2023: un año para soñar a lo grande

En este post, el último del año, me he permitido empezar un juego. Soñemos. Soñemos mucho. A lo grande. A calzón quitao. Y, al final, una sorpresita.

31 de Diciembre.- Queridos lectores: desde la última nochevieja han pasado alrededor de trescientos artículos. Si contamos que, uno con otro, han ocupado un folio y medio, en papel hubiera sido como escribir una novela de cuatrocientas y pico páginas.

Cuando empezamos, iba a ser el año de salir de la pandemia y mira: ha sido el año de la guerra de Ucrania. Por el retrovisor, vemos ahora a muchas personas que, en estos doce meses, han tomado un desvío y se han salido de esta carretera en la que nosotros seguimos. La nochevieja pasada, os acordaréis, nos lamentábamos de que Betty White, la última de Las Chicas de Oro, había fallecido de extrema vejez a los noventa y nueve. Claro, para los de su familia, se moría una persona a la que trataban. Para nosotros era como si se hubiera muerto Rose, el personaje que interpretaba en la serie. Daba más pena, porque Rose era una de esas personas que a uno le parece que no se tenían que morir nunca.

En este año que ahora termina, nos hemos despedido de la reina Isabel (una despedida no por menos previsible menos impresionante). También han muerto Pelé y Olivia Newton-John.

Claro que, con un poco de buena suerte, en los últimos trescientos sesenta y cinco días habrán nacido los famosos que nos impresionarán dentro de veinte años con su belleza y/o su inteligencia. Personas que harán que la vida en el planeta sea mejor. Habrá que tener paciencia, pero una cosa es segura: en estos momentos, sus padres les están cambiando los pañales a la futura Rosalía, al sucesor de Pedro Almodóvar, a un niño que será tan buen actor como Javier Bardem o al primer ser humano que pisará el planeta Marte.

Y aquí viene el mensaje del post de hoy.

La noche de San Silvestre, aparte de para ponerse ciegos de alcohol de garrafón, es la única noche del año en la que está permitido soñar a troche y moche, a calzón quitao, sin barreras, sin límites. Luego, que nos quiten lo soñao el día uno, pero por lo menos durante esta noche, pensemos que todo es posible. Porque si algo he aprendido durante este 2022 es que solo lo que se ha soñado antes, lo que se ha imaginado, se puede cumplir.

Así pues, empecemos por algo pequeño y asequible, para ir subiendo: soñemos que, en este 2023 que empieza mañana, la Filarmónica de Viena decide que ya no quiere ser una de las instituciones más rancias del mundo, y hace público que el concierto de año nuevo 2024 lo dirigirá una mujer por primera vez en la Historia.

Soñemos que, a mediados de febrero, un equipo de científicos descubre el mecanismo para predecir y tratar en estadios muy tempranos, cuando es un juego de niños, los cánceres que hoy no tienen cura. Puestos, en marzo los países industrializados se ponen por fin de acuerdo para salvar el clima. In extremis. Casi demasiado tarde. Pero se ponen de acuerdo. Se celebra una COP , la 28, pongamos que en Toronto. Ser un negacionista del cambio climático se convierte en algo inconcebible. Inconcebible y ridículo. Los pocos que quedan, lo ocultan, porque la gente les hace pedorretas por la calle (es lo menos).

Ïdem para esos ridículos que son los antivacunas.

Por cierto, en mi quiniela, después del verano, se descubre una contra el SIDA, basada en el principio del ARN mensajero.

Soñemos que en Agosto, tras una semana de infarto que tiene al mundo en vilo, toda la cúpula de la Federación Rusa se da cuenta de que están haciendo el primo (un primo asesino, pero el primo) y se hace una „automoribundia“. La guerra de Ucrania se acaba y Rusia vuelve al concierto de las naciones civilizadas. Con ayuda de las Naciones Unidas, se abre un proceso constituyente que, para 2028, convierte a Rusia en una democracia funcionante, de calidad.

En España quiebra Tele 5.

En Austria, quiebra el grupo Österreich. Toda la familia Fellner encuentra un trabajo honrado.

En mayo, que ya se me olvidaba, España gana el Festival de Eurovisión. Y un poco antes Pedro Almodóvar otro Oscar.

En Austria, los partidos civilizados se ponen a la tarea de resolver los problemas del país. La gente se convence de que la corrupción es inmoral. Como todo el mundo tiene un cuidado exquisito con los recursos públicos, no hace falta ni siquiera dictar leyes severas contra la corrupción.

A base de buen trabajo, los políticos austriacos consiguen demostrar que Herbert Kickl es un espantajo ridículo. Se convocan elecciones y la extrema derecha no consigue entrar en el Parlamento.

Austria tiene la primera canciller de su historia.

Sebastian Kurz recibe una beca y consigue, por fin, aprender a hacer la O con un canuto. Strache consigue un trabajo de acuerdo con sus capacidades (como no quiero deshonrar a ninguna profesión, en la línea de puntos, el lector puede escribir lo que más le apetezca).

Para no sobrecargar el año que viene con demasiados sueños, lo dejaremos aquí. Llevo ya folio y medio. El resto de esta página, la dejo para que el lector ponga sus propios sueños. Sus sueños privados. Para que llene 2023 de momentos muy felices, de risas con sus amigos, de sexo con sus amantes y con sus amantas, de caricias de sus hijos, de buenos libros que le ayuden a entender mejor el mundo (si hay por aquí algún escritor o alguna escritora, le deseo que no pase fatigas creando).

Sobre todo, que tengamos mucha paz, mucha salud, muchas canciones de Ana Belén y de Ojete Calor y, como decía Sabina en una canción, que ser valiente no salga tan caro que ser cobarde no valga la pena.

Hasta mañana. A pasar buena noche.


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Comentarios

2 respuestas a «2023: un año para soñar a lo grande»

  1. Avatar de Carmen
    Carmen

    Muchísimas gracias por un artículo tan maravilloso, es gratificante que expreses tan bien el sentir de muchos.

  2. Avatar de Luis
    Luis

    Así sea!!! Prosit Neujahr!

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