Hombre pintando una ventana

Andreas y la semana de cuatro días

Hombre pintando una ventana

El tercer candidato a dirigir el SPÖ, Andreas Babler, ha saltado a la palestra con una propuesta polémica. Veamos pros y contras.

14 de Abril.- Un poco de repente, un poco a trancas y barrancas, la carrera por la jefatura del partido socialdemócrata austriaco se ha despejado y, de los setenta y tres candidatos que se presentaron en principio, el partido se ha quedado con el pico. O sea, con tres.

Los dos que ya conocíamos, o sea Pamela Rendi-Wagner y “Juanpe” Doskozil y, para que la cosa no se convierta en un goyesco duelo a garrotazos, Andreas Babler, el alcalde de Traiskirchen.

Herr Babler, por lo menos en este principio de carrera, no quiere ser un candidato de atrezzo y ha presentado un plan que, básicamente, se basa en volver a las esencias de la socialdemocracia. O sea, a la defensa de los intereses de eso que se llamaba el proletariado contra eso que suele llamarse el gran capital.

Una de las propuestas de Andreas Babler que, sin duda, se va a debatir más en los próximos meses (también porque está en la mente de otros políticos y gobernantes europeos) es la semana de cuatro días , o sea, treinta y dos horas, con el mismo sueldo.

En estos días, el propio Gobierno de España aprobaba una ley en ese sentido, subvencionando a aquellas empresas de menos de doscientos cincuenta trabajadores que decidan “tirarse al aborígen” y probar la reducción de horas trabajadas por semana con el mismo sueldo.

La idea no es nueva (data de los ochenta del siglo pasado). En aquellos momentos, se trataba de considerar el empleo disponible un juego de suma cero, de manera que si uno trabajaba x horas era a costa de que otro estuviera en su casa papando moscas. En Francia se probó la jornada de treinta y cinco horas y, la verdad, los resultados no fueron estupendos. O sea, que no se creó mucho empleo. Conforme el siglo ha ido avanzando, ha ido calando la noción de que, si ahora tenemos maquinitas y aparatos que nos ayudan que no teníamos en el siglo XIX ¿Por qué seguimos trabajando como hace cien o ciento cincuenta años?

Lo que podríamos llamar el “enfoque Babler” sigue exactamente esta línea. Semana de treinta y dos horas para todo el mundo y en todos los sectores.

Ahora bien ¿Es posible?

La idea tiene sus pros y sus contras.

A favor, lo obvio: menos trabajo, más copas. O sea, que la gente disfrutará de un finde de tres días durante el cual podrá estar con sus personas más queridas, pareja, niños, etc y disfrutar de la existencia.

En la mayoría de los sitios en donde se ha probado la semana de treinta y dos horas (hasta ahora en proyectos piloto) la productividad no ha bajado. O sea, la gente acudía al trabajo más motivada y, por lo tanto, dedicaba sus horas de trabajo a cosas que, realmente, aportaban valor a la empresa.

Todos sabemos que en todo trabajo existen esos momentos muertos, tiempo que podríamos llamar “de relleno” en donde no se está “creando valor”.

Toda cara tiene su cruz, todo Supermán su Lex Luthor y todo su Batman tiene su Joker. Por supuesto, el “enfoque Babler” tiene también sus lados negativos.

En Austria, por razones demográficas, la fuerza de trabajo, en estos momentos, se está enfrentando a un proceso de encogimiento.

Los que nacieron en los sesenta y empezaron a trabajar en los ochenta, están empezando a jubilarse ahora. Y lo van a hacer casi todos a la vez en el futuro. Si la gente trabaja menos horas ¿De dónde van a salir los trabajadores que harán falta para terminar las tareas que se dejen a medias?

Otra pregunta es ¿Se puede extender la semana de cuatro días a todos los sectores? ¿Deben los niños ir a clase solo cuatro días por semana? (por poner un ejemplo). También están los costes de las empresas. Naturalmente, si los trabajadores curran un día menos por el mismo dinero, esto significa que al empresario le cuestan, como mínimo, un veinte por ciento más ¿De dónde van a salir esos cuartos? Si esos costes se repercuten en los bienes y servicios producidos ¿No perderá Austria competitividad?

Probablemente, la solución a todo este problema termine encontrándose sola, por ejemplo mediante la aplicación de técnicas de inteligencia artificial que ya están en marcha. Es cierto también que en ciertos sectores ya se está aplicando la semana de cuatro días sin ningún problema. En principio para hacer a las empresas más sexis para los trabajadores en sectores con fuerte competencia por la búsqueda de profesionales (por ejemplo, en las tecnológicas).

Aquí viene muy a cuento una cosa que se suele decir en alemán: “está escrito en las estrellas lo que terminará pasando”.

 


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