Este año también hay post de Eurovisión

Este año también hay post de Eurovisión. Y no es para menos, porque Austria ha pasado a la final !Qué nervios!

13 de Mayo.- Y sí: también este año hay post de Eurovisión.

El jueves pasado, el número trece trajo suerte a las dos representantes austriacas. La copla que defendieron “Who the hell is Edgar?” las ha llevado a la final que se celebrará hoy en Liverpool, y que retransmitirán todas las cadenas públicas afiliadas a la Unión Europea de Radiodifusión (EBU/UER).

Esta noche, las dos muchachas austriacas serán las que abrirán la competición, interpretando su canción en el puesto número uno. Si el trece les trajo suerte, esperemos que esta noche continúe la racha.

No parece que vayan a ganar, porque este año parece que priva más lo nórdico, pero nunca se sabe y, a lo mejor, el año que viene, vuelve Eurovisión a teñir de colores las calles de Viena y volvemos a escuchar en la Rathausplatz a las Azúcar Moreno.

El festival de Eurovisión se celebra este año, como todo el mundo sabe a estas alturas, en la ciudad británica de Liverpool, patria de los Beatles. Debería haberse celebrado en algún lugar de la república de Ucrania, pero también como sabe todo el mundo, en estos momentos la república de Ucrania no tiene el chichi para farolillos, precisamente. De manera que los ingleses, haciendo gala de la cortesía que está en el ADN del Festival Europeo de la Canción, han cogido el testigo y así, por primera vez en la historia, un país va a ganar y otro va a celebrar.

Por lo demás, todo ha sido más o menos como todos los años. Y ha sido bueno que sea. La desprejuiciada tribu de los eurofans se congregará esta noche en torno al televisor para, por lo menos durante tres horas, poder pensar que es posible un mundo en donde el principal problema sea si una canción es pegadiza, o si en ciertas repúblicas ignotas del este de Europa los estilistas nacen con una insuficiencia congénita para combinar los colores o para elegir atuendos que no den dolor de cabeza.

Eurovisión solo tiene cosas a favor.

En primer lugar, el sano concepto de que, mientras no molesten a nadie, todos los que participan en la liza pueden hacer lo que crean que está mejor para ganar. Es un sitio en donde nada está mal ni nada está bien y, por lo tanto, es un terreno fertil para la creatividad.

Quizá también por esto el festival de Eurovisión es uno de los lugares seguros de la gente LGTBIQ+. En el planeta Eurovisión todo el mundo puede ser como Dios le hizo y nadie tiene que meterse en lo que no le importa.

Lo importante es echarse unas risas juntos y no estar pensando en con quién se acuesta cada quién.

Por cierto, en las reglas de Eurovisión está prohibida la política y, sin embargo, los dos párrafos anteriores me parecen una afirmación de lo más político que hay.

Yo votaría a cualquier partido que llevase en su programa exactamente esto: el bajar la crispación al mínimo y el quitar el foco de gusarapos, cenutrios, antivacunas y negacionistas del cambio climático (entre otros).

Es más: si todo el planeta fuera como Eurovisión, todo el planeta sería mucho mejor.

En segundo lugar, culturalmente, el festival europeo de la canción es lo más.

En un mundo en el que los productos culturales que consumimos son cada vez menos diversos y parece que se reducen sobre todo a películas imbéciles de superhéroes, Eurovisión promueve exactamente lo contrario.

Por ejemplo, el martes escuché yo a un dúo de chicos que venían de Azerbaiyán, cantando una canción muy guay. Una de esas que uno se pone para limpiar los sábados por la mañana.

Si no fuera por Eurovisión ¿De qué iba yo a haber escuchado una canción de Azerbaiyán, dígame usted? Lo mismo con todo lo demás. Porque la misma mecánica de Eurovisión es sana: es abrir la mente para escuchar cada propuesta de tres minutos y luego decidir si le gusta a uno o no le gusta, si se queda con ella y le apetece investigar más, o no, simplemente la deja pasar y le da los “tuelf points” a otro y aquí no ha pasado nada.

Eurovisión, por lo tanto, me representa, lo mismo que representa a toda la gente que “es bien” y que solo quiere un futuro luminoso para compartir con las personas a las que quiere.

Desde ese punto de vista. Que gane la mejor canción (y si puede ser Austria, pues oye: mejor).


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