Por encima de nuestras posibilidades

Si todo el mundo viviera como vivimos en Austria, a partir de hoy se necesitaría un planeta nuevo. No damos abasto a consumir.

6 de Abril.- A partir de hoy, los habitantes de Austria estaremos viviendo por encima de nuestras posibilidades.

Es decir: si todo el mundo en el planeta viviera como se vive en Austria, utilizando los recursos que utilizamos en Austria, hoy sería la fecha a partir de la cual necesitaríamos poner el marcador a cero y mudarnos al siguiente planeta para seguir haciendo el mal. O sea, que al año gastamos cuatro veces más recursos de lo que, dadas las técnicas de producción actuales y la capacidad de recuperación del planeta, sería sostenible a largo plazo.

Naturalmente, este nivel de vida del que disfrutamos es producto del nivel de vida que les robamos a otros compañeros de tripulación de la nave Tierra.

Para sostener las necesidades de la ganadería austriaca, se gasta la cosecha de 285.000 hectareas de tierra. Se cultiva sobre todo en Brasil (por gentileza de Bolsonaro, que alentó la quema de bosques amazónicos), Argentina y los Estados Unidos (son datos de la Boku de Viena).

Austria también importa ingentes cantidades de cacao (100.000 hectareas) y 53.000 hectareas de cafetales hacen posible nuestro querido melange de por las mañanas y el cortadito de las tardes. Nuestra voracidad insensata devora pescados de los caladeros, maderas de los bosques y, sobre todo, causa gases de efecto invernadero que forman el 60% de nuestra huella ecológica.

Peor todavía lo tienen en otros países: si todos viviéramos como en los Estados Unidos, los recursos se gastarían el 13 de Marzo. Y hay otros lugares en que están algo mejor. Para Alemania este índice sería el 4 de Mayo y para China el 2 de Junio.

Para el planeta en general, los recursos disponibles se terminarían el 27 de Julio.

Por cierto, la fecha se ha ido adelantando a medida que los llamados países emergentes se han ido incorporando al carro del consumo insensato. En los setenta la fecha estaba todavía en diciembre.

Diversas organizaciones científicas a lo largo y ancho del planeta vienen advirtiendo del enorme desgaste (irreparable, en algunos casos) que el hombre produce en los recursos naturales y en los ecosistemas. La extinción de especies y el cambio climático ya han alcanzado un punto crítico.

El ejemplo lo tenemos muy cerca de Viena. Debido a la sequía, el lago Neusiedl, la playa de los vieneses y el sostén de cientos de especies de aves migratorias, está en mínimos históricos (casi un metro y medio por debajo de su nivel normal). Este año era pavoroso ver que, en febrero, ha habido incendios en las junqueras que rodean el lago, debido a la extrema sequedad de las plantas.

La sequía está afectando también a las aguas subterráneas en Austria, que están también en mínimos históricos. Y sin agua no hay plantas, y sin plantas no hay comida.

¿Qué se puede hacer? ¿Qué podemos hacer todos?

Pues los científicos lo tienen claro y cualquier persona con sentido común también: consumir con racionalidad, que no significa, como muchos cenutrios dicen, vivir peor, sino vivir conscientemente. Comprar lo que necesitamos solamente (por ejemplo huir de la moda rápida, que es un cáncer para el medio ambiente y reducir la cantidad de alimentos que tiramos), comer menos animales y más plantas (que, además, es más sano), privilegiar lo reutilizable y abandonar todos los artículos de uno solo uso. Por ejemplo cambiar el vidrio por el plástico y utilizar envoltorios de papel, un material sostenible y prácticamente eterno.

Utilizar lo mínimo el coche y el avión, y utilizar sustitutos más amigables con el medio ambiente como el tren o la bici y, para las distancias cortas (que, como decía aquel, es donde una colonia de hombre se la juega) ir a pie a los sitios. Quien mueve las piernas mueve el corazón y quien mueve el corazón mueve el cerebro.

Comer cosas de temporada y, a ser posible, producidas en las cercanías de nuestra casa, para que no hayan de ser transportadas desde distancias insensatas.

(El “Overshoot day” es calculado cada año por la organización científica Global Footprint Network)

 


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