Cada vez menos personas católicas en Austria

El año 2022 no ha sido bueno para la Iglesia Católica austriaca. Sus números han escrito un récord negativo.

11 de enero.- En Austria, cuando uno se empadrona, le preguntan por su religión. Dependiendo de la respuesta (católica, protestante o judía) le piden que pase por caja. Bueno, no se lo piden personalmente. Generalmente, la cosa llega en forma de una llamada de teléfono en la que le recuerdan que tiene que pagar un 1,1% de sus ingresos (calculado a ojo de buen cubero) para el sostenimiento del culto de que se trate.

Antiguamente, hasta los ochenta del siglo pasado, Austria era un país religioso, lleno de católicos practicantes y la Iglesia era una institución prácticamente intocable.

Sin embargo, como ha sucedido en toda Europa occidental, diversos desperfectos dentro de la propia Iglesia (como por ejemplo los que causa el celibato obligatorio, que claramente no es sano para las cabezas) y el alejamiento de los valores generales de los valores que defiende la Iglesia (especialmente en lo referente a la moral sexual y a la situación de la mujer) han hecho que Esta Pequeña República se haya ido deslizando poco a poco hacia la secularización.

No se llega todavía a la situación española, en donde la Iglesia católica es ya, de facto, una minoría dentro de la sociedad y las ceremonias religiosas (bautizos, comuniones, bodas…) algo que cada vez es más folklórico y “sustituible” por sus equivalentes civiles. O, directamente, no “susitutible”.

En cualquier caso, la ventaja del sistema austriaco es que permite calibrar con cifras la magnitud de la deserción.

En 2022, según datos aportados hoy por la propia Iglesia Católica, 90.808 personas han dejado de ser católicas y, por lo tanto, han dejado de aportar su óbolo.

Es un récord después del annus horribilis 2008 (85.960 apostasías) en donde muchos austriacos, desilusionados por la aparentemente animada vida sexual del clero, decidieron borrarse de la lista de fieles.

En este momento hay en Austria 4,73 millones de católicos, lo que viene a ser un poquito más de la mitad de la población del país.

Para desgracia de la Iglesia, este mal dato no es el producto de una crisis reputacional como la que provocaban los escándalos sexuales. Mi impresión personal es que los austriacos han dejado de encontrarle utilidad a ser católico (religioso en general). De esta manera, las personas que no están adscritas a ninguna religión son ya el segundo grupo más numeroso detrás de los católicos.

Los protestantes tampoco están mejor. Si hace cinco décadas pasaban del medio millón, ahora son menos de 350.000 (y bajando).

Es difícil saber cuántos musulmanes hay en Austria pero el último censo, de 2021, contabilizaba 745.600, lo cual viene a suponer un 8,3% de la población austriaca. En 1971 eran 22300. Judíos hay poquitos y también bajando (debido, principalmente, a los fallecimientos). En total, el número de ciudadanos que celebra Hanuka es de 5400.

Ante estos datos, la pregunta es siempre la misma, o sea, qué va a hacer la Iglesia para recuperar los fieles perdidos. O, más aún, si es que todavía está a tiempo de hacer algo.

 


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