Un médico vienés besa a su marido y le expulsan de un taxi

Un cardiólogo muy conocido de Viena y su marido toparon con un taxista homófobo. Sorprende, a estas alturas, lo que ocurrió después.

27 de Diciembre.- !Ah, la navidad! Ese tiempo de celebración. En estas fechas corren los licores, los “champanses”, los “coñases” y los “Schnapses”. Ya se sabe que el alcohol es una droga que tiene una incidencia depresora en el sistema nervioso central y claro, después de la ingesta no es conveniente conducir.

El cardiólogo Viktor Wolf, jefe de la unidad de ídem del hospital de Döbling, sabe esto y, ya sea por no poner en peligro a sus semejantes, o por miedo a que la “bundespolicía” le quite “bundespuntos” y, eventualmente, la licencia de conducir, decidió volver a casa en taxi después de una celebración de navidad. Y lo hizo acompañado de su señor marido.

Hasta ahí, todo normalísimo.

Llamó a su servicio de taxis de confianza (o al primero que le ofreció Google, tanto da), la empresa 31300 y, tras esperar unos minutos, llegó un vehículo, al que los señores de Wolf subieron. Conducía el coche en cuestión un caballero que, según la experta opinión del cardiólogo, era musulmán.

Di que, como las navidades son unas fechas de paz y de amor, los señores de Wolf decidieron darse un beso (cosa normalísima en un matrimonio que funciona, por otro lado). Solo tuvieron, según parece, un pequeño problema y es que al conductor del taxi no le pareció bien esta muestra de amor entre los esposos.

Como las beatas del “cuandofranquismo” el chófer del taxi, hiperventilando, escandalizadísimo y, presuntamente, herido en su pudor de buen musulmán, les dijo al cardiólogo y a su marido que, o bien se reportaban y dejaban de besarse, o paraba el coche y se bajaban, y llegaban a su domicilio en el coche de San Fernando (un rato a pie, y el otro andando).

Los señores de Wolf se enfadaron (lógicamente) ante esta actitud faltona y homófoba del chófer. El cardiólogo se puso que fumaba en pipa, vamos (de nuevo, muy lógicamente). Y le dijo al chófer del taxi que él besaba a su marido en donde le saliera de las gónadas que producen testosterona (o sea, lo que viene siendo en donde le saliera de los huevos). Así pues, el taxista dio un frenazo y les conminó a que se bajaran.

El doctor Wolf, tras descender del vehículo, compartió el incidente en sus redes sociales.

Pero la cosa no se quedó ahí.

Una vez los señores de Wolf llegaron a su domicilio conyugal, el doctor Wolf decidió poner una queja en la empresa de taxis.

Llamó a la central y explicó lo que sucedía.

Le atendió, según parece, la trabajadora número cuarenta y uno, la cual, presuntamente, le dijo a Wolf que a ella los gays también le caen gordos y que bien empleado le había estado si se había morreado con un señor. Aunque dicho señor fuera su marido.

Mientras esta señora homófoba decía esto (ya es mala pata, dos empleados de la misma empresa y dos empleados fachas) el doctor Wolf grababa la conversación.

La grababa para nada, porque, según Wolf, a nadie le importa un pepión que un señor cardiólogo haya sido discriminado (esto no lo digo yo, exactamente con las mismas palabras, lo ha dicho el doctor Wolf en su Féisbul).

La empresa de taxis, en una estrategia típica de control de daños, ha declarado que se toma la queja del doctor Wolf muy en serio (ya) y que esclarecerá el incidente hasta las últimas consecuencias (lo cual, como todos sabemos, quiere decir que se limpiarán con la queja del doctor Wolf esa parte del cuerpo que empieza en el perineo y termina en la rabadilla).

La empresa de taxis, después de disculparse, ha recordado que, desde hace años, Taxi 31300 es una empresa amigable con la comunidad LGTBIQ (!Faltaría más, señora, a estas alturas!) y que patrocina y apoya diversos eventos como la Regenbogenparade, también conocida como el desfile del orgullo. También han afirmado que aquellos trabajadores que no ejerzan su labor ajustándose a esos valores de tolerancia sufrirán consecuencias disciplinarias.

Uno duda de que sirva para algo, pero oyes, la esperanza es lo último que se pierde.

 


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