Un canto de amor a la radio

Hoy es el día mundial de la radio. Por lo que nos informa, enseña y entretiene, se merece un canto de amor.

13 de Febrero.- Hoy es el día mundial de la radio y esta conmemoración, consagrada por la feliz iniciativa de las Naciones Unidas, merece un post especial de Viena Directo.

Tengo que reconocer que mi afición a la radio nació en Austria.

En mi primera juventud escuchaba “Polvo de Estrellas” presentado por el simpar Carlos Pumares. Un programa de radio que, a pesar de lo estrafalario del locutor, modeló mucho mis gustos y mi manera de acercarme al cine.

Sin embargo, cuando Polvo de Estrellas, por diversos avatares, desapareció de las ondas, yo dejé también morir mi afición a la radio, quizá porque la consideraba una cosa “de personas mayores”. Supongo que, andando el tiempo, era natural que volviera a resurgir mi afición, ahora que yo también soy “una persona mayor”.

Soy un gran seguidor de Radio Nacional de España, una emisora que enamora al oyente (a este oyente) por la gran calidad de sus espacios (esto de la radio, lo sé, es también como la elección del periódico favorito de uno, es tanto una cuestión racional como de enamoramiento).

Hay programas de aquella santa casa que escucho desde hace décadas (Documentos RNE, una auténtica joya a la que me suscribiría sin dudarlo si valiese dinero, pero que tengo la fortuna de que es gratis) y mis viajes en tren son alegrados por innumerables podcast o por las emisiones en directo de “Las Españas” (con el integérrimo Iñigo Alfonso), El Ojo Crítico (el mejor programa cultural que se hace en la radio española) o Las Tardes de Radio Nacional, con Carles Mesa, al que antes escuchaba los fines de semana.

La radio me acompaña, me entretiene y me hacer reir (uno de los momentos favoritos de mi día es escuchar el “Todo Mal” de Toño Pérez mientras me estoy lavando los dientes para acostarme) y, principalmente, enriquece muchos ratos muertos empleados en tareas enojosas y alienantes.

La ORF, en este caso la radio pública austriaca, también tiene programas muy buenos (aunque su oferta no llegue a la inmensa variedad y calidad de nuestra Radio Nacional). A pesar de eso, hay algunas emisiones que molan mucho y algunas ideas que, yo creo, podría copiar la radio española.

Entre estas últimas están los formatos especiales de noticias y dos en particular: los boletines de noticias para niños, en los que se explica lo que sucede en un lenguaje adaptado a los más jóvenes y los boletines de noticias en alemán simple -por cierto, una maravilla para aprender la lengua de Hansi Hinterseer-; estos noticieros están pensados para hacer la programación más inclusiva, y están dirigidos a personas con discapacidad o a personas mayores.

Hace algún tiempo yo probé a hacer un podcast en español simple contando las noticias siguiendo el ejemplo de la ORF (yo tenía una jefa que decía que Copyright quiere decir “copia bien”) y puedo asegurar que contar las noticias utilizando un lenguaje simple pero sin perder rigor es realmente una cosa muy difícil. Y en la ORF lo hacen muy bien.

Otro programa exquisito que, como pasa con las buenas emisiones infantiles, es un placer para chicos y grandes, es WOW, en Radio Wien.

El programa, que dura ya más de diez años, consiste en que los niños llaman a la radio y les proponen a los presentadores (Rolf Rüdiger y “la rata” Robert Steiner) inocentes preguntas y enigmas.

Los presentadores tienen el tiempo que dura una canción para encontrar la respuesta -antiguamente en libros- hoy con internet.

Y mientras tanto la audiencia también hace sus cábalas o comenta esto o lo otro.

Mis domingos por la mañana serían peores, lo mismo que los domingos de otras familias austriacas, sin esta inocente diversión.

También es muy agradable leer, o conversar con amigos, escuchando la música de Radio Niederösterreich, que apenas tiene publicidad. O Melodie und Nostalgie, los domingos por la noche, en donde se ponen éxitos añejos, ajenos a la inmediatez de la radio comercial.

La radio nos hace mejores, estimula la inteligencia y la imaginación, nos enseña y nos informa. En fin: viva la radio.

 


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