La UE intenta regular la Inteligencia Artificial

La Unión Europea ha aprobado un marco legal pionero que afectará decisivamente a la vida de los ciudadanos de los veintisiete.

28 de Abril.- Hoy ha habido varias noticias importantes, como suele suceder todos los días, pero sin duda ha sucedido una cosa que tendrá unos efectos duraderos en nuestra vida cotidiana.

La Unión Europea ha aprobado hoy una legislación pionera en el mundo: la Artificial Intelligence Act. Se trata de un marco que busca proteger a los ciudadanos de un fenómeno que, con fuerza y ubicuidad crecientes, está entrando en nuestra vida: las aplicaciones de la inteligencia artificial.

O, más específicamente, de un tipo de inteligencia artificial de nueva generación, la llamada inteligencia artificial generativa, cuyas implicaciones económicas en campos tan dispares como el mercado laboral o la propiedad intelectual, son ya imposibles de ignorar y, por lo tanto, imposibles de detener.

El legislador comunitario ha creado, como digo, un marco, que luego los diferentes estados tendrán que refinar de acuerdo con sus necesidades específicas. Se trata, como siempre, de un acuerdo de mínimos.

En ese acuerdo está, por ejemplo, que se crean cuatro escalones de peligrosidad para la inteligencia artificial: peligrosidad mínima, limitada, alta e inaceptable. Aquellos campos en donde la aplicación de la inteligencia artificial se considere alta no verán una prohibición de su aplicación, sino que, si se aplica la inteligencia artificial en ellos, se exigirá un máximo de transparencia.

En cuanto a la llamada inteligencia artificial generativa propiamente dicha, programas como ChatGPT o Midjourney, se deberá especificar si las máquinas han sido entrenadas utilizando materiales sujetos a derechos de autor (por ejemplo, si se han utilizado textos como este que tiene vuesa merced ante sus ojos).

El anuncio del Gobierno chino de orientar su versión de la inteligencia artificial con un criterio ideológico -solo pensarlo da miedito- hizo ya que la comisión europea impulsara en 2021 un acuerdo por el que se prohibía expresamente en el territorio de la Unión el uso de la inteligencia artificial para evaular a los ciudadanos en función, por ejemplo, de su procedencia, de sus actividades, su comportamiento u otros rasgos -como sí que está haciendo China mediante, por ejemplo, la implementación de un sistema de puntos que condiciona a las personas a la hora de obtener determinados beneficios del Estado.

De cualquier manera, la aplicación de una ley (o conjunto de leyes) así se topa con un grave problema: siendo como es la Inteligencia Artificial la llave que va a abrir la cuarta revolución industrial, una regulación demasiado intervencionista podría descolgar a Europa de un factor que ya es clave para la competitividad de su economía.

Por otro lado, es evidente que la Unión no es “la cocina” de la inteligencia artificial y que resulta enormemente difícil luchar contra las grandes empresas tecnológicas que están invirtiendo recursos económicos ingentes para perfeccionar una inteligencia artificial muy alejada de los valores de humanismo que propugna la Unión Europea.

Las victorias obtenidas hasta ahora por la Unión en forma de acuerdos que salvaguardan la protección de datos han sido, hasta el momento, pírricas, y solo se han conseguido a base de pelitos muy costosos, multas no menos onerosas y amenazas mútuas.

Hace algunos días, los autores de este primer borrador de legislación sobre la Inteligencia Artificial dirigieron una carta a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, pidiéndole que establezca las bases necesarias para una negociación con el Presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, al objeto de establecer una regulación uniforme para la inteligencia artificial a ambos lados del Atlántico, de manera que se cree un marco seguro para las personas que evite repercusiones negativas en la seguridad y en la salud de las personas.

Cada crisis tiene dentro una oportunidad y está claro que, en estos momentos, nos encontramos en ese instante decisivo en el que la humanidad puede decidir qué hacer con este juguete nuevo que puede fácilmente transformarse en un revólver.

A ver si no la cagamos esta vez también, con perdón.

 


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