Amor

Diez consejos para que tu amor se conserve como el primer día

Amor

Pasado mañana es San Valentín, una festividad muy importante para los hispanoparlantes que vivimos en Austria.

12 de Febrero.- Según su leyenda, San Valentín fue un médico romano que se metió a cura y se dedicaba a casar a los soldados (no entre ellos, por supuesto, sino con las mujeres con las que vivían).

En aquel entonces (siglo tercero de nuestra era) los soldados debían permanecer solteros, porque se consideraba que el matrimonio, con todas sus servidumbres (niños, cuñados, etc) entorpecía la carrera de las armas.

En castigo a su manía nupcial, nuestro médico fue decapitado por orden de Claudio II, que era muy bestia, momento a partir del cual empezó a ser venerado. Primero en Francia (ya se sabe que el personal francés es muy dado al “gomantisismó”) y luego en el resto de la cristiandad. Más tarde, mucho más tarde, algún avispado comerciante se dio cuenta de que entre Navidad y Pascua no había ningún pretexto para que la gente se regalase cosas, así que se sacó de la manga lo del día de los enamorados. El resto es historia.

SAN VALENTÍN, SANTO PATRÓN DE LOS HISPANOPARLANTES EN AUSTRIA

San Valentín, sin duda, es un santo muy importante para la comunidad hispanoparlante en Austria, porque muchas de las personas que nos hemos venido aquí a vivir, lo hemos hecho primeramente por amor. O sea, porque un aborigen o una “aborigena” nos pescaron en su momento.

Dado que estamos en estas fechas, y a riesgo de meterme donde no me llaman, he decidido dedicar el post de hoy a dar algunos consejos tendentes a mantener fresca y lozana una relación de nacionalidad mixta, de las muchas que hay por estas tierras (en Viena solamente, alrededor de un tercio de la población está en esta situación).

Aviso (aunque quizá no haga falta) que estos consejos no son el evangelio que predicaba San Valentín en el siglo tres pero que nacen de muchos casos observados. También que, de forma poco sorprendente, muchos de estos consejos valen también si su pareja es, como usted, de Villaviciosa de Odón o de Socuéllamos.

Vamos a ello:

pareja de enamorados

10 CONSEJOS PARA MANTENER UNA RELACIÓN DURADERA

1.- El primer consejo es que, si eres celtíbero o americano del Río Grande para abajo, hagas lo posible por aprender alemán.

Soy consciente de que en esto hay diversas escuelas (los hay que se comunican en inglés) pero tengo para mí que hablar el idioma del país ayuda mucho.

En primer lugar, porque toda pareja es un conjunto de negociaciones y en todas las negociaciones hay que procurar estar en la mejor posición para defender nuestros intereses. Es de sentido común.

También porque nuestr@ santit@ suele tener una familia (tragedias aparte) y siempre es prudente estar a buenas con la parentela política -que no tiene por qué hablar idiomas. En fin: que todo son ventajas.

2.- Tu santit@ juega en casa y es más que probable que se le olvide de vez en cuando -como a ti se te olvidaría si fuera a la inversa-.

O sea que, si para ti son las cosas difíciles, si tienes que enfrentarte al techo de cristal que sufrimos todos los emigrantes, si hablas raro y nadie te entiende, y él o ella no entienden tu frustración, trata de tener presente que no lo hace a mala leche.

Claro: trata de entenderlo y, acto seguido, explícale lo que te pasa. Lo cual nos lleva a:

3.- Comunicación. En todas las parejas es fundamental comunicarse. Hablar. A la población aborigen, por lo general, le cuesta más que a nosotros. Para sufrir nacemos. Haber elegido muerte. Así que sin duda es una buena idea tomar nosotros la iniciativa. Igual, con suerte, se crea una costumbre.

Si a ellos se les olvida que juegan en casa, a nosotros se nos olvida muchas veces que lo que nosotros damos por supuesto y sabido no tiene que ser ni evidente ni sabido. O sea, que hay que explicar las cosas para que se entiendan. Y tratar que nos expliquen a nosotros las cosas que no entendamos.

4.- Muchas veces las personas hispanoparlantes sentimos que nuestros contrincantes o “contrincantas” no nos demuestran su amor lo suficiente.

