¿Cuánto gana un embajador?

Es misión casi imposible saberlo, pero los datos disponibles indican que la mejor manera de llegar a la jubilación con el riñón bien cubierto es ser embajador.

27 de Enero.- Cuando yo era un niño, era un crío muy redicho. Devoraba los libros, que era lo que más me interesaba en el mundo, y pronto descubrí que los idiomas se me daban muy bien. A pesar de eso, salvo la de escribir, no tenía una vocación definida.

Un día, a la hora de comer, estaba viendo la televisión.

Salió Julia Otero, con su flequillo y su pelito de punta. Era el programa 3×4. En este mítico concurso, a veces se contestaban preguntas de la audiencia.

Una persona de, pongamos, Vilanova i la Geltrú, preguntó en qué consistía la labor de un diplomático. Un señor muy correcto lo explicó, respondiendo a las pertinentes preguntas de la Otero, y yo me dije: “Paco: eso es lo que quieres ser tú de mayor”.

Como yo era un niño redicho, pero no imbécil, me guardaba mucho de decir esto entre mis amigos (bastante tenían ya con que me gustase leer).

Un día, sin embargo, estando mis padres delante, Don Luis, mi maestro, después de darme unas notas especialmente buenas, me preguntó qué quería ser de mayor. Yo respondí que quería ser diplomático.

Don Luis nos miró a mis padres y a mí como si yo hubiera dicho que quería ser gimnasta rítmico. Luego, se echó a reír y dijo (no se me olvidará en la vida):

-¡Ay, este niño, qué cosas tiene! Parece del Opus.

No sé si mis padres lo entendieron, pero yo, que era joven pero no idiota, lo entendí perfectamente. Ser diplomático estaba tan fuera de mis posibilidades como ser astronauta.

Y sin embargo, pese al cachondeo de Don Luis, podrá comprobar el lector que no me fallaba mucho el olfato.

CUATRO PELOS DE UNICORNIO CORTADOS EN NOCHE DE LUNA EN CUARTO CRECIENTE

Hace algunas semanas, en una de esas reuniones de paisanos, puse la antena y escuché una conversación entre un recién llegado y alguien que lleva aquí más tiempo. El recién llegado preguntó por la embajada como alternativa laboral y el antiguo se lo desaconsejó, diciéndole que era un trabajo con unos sueldos muy por debajo de cualquier salario medio en Austria, con unas posibilidades de promoción tendentes a cero y, encima, con la mala fama que, muchas veces, arrastran los pobres funcionarios.

El español más antiguo le puso de ejemplo al novicio las huelgas del personal de embajada en Londres, en donde los administrativos rasos casi tienen que pedir por las esquinas, porque la administración no les subía las pounds desde que Margaret Thatcher dormía en Downing St.

-Y aquí, lo mismo. Otra cosa, claro, son los embajadores y gente así. Pero claro, tú y yo…-y se echaron a reír como Don Luis en los ochenta.

“!Mosquis!”, me dije yo. Y me propuse investigar. Me hice esta pregunta que pensé que sería fácil de contestar: ¿Cuánto ganará un embajador?

Como digo, pensé que sería una pregunta fácil de contestar. Al fin y al cabo, los embajadores y las embajadoras son funcionarios públicos y se supone que el sueldo de los funcionarios públicos es ídem.

Se supone, pero el sistema está puesto de tal manera que se necesite tener un máster en lenguas muertas y otro en física cuántica, además de poder aportar cuatro pelos de unicornio cortados en una noche de luna en cuarto creciente, para descifrar la información disponible.

Y con todo y con eso, lo único que se puede llegar a saber son dos cosas: a) que la cantidad a la que se llega es solo una aproximación y b) que los embajadores ganan, como media, un sueldo que ni usted ni yo estamos en condiciones de soñar.

Y, lo que es peor, un sueldo que ni el rey nuestro señor ni el presidente del Gobierno están en condiciones de soñar.

Sigame el lector y pásmese.

LA BICOCA DE SER EMBAJADOR

El sueldo de los embajadores está regulado por un Real Decreto de 1995, modificado parcialmente en el año 2000.

Esta norma fija que el sueldo de los embajadores tiene cinco componentes. Tres “traslúcidos” y dos completamente opacos. Entre los primeros está, el sueldo anual, incluidas las pagas extraordinarias. A ese sueldo se le asigna un complemento de destino anual, y, posteriormente, otro complemento de destino específico.

Sumando estas tres categorías se obtiene un sueldo base que se multiplica dos veces. En primer lugar, por un llamado módulo de equiparación del poder adquisitivo (claro, el nivel de vida no es el mismo en Yaoundé que en Tokio). La cantidad obtenida se multiplica por el módulo de calidad de vida. O sea, dependiendo de factores como la peligrosidad del destino. Estos dos factores de mutiplicación (ay) no son públicos. Por ejemplo, un embajador que cobrase de sueldo base 5000 Euros al mes podría ver multiplicada esa retribución por 2,5 en el primer coeficiente y 1,7 por el segundo (el ejemplo que pongo aquí es, según mis fuentes, el del embajador español en cierto país euroasiático).

Este sueldo es íntegro. Porque los embajadores no pagan de su bolsillo casa, servicio doméstico o gastos como el agua, el teléfono etcétera. El Estado (usted, yo) se hace cargo del 60% del coste de la escolarización de los hijos.

Tienen, además, coche oficial.

Si esto es cierto, en 14 pagas, el embajador del Reino de España en cierto país euroasiático se ha embolsado casi 300.000 machacantes (los datos se publican -aunque incompletos- a año vencido, la última oleada es de 2021).

Por cierto, si usted es embajador y decide que la vivienda de la embajada es supercutre  y prefiere vivir en otra casa de alquiler, no se preocupe, que también podrá hacerlo y no tendrá que pagar ni un solo euro.

Por ejemplo, el embajador de España en Israel, Álvaro Iranzo Gutiérrez, decidió en 2013 que la residencia propiedad del Estado no le gustaba y que viviría en una casa de alquiler. Naturalmente, el coste de la casa de alquiler salió del erario público. Solo hubo un problema: el abandono de la residencia inicialmente prevista, propiedad del Estado Español, provocó daños que tuvieron que ser reparados con un coste de un millonazo de euros. Entre el Ministerio de Asuntos Exteriores y el propio Iranzo se tiran la pelota a propósito de quién fue la decisión.

En cualquier caso, como digo, la última oleada de datos disponibles es de 2021. Según esos datos, accesibles en el portal de transparencia del Gobierno español, el recordman de nuestro cuerpo diplomático es Jorge Toledo de Albiñana el cual se embolsó 287.290 euros.

Rafael Dezcállar de Mazarredo, nuestro embajador en China (hermano, por cierto, de Jorge Dezcállar, ex director del CNI), ganó con el sudor de su frente 284.277 euros y Carlos López Fraga embajador en el Congo, ganó 271.525 Euros. Hay otros diecisiete embajadores/as que cobran más de 200.000 euros anuales.

Por poner las cosas en perspectiva, el sueldo anual del presidente del Gobierno, Sr.Pedro Sánchez Castejón, es de 90.010 Euros (de nuevo, estos datos hay que tomarlos con las debidas reservas porque no sabemos los complementos, dietas y demás). El del Rey, Felipe uve palito, es de 258.927 Euros.

La conversación entre el rey y el embajador del Japón debe de ser muy divertida.

-Ande Majestad, ya invito yo a caviar iraní hoy, que he cobrado la extraordinaria.

 


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