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Viena, provincia de Virginia

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Siempre, hablamos de Viena, pero nos vamos a ir bien lejos de la capital de Austria.

1 de Febrero.- Cuando los españoles, en aquella mañana del mundo que fue la Edad Moderna, se echaron al mar en frágiles embarcaciones y, hambrientos de oro y hambrientos de pan (que si no, de qué) llegaron a América y se pusieron a fundar ciudades y pueblos, frecuentemente los viajeros utilizaban nombres que ya estaban “pillados”.

En muchas ocasiones, lo hacían para enaltecer el nombre de su patria chica (eso que se llaman en alemán su Heimat) y, con ello, enaltecerse a sí mismos y otras, por dotar de prestigio aquellos lugarejos que, con frecuencia, no hubieran resistido el soplido del lobo de los tres cerditos.

Así, toda Latinoamérica (y hoy Latinoamérica llega, se ponga Trump como se ponga, hasta la mitad de los Estados Unidos) está llena de pueblos que tienen sus homónimos en Extremadura, Castilla y Andalucía.

Ayer, de manera casual, buscando otra cosa me encontré con que los pueblos españoles no son los únicos en tener “clones” y que también Vienas hay por lo menos dos fuera de Austria (seguro que, si mis lectores se ponen a buscar, igual encuentran más). Y además, las dos están en los Estados Unidos. Una en inglés (Vienna, en el Estado de Virginia) y otra en Deutsch, Wien, en Wisconsin (pronúnciese “güisconsin”, naturalmente).

La Wien de Wisconsin es, por el paseo que me he podido dar en Google Maps, un villorrio bastante triste, de apenas 1500 almas, de esos en donde los gánsteres de la ley seca tenían sus alambiques clandestinos. Pero la Vienna de Virginia es, según la Wikipedia la cual, a su vez, bebe de la revista Time, uno de los cien lugares de los Estados Unidos en donde más merece la pena vivir.

La hermana americana de la ciudad en la que vivo fue fundada en el siglo XVIII por un tal Charles Broadwater, militar inglés que tiene nombre de haber sido hombre enérgico y gran bebedor de licores. Fue en 1754. Hasta 13 años más tarde, sin embargo, no se construyó la primera casa (fue la de un yerno de Broadwater). Fue entonces cuando lo que, hasta entonces habían sido los terrenos de Broadwater se convirtieron en Ayr Hill, en recuerdo del pueblo de Ayr, en Escocia, del que era originaria la familia.

En 1850, asistimos a una carambola de nombres. Los habitantes de Ayr Hill necesitaban un médico, y encontraron a un cierto doctor William Hendrick. Le pidieron que se instalase en Ayr Hill pero el galeno, sin duda no menos vanidoso que Broadwater, exigió que se le cambiara el nombre al pueblo por el de su ciudad natal, Phelps, en Nueva York, la cual entonces se llamaba Vienna. Los de Ayr Hill debían de andar bastante afligidos por las gripes y las hemorroides, porque la necesidad de médico les llevó a acceder a las demandas del doctor. En 1861, se construyó la primera escuela para niños de color (los angelitos) y a partir de 1867 los niños blancos también tuvieron ocasión de hacer novillos, porque se construyó una escuela para ellos. Las escuelas de Vienna dejaron de estar segregadas por razas a partir de 1965. O sea, prácticamente un siglo más tarde.

También, esta Viena americana fue escenario de una de las primeras batallas de la Guerra de Secesión. Fue el 17 de Junio de 1861 (los escolares estarían ya de vacaciones, gracias a Dios). Hasta el primer año de este siglo, o sea, 2001, la vida en esta pequeña ciudad de Virginia pasó con más tranquilidad que otra cosa, a la sombra de su iglesia baptista. Sin embargo, en ese año se detuvo al agente del FBI, Philip Hansen, el cual había estado durante años pasándole secretos militares a los rusos.

Según la Wikipedia, varios hombres ilustres han nacido en esta Vienna, entre ellos, curiosamente, muchos que, por los nombres, tienen indudable ascendencia árabe. Quién sabe si andarán los pobres, ahora mismo, sin poder volver a sus casas.

 


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