En casos extremos, hay gente que tiene la sensación de estar junto a un “mutilad@ emocional”. De nuevo, ver el punto tres, el amor habla muchos idiomas y se demuestra de muchísimas maneras. A veces, nos pueden estar diciendo que nos quieren y podemos no estar dándonos cuenta porque el código cultural que se utiliza es otro. O sea, que estamos buscando en el lugar que no debemos y así no hay manera de encontrar nada, claro.

5.- El siguiente consejo es bueno para todas las parejas, pero para las de nacionalidad mixta sin duda alguna, mucho más. Se puede resumir en esto: la pareja que se ríe unida permanece unida. Con los años, la pasión sexual se difumina (aquello que cantaba Sabina, lo de “comerse una manzana dos veces por semana sin ganas de comer”) pero la risa, señora, tiene que mantenerse lozana y frescachona para que todo lo demás funcione.

Las malas lenguas dicen que en Centroeuropa la gente no sabe reírse y por supuesto es mentira. Se ríen como en todas partes. Hay que encontrarles el punto, nada más.

6.- Enamorarse, aunque pueda parecer lo contrario, es un acto perfectamente consciente. O sea, que hay que “ver gracias, no defetos”, como muy sabiamente escribió Lope. Nuestr@ parient@ tiene, como cualquiera, días malos en donde quizá a uno le gustaría facturarl@ a Marte a lomos de un cohete. En esos momentos, hay que esforzarse en recordar todas las cosas que nos hicieron enamorarnos en aquellos días lejanos en los que no sabíamos ni decir “Erdäpfel” (ver punto 1).

No está de más tampoco pensar que nosotros no somos estupendos sin interrupción y que a nuestra compañía también le apetecería, en algunas ocasiones, que nos fuéramos a casa de nuestra señora madre y que no volviéramos más nunca.

7.- En lo posible, mantener el dinero fuera de la relación (este es uno de esos consejos genéricos). El dinero mancha todo lo que toca y el amor, lo que más. No hay nada más feo que una pareja encenagada en pleitos y reproches por culpa de los jEur.

Vinculado con esto y a pesar de que a los comercios les fastidie el plan de San Valentín, es mejor regalar tiempo que cosas. Aunque solo sea porque del roce, como todo el mundo sabe, nace el cariño. Una relación es como un poto. O sea, para que el poto crezca y se mantenga lozano hay que cuidarlo, pasar tiempo con él. Pues con la pareja, igual.

8.- Las relaciones, del tipo que sean, se sustentan sobre afinidades. En “Liebesgeschichten und Heiratssachen” se da muchas veces como motivo de la ruptura que “wir sind auseinander gewachsen”, o sea, que los intereses de las personas han evolucionado de forma diferente a lo largo de los años hasta que un mal día uno se despierta al lado de una persona a la que no conoce.

Hay que luchar contra eso y procurar encontrar actividades y gustos comunes. Y aprender a ver cosas que, a lo mejor a uno no se le hubiera ocurrido nunca hacer como extensiones de la persona amada ¿Que a su pareja le gusta el parapente? Pues pruébelo ¿La cocina? Ídem. Y así todo.

9.- Una cosa tan importante como lo de reírse en compañía es concederse el placer de admirar a la persona a la que la vida le ha puesto a uno al lado (ver punto 6). El amor que nace de la admiración suele ser muy robusto también. En otras palabras, preguntarse ¿Qué nos da la otra persona que nosotros no tenemos? La respuesta a esta pregunta es muy personal y varía mucho de persona a persona. Puede ser, por ejemplo, el espíritu práctico o, al contrario, la imaginación; puede ser el sentido del humor o puede ser la capacidad de mantener la sangre fría en según qué momentos; puede ser la ternura o la sensibilidad. En fin, mil cosas.

10.- Todo lo anterior se puede resumir en un último consejo que los aúna a todos y es este: ser generoso. Generoso, en primer lugar, de uno mismo. Dar lo mejor de uno mismo, dar con el corazón pero, todavía más importante, dar con la cabeza, aún a sabiendas de que, muchas veces, no se va a entender lo que uno da, o se va a perder. Pero hay que ser generoso con una fe sólida en que el amor sano hace ese milagro siempre: cuanto más da uno, encuentra que, misteriosamente, uno recibe más de lo que da.

 


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