La hermosa niña de la Sra. García (Obregón)

La Sra. García ha tenido una niña sin tener que pasar por el trámite, siempre molesto, del parto. En España está prohibido pero ¿Y en Austria?

29 de Marzo.- Hoy, la noticia (o sea, La Noticia) en los medios españoles ha sido que Ana García Obregón, sesenta y ocho años, hija de uno de los constructores más importantes de España y ella misma persona pública, rica por familia y por su actividad profesional, se había “convertido en madre de una niña” a través de un vientre de alquiler.

La noticia, por inesperada, ha levantado el lógico revuelo.

Los avatares de la Sra. García son muy seguidos por el público desde antes de que yo naciera (y ya peino canas) y naturalmente la manera en la que la Sra. García ha alcanzado su segunda “maternidad” no es cosa que deje indiferente a nadie.

En España (ahora veremos cómo está la situación en Austria) la llamada “gestación subrogada” o sea, el parir hijos por encargo de terceros, ya sea a cambio de dinero o de gratis, está prohibida. Por lo tanto, solo personas ricas (o, en su defecto, entrampadas hasta las cejas) pueden hacer lo que la Sra. García ha hecho. O sea, contactar a una agencia para que gestione “la transacción” en un país en donde esté permitido.

Las personas más pobres eligen tradicionalmente Ucrania (entre otras razones porque los niños así adquiridos son también del tipo étnico más usual en España) aunque la India es también relativamente popular.

Los compradores más pudientes, en cambio, suelen elegir los Estados Unidos. Esto ha sido lo que ha hecho la Sra. García, la cual ha elegido a una mujer de Miami para que haga lo que ella, por razones obvias, ya no está en condiciones de hacer.

Para más ardor, la Sra. García ha pactado con una revista -El “Hola”, conocido en el cono sur como “la” Hola- una portada y una extensa entrevista en la que ha explicado su “maternidad” y lo feliz que esta compra le ha hecho después de haber perdido hace tres años a su único hijo biológico, Alessandro.

En España, como decía, está  tan prohibido vender niños recién llegados al planeta Tierra como comprarlos. Pero ¿Y en Austria?

Pues en Austria exactamente igual.

El texto legal que regula esto es la ley de reproducción asistida. En el párrafo segundo se dice que solo se pueden utilizar técnicas de reproducción asistida para dar hijos a parejas legalizadas o para mujeres que vivan en una pareja (por ejemplo, dos mujeres lesbianas).

En el párrafo tres, punto uno establece que, en primer lugar, se utilizarán los ovocitos de los futuros padres y, sólo excepcionalmente, en caso de incapacidad reproductiva de la mujer a la que se vaya a inducir el embarazo, los ovocitos de una tercera persona. A la inversa, esto significa que no pueden utilizarse óvulos ajenos para una mujer fértil (la posible madre de alquiler).

En el código civil austriaco también se prohíbe la gestación subrogada, si bien de manera indirecta.

En el artículo 143 se dice que la madre de un niño es la persona que lo ha parido, hablando en plata. De otros artículos se desprende también que es nula la maternidad por vientre de alquiler. O sea, que si “la transacción” se desarrolla en territorio austriaco, ese contrato es nulo y la madre de la criatura es su madre biológica (de nuevo, la persona que la ha depositado en este valle de fábricas de tristeza).

Hecha la ley, sin embargo, hecha la trampa.

Los padres como la Sra. García no tienen más que irse a un país en donde la gestación subrogada sea legal. Encontrar a una madre fuerte, mirarle los dientes, palparle la musculatura, informarse de sus antecedentes familiares (se hacía antiguamente con las nodrizas, porque se pensaba que la gente “mamaba” el carácter, literalmente, y de ahí viene por ejemplo eso de decir que tal o cual característica familiar “la hemos mamado”) tener una pequeña conversación de pareja (“ay, cari, a mí esta me parecía más zafia o esta otra más fina”) encargarle el niño, esperar nueve meses y luego, tras el alumbramiento, recoger a la criatura.

Ir al registro civil y decir que el hijo es suyo (“oiga, que pa´eso lo hemos pagao”), conseguir los papeles y, ufanos, volar de nuevo a Austria para inscribir al neonato convenientemente. A todos los efectos figurará como hijo biológico de los compradores del niño y recibirá automáticamente la nacionalidad austriaca.

El dinero todo lo compra. La Sra. García lo sabe muy bien. Desde chiquitilla.

 


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