Después de casi exactamente tres años, la penúltima medida contra el coronavirus será derogada mañana.
29 de Abril.- El día 6 de Abril de 2020 (tan lejos, tan cerca) escribí esto:
„Hoy es el primer día en el que el uso de mascarillas cubrebocas (y narices) es obligatorio en los supermercados y droguerías austriacos.
La medida, como recordarán mis lectores, afecta a aquellos comercios que superen los 400 metros cuadrados de extensión (o sea, la mayoría de los que están abiertos) en el resto, rige la obligación de mantener la distancia de seguridad de 1-1,5 metros (…)
Se pueden usar también mascarillas hechas en casa o también bufandas o « misilares ».
(…)
Personalmente, y utilizando uno de los numerosos tutoriales que hay en internet –el de una industriosa dama germana que lo explica todo con pelos (costuras) y señales- me he hecho tres tapabocas de estos, reencarnaciones de antiguos trapos de cocina en desuso y una funda de almohadas“
Recuerdo que, mientras las hacíamos, le decía yo a la persona que me acompañaba:
-Cuando esto se acabe, las donaremos a un museo -yo estaba pensando en la Haus der Geschichte o algo así.
De vez en cuando, alguna de aquellas cosas improvisadas -las mías eran artesanales pero eran muy dignas, pero había gente que iba por ahí con cuatro trapos- aparecen en los bolsillos de algún abrigo o algún cajón. Son los vestigios de un tiempo que, afortunadamente, ha llegado a su fin.
Hoy, la pandemia de coronavirus se ha transformado en una endemia -o sea, en un virus tan corriente como la gripe- y mañana se acabará la última obligación de llevar mascarillas en Austria. La que aún rige en los hospitales, consultas médicas, residencias de ancianos y sitios similares.
Será el penúltimo paso hasta que las medidas que se pusieron en marcha para intentar poner coto al coronavirus desaparezcan definitivamente.
El día 30 de junio habrán pasado a la historia: será cuando desaparezca la obligación de comunicar a las autoridades que uno está enfermo de coronavirus y las últimas restricciones de movimiento para los contagiados.
Mañana, por cierto, también decaerá otra medida de la que ya nadie se acuerda: la obligación que tenían hasta ahora las empresas de relevar de sus obligaciones a aquellas personas pertenecientes a colectivos de riesgo, siempre que no pudieran teletrabajar.
En lo referente a las máscaras, hay que puntualizar sin embargo que desaparece la obligación pero no la posibilidad.
Me explico: en aquellos casos en los que los médicos piensen que es necesario, pueden pedir a las personas que se pongan mascarilla y, de hecho, como hoy recordaba el ministro de sanidad austriaco, Rauch, quizá sea sensato que el personal sanitario lleve mascarilla en el trato de personas que pertenezcan a grupos de riesgo, como las personas mayores.
¿Qué nos ha quedado en Austria de la pandemia?
Fundamentalmente cuatro cosas: las vacunas seguirán siendo gratuitas o sea que, como llevo dos años diciendo con frecuencia: hay que vacunarse, no solo para evitar ponerse pachucho inmediatamente, sino también porque no sabemos todavía mucho de los efectos a largo plazo de la infección de coronavirus así que, cuanto menos expuesto esté uno, mejor. Por no hablar de la posibilidad de proteger a las personas vulnerables.
También seguirán siendo gratis los medicamentos contra el coronavirus, así como los tests para las personas pertenecientes a grupos de riesgo siempre que presenten síntomas.
De momento, también seguirán en marcha los análisis de las aguas residuales en busca de rastros de coronavirus, para evitar futuros brotes.
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