Las comunicaciones entre el Gobierno de Carintia y la ciudadanía seguirán siendo tan sexistas como hasta ahora. Veamos por qué.
16 de Diciembre.- El lenguaje es una fuente de creación de la realidad. Ante una misma situación en la vida, no es lo mismo decir que el vaso está medio lleno que decir que está medio vacío. Cientos de libros de autoayuda recomiendan hablar con uno mismo y decirse que uno no es una piltrafilla sin estudios, que uno puede, que uno lo vale, que uno etcétera etcétera.
Con esta cualidad del lenguaje pasa lo mismo que con los cuchillos. Con un cuchillo grande, hermoso y afilado, uno puede cortar verdura en juliana y hacerse un rico sopicaldo o bien puede hundírselo a alguien en un espacio intercostal y hacerse acreedor de una estancia en chirona con todos los gastos pagados.
Desde hace algún tiempo, especialmente desde que mi sobrina ha entrado en la adolescencia, trato de utilizar el lenguaje en este blog de la manera más neutra posible. O sea, trato de utilizar el poder que la sociedad y la costumbre me dan por tener pene de una manera más justa. Siempre que puedo (y que me acuerdo, porque la cabra tira al monte) trato de decir en vez de viajeros “personas que viajan”, por ejemplo. Es una medida de buena educación y de civismo que está al alcance de todos nosotros y que es una atención muy sencilla que podemos tener con nuestros semejantes. Especialmente con “nuestras semejantas”.
De nuevo: si mi sobrina, lo mismo que todas las mujeres de este planeta, escuchan todo el rato hablar de “los millonarios”, “los matemáticos”, “los ministros”, “los científicos” y demás, como en el ejemplo del vaso medio vacío, ella podrá pensar (aunque sea inconscientemente) que no hay mujeres podridas de millones, ni matemáticas que descubran leyes ignotas de la naturaleza, ni ministras que hagan mejor la vida de la gente, ni científicas que den con remedios contra el SIDA o avancen en la fusión nuclear.
El lenguaje es, como yo decía más arriba, una cuestión de poder. Y sí, claro, todos los individuos del planeta que tenemos pito estamos muy contentos porque el lenguaje está hecho por nosotros y para nosotros y, como tenemos la sartén por el mango, nos da perecilla soltarla.
De esto va la noticia de hoy. Resulta que el Gobierno del Land federado de Carintia ha elaborado un tocho…Quiero decir, un diccionario orientativo, para que la administración se comunique con los ciudadanos de una manera más justa proponiendo alternativas neutras para expresiones abiertamente sexistas, incluso (atención) para aquellas a las que todos estamos tan acostumbrados que no notamos que son sexistas. Por ejemplo, yo no había caído en “lengua materna” (el diccionario propone “primera lengua”).
Los de siempre (adivine el público) han saltado “ipsofactamente” y han hecho la pregunta imbécil que se hace esta gente en estos casos. Esto es: ¿Es que no tiene Carintia problemas más urgentes?
Esta pregunta es una variación de otras que a usted le vendrán a la cabeza a nada que se esfuerce, del tipo “¿Qué mas igualdad quieren los gays? Pero ¡Si ya pueden casarse!” y otras del estilo. Cosas rancias, vaya.
De nada ha servido que el Gobierno de Carintia argumente que el diccionario es orientativo y que tampoco hay que tomarse la cuestión tan a pecho. Los de siempre han acudido a la siguiente idiotez, o sea, a la “reductio ad Hitlerum” o la “reductio ad Stalinum”. Esto es, que los nazis y los comunistas ya intentaron influir en la realidad a través del lenguaje.
Este razonamiento tiene dos fallos evidentes: el primero está en considerar el lenguaje como una cosa neutra y, sobre todo, que surge espontáneamente y, en segundo lugar, el considerar que cualquier cambio (sobre todo, si yo no estoy de acuerdo con él) es malo. En estos casos se suele acudir al “adoctrinamiento” y zarandajas semejantes.
Cuando yo era chico, se empezó a decir en España “jueza” y “médica” y “ministra” y la gente, al principio, se reía. Porque esos femeninos habían tenido siempre una connotación de cachondeo o de ridiculización de la persona a la que se los aplicaban. Hoy, se dicen y no le sorprenden a nadie. Hace un tiempo, en un programa de televisión, alguien dijo que las letras de las canciones de Mecano, sin duda parte de la memoria sentimental de este país, son super rancias. A mí me parece un avance que adjetivos como “maricón” hayan pasado a ser un “no go” (salvo en el contexto gracioso, de chufla, en el que los gays se lo llaman unos a otros).
En fin, por hacer corto un cuento largo: el Gobierno de Carintia ha tenido que retirar esta guía. Sus comunicaciones con la ciudadanía seguirán siendo tan rancias como hasta ahora.
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