Estados Federales Históricos (que son los mismos de ahora, menos Burgenland, que se dejó para más tarde). En aquel momento el territorio de Burgenland (tan codiciado por los soviéticos, por cierto) estaba dividido, siguiendo las demarcaciones fijadas por los nazis, entre Viena y Baja Austria.

Esta configuración territorial, transcendental para la forma que tomaría después la Austria moderna, fue aprobada por los representantes de los diferentes Estados federales en Octubre de 1945.


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