ESPECIAL: Así se ve desde Rusia la guerra de Ucrania

Hoy se cumple un año del principio de la guerra de Ucrania. Sasha P., un hombre que vive en Moscú, nos abre una ventana a cómo la población rusa percibe el conflicto y sus consecuencias.

24 de Febrero.- Hoy se cumple un año del inicio de la guerra de Ucrania.

Desde hace trescientos sesenta y cinco días nos hemos tenido que enfrentar al cruel espectáculo de los combates, del sufrimiento, de las ciudades destruidas, de los muertos, de los desplazados que han perdido sus casas y, sobre todo, su paz, que era también la nuestra.

Para millones de personas en Ucrania, la vida cambió aquella madrugada del veinticuatro de febrero de 2022 y no ha vuelto a ser la misma.

Durante este año, las consecuencias de la guerra también han llegado a Austria. Nuestras rutinas han cambiado, las perturbaciones económicas se han dejado sentir en muchos hogares deteriorando el nivel de vida de muchas personas.

Debido a todos estos factores, la guerra, con altibajos, dependiendo de los vaivenes de la opinión pública, ha sido una parada ineludible en todos los informativos europeos.

Resultaba muy llamativo, sin embargo, un fenómeno: mientras que de este lado de la frontera entre Rusia y Ucrania teníamos toda la información posible, éramos capaces de calibrar los acontecimientos, de pulsar la opinión pública (la de nuestros países y la ucraniana) del otro lado, debido al férreo control que el régimen ruso ejerce sobre los medios y las severas amenazas penales que pesan sobre la población, nos enfrentábamos a una presunta unanimidad que mostraba al “pueblo ruso” cerrando filas detrás de su Gobierno. La última vez, esta semana, durante el infame discurso de Vladímir Putin ante la Duma.

Quizá una de las preguntas más difíciles de contestar ahora mismo por cualquier medio occidental es ¿Qué sucede realmente en Rusia? ¿Cuál es el estado de ánimo de la población?

Hace casi justamente un año, por una feliz casualidad, trabé amistad con Sasha P. (nombre, por supuesto y dadas las circunstancias, inventado). Un hombre algo más joven que yo, que vive en Moscú. Sasha, de forma muy amable pero, sobre todo, de forma muy valiente, ha accedido a contestar por escrito, en su español tan hermoso como exacto, algunas preguntas que le envié a propósito de la situación actual en Rusia.

Quisiera subrayar que lo que los lectores de Viena Directo leerán a continuación son, textualmente, las palabras de Sasha. No he tocado ni una coma. Su testimonio no solo es conmovedor, sino que da la medida del sufrimiento al que está sometida una parte muy amplia de la población de Rusia.

 

VIENA DIRECTO: La guerra / “operación especial” entre Rusia y Ucrania empezó en la madrugada del 24 de febrero. ¿Desde entonces, dirías que la opinión pública ha ido cambiando a propósito del conflicto? Si es así, ¿Qué punto(s) de inflexión ha habido?

SASHA P.. Antes que nada, no estoy de acuerdo con el uso de la preposición “entre” en este contexto, de la misma manera que una violación no es “entre” el violador y su víctima. No es una guerra “entre” Rusia y Ucrania sino una agresión de Rusia contra Ucrania, y es una distinción muy importante, también para que las partes ajenas al conflicto entiendan qué está ocurriendo. “Entre” supone una especie de igualdad, reciprocidad o responsabilidad mutua entre las partes, mientras que la realidad es, obviamente, absolutamente distinta.

Segundo, no soy sociólogo, ni economista, ni mucho menos un experto militar y por lo tanto no estoy cualificado para evaluar la opinión pública de una manera objetiva. Todos los expertos coinciden en que las encuestas no reflejan la realidad, o como mínimo no la reflejan completamente, pues existen las limitaciones que derivan del hecho de que Rusia es en la actualidad un estado autoritario, o incluso una dictadura, y expresar una opinión que diverja del rumbo general es peligroso.

Dicho esto, según los expertos en quienes confío, en Rusia hay un 20 por ciento de los que apoyan fervientemente la agresión, hay otro 20 por ciento de quienes se oponen, aunque sea tácitamente, y por último hay un 40 por ciento del campo “las cosas son más complicadas de lo que parece” y quienes simplemente pretenden seguir viviendo su vida como si no hubiera ocurrido nada. Es una proporción que parece mantenerse sin que haya muchos cambios de bando. De todos modos, si realmente hubiera el 80 por ciento de partidarios de la guerra en la sociedad –como lo intentan pintar los medios de propaganda– no habría tantos problemas con el reclutamiento de soldados. Y la verdad es que no hay colas en los puntos de conscripción de voluntarios o mercenarios, o por lo menos no las hay en Moscú.

Un claro punto de inflexión, sin duda alguna, lo fue la movilización decretada el 21 de septiembre de 2022. Como dijo entonces un político ruso, “quienes no se dieron cuenta de lo que ocurrió el 24 de febrero, por fin lo hicieron el 21 de septiembre”. Desde entonces comenzó a crecer el porcentaje de los partidarios de las negociaciones de paz, si no el fin de la guerra, y curiosamente, una vez que la movilización se suspendió, aunque sea solo en palabras, este porcentaje volvió a bajar.

Pero mi percepción personal de la opinión pública –en la que repercute mi opinión personal, claro está– son desesperanza, apatía y miedo, en mayor o menor grado. Intentar seguir viviendo, algo así.    

