Hoy hace siete años del Brexit ¿Qué ha cambiado en la Unión y en Austria desde entonces?
23 de Junio.- Tal día como hoy, hace siete años, los europeos nos sorprendimos con la noticia de que los votantes del Reino Unido se habían decantado por que su país saliese de la Unión Europea.
Después del shock, pasaron varias semanas de análisis de los porqués y de los cómos. Mayoritariamente, habían votado a favor del Brexit las personas más mayores, también las personas con menos estudios, como pasa aquí también con la extrema derecha. Luego, supimos que la Federación Rusa había hecho de las suyas intoxicando las redes sociales con noticias falsas.
En las filas de la extrema derecha británica, en realidad un partido muy pequeño dirigido por el entonces muy popular Nigel Farage, reinaba la euforia.
Se daban vivas a la independencia británica, la gente cantaba Britannia Rule The Waves y se dejaba llevar por la ola de patrioterismo que siempre conllevan estos casos.
También los partidos de la ultraderecha del resto de Europa, financiados generosamente desde Moscú y pertrechados de toda la munición ideológica necesaria, sacaban pecho y vaticinaban que, detrás de Inglaterra, iría Francia y después Italia, hasta que la Unión Europea se derrumbase como un corrupto castillo de naipes.
También la extrema derecha austriaca estaba en ese barco y, conforme a la estrategia dictada desde Moscú, se aprestaba a romper la Unión desde dentro, infectando las instituciones europeas, el Parlamento en particular, con sus dicterios.
Poco tiempo después de que se conociese el resultado del referendum, las dos partes se sentaron a negociar.
La Unión sabía que tenía las de ganar. A pesar de eso, los ingleses, cegados por el fanatismo ideológico y, por lo tanto, inmunes a la seducción del sentido común, se inclinaron por la alternativa que más desgaste podía producirles: un Brexit duro que conllevaba derribar décadas de legislación común y deshacer todos los vínculos con la Unión.
Como era de esperar, el Brexit ha supuesto para el Reino Unido un carajal horrible y es, todavía hoy, una catástrofe a cámara lenta.
Inglaterra es el país con la economía más estancada del G-8, la apertura de la economía británica a aquellos mercados mundiales seductores no se ha materializado salvo en una medida mínima, Londres ha perdido influencia y, lo que es peor, la vida diaria de los británicos es cada vez más dificultosa.
Hace unas semanas, estuvo aquí una amiga, profesora española del King´s College, que está casada con un británico, contaba y no acababa del desastre que ha supuesto la salida de la Unión Europea. Desabastecimiento de productos en los supermercados -por ejemplo de verduras-, carencia de personal, con restaurantes que tenían que cerrar porque no había nadie que sirviera las mesas, fastidiosos controles y trabas burocráticas. Según los institutos de opinión, del 72% de personas que apoyaron el Brexit, solo un 20% piensa hoy que fue una buena idea.
¿Y qué ha sucedido con los partidos de extrema derecha europea que lo apoyaban? Pues su entusiasmo también se ha enfriado considerablemente, porque se han dado cuenta de que protestar contra la Unión no es, para nada, sexy (hasta el más tonto se daría cuenta de que salir de la Unión es, hoy en día, un suicidio económico).
En Austria, la relación con la Unión Europea ha pasado a ocupar un puesto secundario dentro de los temas preferidos por el FPÖ.
Y ello a pesar de que los austriacos no son demasiado entusiastas con lo referente a la Unión Europea. Según el Eurobarómetro, solo un 42% de los encuestados piensa que la Unión Europea es una buena cosa (la media en el resto de la unión es del 62%), un 30% piensa que ni frío ni calor y un llamativo 38% piensa que no hay diferencia entre estar dentro o estar fuera.
El discurso de la extrema derecha austriaca, ha pasado a ser el de la “transformación” o “refundación” de la Unión Europea, cuando no directamente el rechazo de las garantías legales comunitarias como injerencias (por ejemplo, las sanciones de Bruselas a Hungría o Polonia para intentar que cejen en sus políticas homófobas y machistas).
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