En las últimas horas, se ha producido una discusión en la cúpula del poder austriaco que de ninguna forma carece de importancia.
19 de Mayo.- En las últimas horas se ha producido un enfrentamiento en la cúpula del poder austriaco que no es baladí.
El Bundespresidente de esta pequeña Bundesrepública, Alexander van der Bellen, el cual también es, en su calidad de jefe del Estado, el Jefe Supremo del afortunadamente canijo ejército austriaco, se ha manifestado a favor de mandar a Ucrania soldados para desminar los campos que el invasor ruso ha minado.
Austria es, por lo menos oficialmente, neutral, por lo que una situación como esa, o sea, el mandar a soldados austriacos a ayudar a una de las partes en conflicto, resulta, como poco, algo chocante.
Las declaraciones se produjeron este miércoles, mientras Alexander van der Bellen, acompañado de la Bundesministra de defensa Claudia Tanner, se encontraba en una cumbre europea en la ciudad de Rejkavik. El Presidente no veía motivo para que el Gobierno se acogiese a la neutralidad austriaca.
Escuchémosle:
-Los problemas de seguridad para el personal de desminado tienen que ser considerados, naturalmente, pero una cosa tiene que quedar clara: el apoyo en el desminado de lugares civiles tales como viviendas, escuelas, guarderías o entornos agrícolas no contradice de ninguna manera la neutralidad austriaca, sino que es una acción humanitaria.
Hoy, el canciller Nehammer (no lo olvidemos, fue militar) ha corregido al presidente, si bien ha evitado un enfrentamiento directo.
Nehammer ha rechazado enviar, de momento, a ningún soldado austriaco a realizar una labor semejante, mientras Ucrania siga siendo una zona de guerra. Según Nehammer, es evidente que existe un riesgo de que los soldados volvieran -los pobres- con un pijama de pino y para él resultaría un precio demasiado alto.
Tras esto, Nehammer se ha referido, naturalmente, a lo problemático que sería defender la neutralidad austriaca de producirse una acción semejante.
Y, con el corazón en la mano, no hay más remedio que darle la razón.
En primer lugar, y como ya avisó la Bundesministra en declaraciones a la radio pública austriaca, estando la situación como está en Ucrania (o sea, lloviendo bombas día sí y día también) no sería demasiado fácil diferenciar una intervención humanitaria, que es lo que, seguramente, está pensando Van der Bellen, de una toma de partido bélica directa.
Es cierto que Austria no ha mandado material militar ni efectivos, como sí que han hecho Austria, el Reino Unido y Alemania, y además en grandes cantidades, pero sí que es verdad que la República austriaca está dando todo tipo de facilidades, por ejemplo, dejando pasar los convoyes de material por su territorio.
La postura oficial del Gobierno austriaco -de momento- es acogerse a lo que parece ser una definición de la neutralidad que se ha ido asentando con el paso de los años y que trata de compatibilizar una doctrina, la de la neutralidad, que ocupa el mismo corazón del ordenamiento jurídico austriaco – tanto, que la fiesta nacional austriaca celebra eso: la neutralidad- con la pertenencia de Esta Pequeña República a la entidad supranacional más próxima, la Unión Europea -la cual camina, piano ma sicuro– hacia una política defensiva común.
O sea: que si los socios europeos organizasen una acción común de desminado humanitaria -cosa que hoy no parece muy próxima- Austria la apoyaría con medios financieros pero, en principio, ni con personas ni pertrechos.
Esto obedece además a otra triste verdad que algunos expertos han apuntado también: años de ahorro, años de esfuerzo en mantener un ejército austriaco lo más delgado posible también han hecho que, incluso aunque una decisión como la que Van der Bellen ha puesto sobre la mesa fuera posible, sería imposible por falta de técnicos o de materiales adecuados.
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