 

VIENA DIRECTO: Nada más comenzar el conflicto, la UE y los Estados Unidos lanzaron una batería de duras sanciones económicas contra Rusia, incluyendo su desconexión del sistema SWIFT. Hasta hoy, las sanciones son un tema muy controvertido. Los hay desde quienes las consideran muy duras hasta los que las consideran inútiles. ¿Se han notado sus efectos en la vida diaria de los ciudadanos? Si es así, ¿En qué medida?

SASHA.- Los economistas a quienes sigo y respeto, como Serguéi Guríev, Serguéi Aleksashenko, Natalia Zubarévich, Vladislav Inozémtsev, Oleg Itskhoki, Kostantín Sonin, para nombrar a algunos, todos coinciden en que las sanciones, si bien algunas de ellas muy tardías, sí funcionan, y la mítica desconexión del SWIFT no es ni de lejos la más dura de ellas. Y varios también apuntan a que, aún funcionando, no son las sanciones las que pueden poner fin a la guerra, sino una derrota militar de Rusia.

Yo no puedo hablar por todos los ciudadanos, pero para mí personalmente, la restricción que más me afecta es el bloqueo de las tarjetas bancarias y todas las consecuencias que esta supone, como la total imposibilidad de monetizar a nivel internacional ningún proyecto creativo echando mano de Patreon o servicios similares de crowdfunding. 

Diría incluso que no tanto se notan las sanciones como tales, sino los actos reputacionales como el éxodo de Rusia de un sinnúmero de empresas internacionales. Es una ruptura de la cotidianidad que no puede pasar desapercibida y que psicológicamente afecta mucho más que el consabido bloqueo de los activos del Banco Central Ruso en el extranjero. Cuando entras en una tienda de juguetes, por ejemplo, para comprarle un regalo a tu sobrina, y ves que en vez de Barbies ya hay “Shmarbies” (nombre inventado) y todo tipo de productos que “se parecen pero no lo son” ya te das cuenta de que algo está yendo hacia el abismo, a lo Irán o Corea del Norte.      

VIENA DIRECTO .- ¿Es más fácil encontrar un trabajo ahora que hace un año? ¿Hay alguna rutina que haya cambiado en Rusia? (en la UE se promulgaron medidas de ahorro de energía, por ejemplo)

SASHA.- De esto no puedo decir nada, pues llevo ya casi dos años desempleado y ni pretendo buscarme un trabajo pues dondequiera que trabajes, en un par de grados de separación te vas a topar con el Estado, y en la situación actual cualquier relación laboral con el Estado para mí es inaceptable. Lo que sí es cierto es que el paro está en sus mínimos en Rusia, y no es sorprendente dada la cantidad de los hombres en edad laboral movilizados y también la cantidad aùn mayor de quienes abandonaron el país. Así que el mercado laboral está más o menos despejado y en algunos sectores la demanda incluso excede la oferta, pero en algunos otros, como, obviamente, el automotor, el petrogasista y el de la aviación civil, los problemas solo acaban de empezar y la situación no hará sino empeorar.

En cuanto a la rutina, incluso antes de la guerra Rusia era un país pobre. Los pobres siguen pobres, los ricos siguen ricos. En Moscú no hay apagones o desconexiones de la calefacción, ni escasez de alimentos, y esto es la política deliberada de las autoridades, hacer que la gente no se dé cuenta de que algo está yendo mal. No obstante sí haces caso a las cosas pequeñas, como por ejemplo el aumento del intervalo entre trenes en el metro, y de ahí ya puedes extrapolar.

VIENA DIRECTO.- Cuando se hizo evidente que el control de Ucrania no iba a ser rápido ni fácil, la Federación Rusa inició un proceso de reclutamiento llamado “movilización parcial”. En los medios europeos se hablaba de varios miles de hombres en edad militar que abandonaron Rusia para no ser reclutados. ¿Conoces a alguien que haya salido de Rusia por esa razón?

SASHA.- Varios cientos de miles de hombres, más bien, sí. Conozco personalmente a varias personas que abandonaron Rusia ya después del 24 de febrero y a varias otras que se fueron del país después del 21 de septiembre, el día del inicio de la movilización, y tengo bastantes personas así entre mis suscripciones en redes sociales aunque no las conozco en la vida real. A mí me parece a veces que casi todos a quienes conozco, personal o virtualmente, han emigrado. 

VIENA DIRECTO.- Comparando con el comunismo se habla de “gerontocracia”, ¿Hasta qué punto dirías que el apoyo al Gobierno depende de la edad?

La brecha generacional sí existe, y es horriblemente fascinante lo crueles y belicistas que pueden ser las mujeres rusas mayores de 50-60 años. Son ellas también las que por alguna distorsión mental son las más homófobas. Obviamente, hay quienes se oponen a la guerra en la generación 60+ y hay quienes la apoyan en la generación 30+. Pero sí, en rasgos generales, no es solo una agresión de Rusia contra Ucrania, sino también una de los ancianos rusos, estén en el Gobierno o no, contra sus hijos y nietos.

*

Estoy escribiendo estas líneas el 24 de febrero de 2023, justo un año desde el inicio de la invasión, y personalmente puedo decir que sigo igual de estupefacto, destrozado y desesperanzado que un año antes, e igual de enfadado con toda esta gente alrededor mío que actúa, o finge actuar, como si nada estuviera ocurriendo. Espero que toda esta pesadilla se acabe cuanto antes. Слава Украине.  (*)

(*) “Slaba Ukraine” (aproximadamente “Gloria a Ucrania” o “Viva Ucrania”, grito patriótico de los ucranianos, Nota de la redacción).

 


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