Dos hombres, víctimas de la violencia machista en Viena

El miércoles se produjo en Viena un crimen machista. Víctima y verdugo, dos hombres, fueron víctimas del machismo imperante.

10 de Febrero.- A estas alturas, el hecho evidente de que vivimos en una sociedad machista es imposible de negar. Lo que para muchos no resulta tan evidente es que el machismo, el culto a la virilidad más tóxica, que se manifiesta en la obsesión por “la posesión exclusiva de la hembra” (camuflada la mayor parte de las veces bajo los velos rosas del amor romántico) nos hace tanto daño a los hombres como a las mujeres.

La historia que voy a contar hoy, y que ha conmocionado a Austria, es una prueba más de este estado de cosas.

Volkan Kahraman, de 43 años, fue hace veinte un futbolista conocido en Austria. De raíces turcas, pertenecía según parece a esas segundas generaciones ya integradas en el país. Tan integradas, que Kahraman fue candidato del Partido Popular austriaco. Su mejor amigo, Orhan S., también padre de dos hijas como Kahraman, aunque algo más mayor (46) tenía una empresa de fontanería. Ambos, amigos inseparables, compartían una pasión: el fútbol. Kahraman entrenaba a los jugadores de un equipillo modesto y Orhan S. patrocinaba a este equipillo a cambio de publicidad de su empresa de fontanería.

El miércoles pasado, por la mañana, Volkan y Orhan se citaron en un café de Viena. Uno de ellos sabía que sería el último día de su vida. El otro, no.

Según parece, los dos hombres llegaron al local y se sentaron como siempre (eran clientes habituales), conversaron sin decir una palabra más alta que otra (eso dice, por lo menos, la hija del dueño del local, que estaba atendiendo a los clientes en ese momento). Minutos más tarde, se levantaron y salieron a la calle. Los clientes del bar escucharon un par de disparos y se encontraron muertos a los dos hombres de sendos tiros en la cabeza. A plena luz del día. En el medio de la calle. Orhan había asesinado a su amigo, al parecer por celos y, después, se había quitado la vida.

A partir de aquí, las versiones difieren. Tratando de justificar el hecho, la familia del asesino dice que este había descubierto que Volkan se la estaba pegando con su mujer. Extremo que niega la familia de la víctima. Aducen que Volkan era un varón intachable (queda implícito que nunca hubiera entrado “en corral ajeno”). En ambos casos, se sobreentiende que el que un hombre mantenga una relación con “la mujer de otro” (¡Cuántos crímenes se han cometido por esa preposición!) es razón suficiente como para que al marido burlado se le caliente la sangre y le mande al otro mundo.

Sean o no reales los motivos, lo mismo que si el futbolista y la esposa de Orhan estaban liados que si todo sucedió solamente en la imaginación del asesino, lo importante es el papel que la famosa “honra” que nace de ese derecho de propiedad sobre la mujer, asquerosamente machista, tiene en este crimen. Un crimen de género, sin duda. Si Orhan no hubiera cosificado a su mujer, si no hubiera sentido que el que su mujer tuviera una relación (real o ficticia, tanto da) con otro menoscababa su virilidad, Volkan, a estas horas, habría estado todavía entre los vivos.

Todo parece indicar que, además, el asesinato fue planeado por su perpetrador a sangre fría. Consiguió, por Dios sabe qué medios, un arma (no tenía permiso para usarlas), escribió una carta de despedida que le entregó a un sobrino el mismo día en que se cargó a su mejor amigo y luego, con quién sabe qué sensación en el estómago (probablemente sin darse cuenta del mecanismo machista que le impulsaba) fue al encuentro de la muerte. De las dos. De la suya y de la de su amigo.

La extrema derecha ha tratado de manipular este crimen, aduciendo, como siempre, que lo sucedido es una especie de pelea entre seres pertenecientes a un grupo embrutecido y atrasado, marcado por su procedencia “racial” y, sin embargo, en Austria, también entre los propios votantes del FPÖ, dominan todavía estos valores machistas, como atestiguan los feminicidios que, desgraciadamente, siguen produciéndose. O sea, que las raíces turcas de los muertos es lo adjetivo, mientras que el machismo que motivó el crimen es, en mi opinión, lo sustantivo.

La moraleja de todo este asunto y de otros parecidos siempre es la misma: el machismo es una lacra asquerosa que hay que erradicar por nuestro bien. Los crímenes machistas aunque, como en este caso, no hayan tenido a mujeres como víctima, son siempre injustificables. Ningún ser humano es propiedad de otro ser humano.

YA ESTÁ DISPONIBLE EL CAPÍTULO SEGUNDO DE “OTRA HISTORIA DE ESPAÑA”

 

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