El Gobierno disuelve por sorpresa la comisión GECKO

 

El Gobierno de Austria tomó ayer por sorpresa la decisión de disolver la comisión GECKO. Veamos por qué lo hizo.

21 de Marzo.- Ayer, sentado con unos amigos, contaba yo que mi abuela María se ponía muy nerviosa cuando mi hermano salía a jugar a la calle solo. Ella estaba de guardia siempre (vivía cerca del portal de mi bloque) pero a mi hermano y a nuestro amigo David les podía más el amor al fútbol callejero.

La paz se terminaba cuando mi abuela descubría que mi hermano y David, después de burlar su férrea vigilancia, estaban jugando una pachanga.

-¡Chiquillooooooo! -llamaba mi abuela a mi hermano. Mi hermano paraba de jugar y de volvía:

-Qué pasa “agüela”.

-Qué hacéis en la calle tan temprano? – “tan temprano”, para mi abuela, eran las cinco de la tarde, por ejemplo.

-“Agüela” -decía mi hermano- no soy yo, es el David, que “me sonsaca”.

Esta anécdota de la España del siglo pasado tiene mucho que ver mucho, aunque no lo parezca, con la política austriaca.

Desde que Johanna Kickl…Digooo Mickl-Leitner firmó su acuerdo con el FPÖ, el Partido Popular ha intensificado sus esfuerzos con un doble objetivo: por un lado, justificar el pacto propiamente dicho y, por otro lado, intentar ganarse de nuevo a esa parte flotante del electorado austriaco que utiliza el votar a la extrema derecha como protesta.

En ese marco hay que ver, primero, las manifestaciones de Johanna Mickl-Leitner (“la ley de la vacunación obligatoria fue un error”) y las del canciller Karl Nehammer en el sentido de que los políticos, durante la pandemia, hicieron lo que los científicos les decían (“de buena fe y sin saber que era un error”, eso no lo dicen, pero se sobreentiende). O sea, que ellos, como le pasaba a mi hermano con nuestro amigo David, eran unos seres angélicos absolutamente inocentes que se dejaron seducir por los malandrines de las probetas.

Naturalmente, los científicos, al escuchar esto, se pusieron que fumaban en pipa (no es para menos). Recordará el lector que en diciembre de 2021 el Gobierno, precisamente con el ánimo manifiesto de cubrirse las espaldas a la hora de tomar decisiones impopulares, fundó la comisión llamada GECKO. 23 miembros, 23 expertos en diversos ámbitos, científicos, militares y demás. Pensaban los científicos -y yo con ellos- que no habían soportado ellos amenazas de muerte y demás de toda la chusma negacionista y antivacunista para que luego viniera (o viniese) una persona con los estudios justos (Nehammer) diciendo que le habían sonsacado.

Así pues, varios de esos científicos anunciaron “por sus redes sociales” que a la comisión GECKO le fueran dando mucha Blunzen (Blutwurst en Alemania), que ellos cogían el portante y dimitían con fecha primero de abril. Dicha dimisión hubiera sido una “campaná” mayúscula para el Gobierno, de manera que alguien anduvo más listo que ellos, se les adelantó, y desde el Gobierno dijo que la comisión GECKO quedaría disuelta para ser sustituida por una “comisión de diálogo” en la que participará (supuestamente) la Academia de Ciencias de Austria, para elaborar el trauma que, para mucha gente (cenutrios en grandes cantidades) ha supuesto la pandemia.

Dados estos antecedentes, no sé yo si el Gobierno va a encontrar a muchos científicos dispuestos a poner la cama.


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