La naturaleza, en Austria, tiene sed

En Austria, el tiempo es noticia. Por primera vez en meses, ha llovido dos días seguidos. Es solo un respiro. Tenemos que pensar en nuestra actitud hacia el agua.

15 de Abril.- Hay una vieja frase que dice que escribir sobre el tiempo es siempre la última opción (una conversación de ascensor), sin embargo, en Austria, particularmente en el este, el tiempo es noticia: por primera vez en muchos meses, llueve, y varios días seguidos.

Y llueve en un momento en el que la naturaleza lo necesitaba con desesperación. Los campos austriacos están sedientos después de un otoño y un invierno anormalmente secos.

Y, sin embargo, la escasez de agua no se va a remediar con estas lluvias que solo representan un pequeño respiro.

Debido al cambio climático, el régimen de lluvias de Austria se va pareciendo cada vez más al que antes tenía Madrid (y el de Madrid, al de Rabat, por cierto: muchas gracias a quienes cogen el coche hasta para ir a comprar el pan o a los propietarios de jets privados).

En la parte este del país, el nivel de las aguas subterráneas está en mínimos históricos y el pobre lago Neusiedl, que se alimenta de las aguas que surgen del subsuelo está a más de un metro (!Un metro!) por debajo de su nivel normal.

Según ha calculado el hombre del tiempo de la ORF, por cierto, las precipitaciones que están cayendo en estos últimos días solo van a aportar un diez por ciento del agua que el lago necesitaría para recuperarse.

Cuando yo llegué a Austria, apenas había aires acondicionados. El verano duraba apenas quince días en julio, y a nadie le parecía necesario. Con el paso de los años, los austriacos se han dado cuenta de que el calor ha llegado para quedarse y, no solo por comodidad, ya se adoptan medidas.

Con el agua va a pasar lo mismo: según la ONU, dentro de veinte años un veinticinco por ciento del planeta va a convertirse en un secarral y en Austria, como decía más arriba, va a haber que gestionar la vida con menos agua.

El lago Neusiedl en Burgenland, un ejemplo dramático de las consecuencias de la sequía y del mal uso del agua (foto: Viena Directo)

Y las sequías se gestionan no cuando deja de llover, sino antes.

Todos los que vivimos aquí tenemos que darnos cuenta de que el agua es un bien precioso que no hay que desperdiciar.

¿Cómo se desperdicia el agua en Austria?

Por ejemplo, mediante el sellado del suelo, con la construcción de grandes aparcamientos o edificios. De esta manera, el agua no empapa en el suelo y no le damos oportunidad para que llegue a los acuíferos subterráneos en un proceso que, normalmente, dura años, o incluso décadas.

De esta manera, el agua se desperdicia en las canalizaciones y en las alcantarillas y va a parar a los ríos y de los ríos a la mar que, como decía el poeta, es el morir.

Por otro lado, el agua en Austria cuesta muy barata. O sea, el coste de su escasez no está contemplado en el precio de venta. La agricultura recoge agua subterráea prácticamente gratis para regar los cultivos sin ningún tipo de conocimiento. Por ejemplo, en las horas centrales del día, cuando la evaporación es muy grande.

Falta asimismo concienciación en la elección de los cultivos.

Igual que en España hacemos salvajadas como plantar cesped para campos de golf en lugares prácticamente desérticos, aquí no hay ninguna razón para plantar cosas que son muy intensivas en el uso de agua en lugares en donde hay que regarlas porque si no, se mueren.

Pero también somos nosotros, como siempre, los ciudadanos, los que tenemos que pensar que el agua es un bien escaso y no hacer el imbécil con él. Por ejemplo, asumiendo que todas las casas unifamiliares tienen que tener una piscina.

Y, por supuesto, la lucha contra la escasez de agua pasa por la lucha contra el cambio climático. O sea, la reducción al mínimo de nuestra huella de carbono. Darnos cuenta del coste invisible de los viajes en coche o en avión, asumir que reciclar debe ser la última alternativa y que lo que hay que hacer es no consumir cosas innecesarias, no despilfarrar los recursos que son escasos y que no son inagotables (por ejemplo, el agua)

 


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