En Austria falta mano de obra (y más que va a faltar). De momento, ciento cincuenta oficios encuentran dificultades para encontrar reemplazos.
6 de Diciembre.- Como otros muchos países europeos, Austria empieza a enfrentarse a una situación preocupante desde el punto de vista del mercado laboral.
Las personas que empezaron a trabajar en los ochenta del siglo pasado están empezando a jubilarse y, al mismo tiempo, nacen muchos menos niños, de manera que la masa de trabajadores disminuye.
En una palabra, faltan recursos humanos.
Hoy, el servicio público de empleo (AMS) ha publicado la lista de aquellos oficios en donde hay menos de 1,5 candidatos apuntados en el AMS por cada puesto de trabajo sin ocupar.
A nivel general son unas doscientas profesiones en las que el servicio de empleo se las ve y se las desea para encontrar candidatos, pero en algunas regiones hay hasta cincuenta y ocho trabajos más que nadie puede o quiere hacer.
Por mencionar solo algunos, en Austria faltan contables, electromecánicos y personal no especializado para el cuidado de personas.
Si la lista alcanza para este año los 158 oficios, el año pasado eran solo sesenta y seis.
¿Qué efectos tiene que un determinado oficio entre en la lista de los que tienen dificultades para cubrirse?
Pues según la ley austriaca, para aquellos puestos incluidos en esta lista los empresarios pueden buscar fuera de Austria pero, sobre todo, fuera de la Unión Europea, en estados terceros.
Este último punto es el que escama especialmente a los sindicatos austriacos. Porque, argumentan ellos ¿Cómo es posible que, habiendo dentro de la Unión Europea libertad de movimiento de personas, no encuentren los empresarios austriacos trabajadores? ¿Por qué se van a países terceros?
La respuesta de los sindicatos es que los presuntamente “pobrecitos” empresarios no buscan bastante y, sobre todo, lo que buscan es rebajar los salarios. Porque es obvio que fuera de la Unión (sobre todo cuanto más al este se va) los salarios son menores y las personas, acuciadas por la necesidad, se vuelven menos exigentes con las condiciones de trabajo.
En otras palabras: los empresarios, según los sindicatos, están intentando hacer dumping.
Para intentar evitarlo, se creó la llamada “tarjeta blanquirroja” o sea, la “rot-weiss-rot karte”, un permiso de trabajo especial, concebido para estos oficios y que faculta a los trabajadores procedentes de países de fuera de la Unión que cuenten con cualificaciones homologables en el mercado austriaco para trabajar aquí.
El año pasado, debido a las restricciones “coronarias” solo se emitieron 936 de estas tarjetas, pero en el periodo de enero a octubre de este año fueron 1890 (por cierto, el Ministerio de Trabajo austriaco abrió la mano este verano pasado y facilitó la entrada de trabajadores extranjeros).
Los sindicatos aducen que no es que no haya trabajadores es que no hay trabajadores dispuestos a currar por las condiciones que ofrece la patronal. Por ejemplo (y eso es verdad) las que reinan en el sector de cuidado de personas, en donde los sueldos, por decirlo de alguna manera, no están de ninguna forma de acuerdo con lo que se curra.
Si se mejorasen las condiciones, argumentan los sindicatos, otro gallo cantaría.
Todos los modelos estadísticos dicen que Austria va a perder población en los próximos treinta o cuarenta años y su sistema económico (nuestro estado de bienestar), salvo que se produzca una revolución tecnológica, solo va a ser sostenible si vienen a trabajar aquí personas de otros países.
Es necesario pues que los Gobiernos se planteen estrategias a medio y largo plazo para captar talento y mano de obra cualificada. O quizá para facilitar que personas que, repito, hacen falta, entren al mercado de trabajo, como las personas que demandan asilo.
No sé por qué, no me parece a mí que los vientos vayan por ese lado.
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