La Viena de Claudia y Rudi

Casi por casualidad, un periodista vienés se topó con la historia de la productora de pornografía austriaca con más éxito.

2 de Julio.- En mis quehaceres como fotógrafo y periodista me he encontrado con un tipo de persona que no sé si es exclusivo de Austria. Es ese tipo de persona (los lectores que vivan en Austria sabrán inmediatamente lo que quiero decir) que llena los programas de ATV, del tipo „Meine Gemeindebau“ . Son personas sin oficio ni beneficio y generalmente con una curiosa dificultad para encarar los altos y los bajos de la vida adulta. Personas que tienen una capacidad también curiosa para meterse en historias liosas y torpes, propensión que quizá venga de que leen el mundo de una manera algo extraña y no saben ver lo que podríamos llamar las “luces rojas” de determinadas situaciones.

Una subvariedad, dentro de este tipo de gente, son los que están obsesionados con variedades de sexo que se aparta, por decirlo de alguna manera, de los deseos más aceptados. Oscuros aspirantes a influencers que se abren una cuenta en esas plataformas en donde la gente se prostituye sin contacto directo con el cliente, tipos (y tipas) que se tatúan hasta el colodrillo y se ponen piercings en los lugares más inhóspitos. Ese tipo de personas.

El protagonista de nuestra historia de hoy es el periodista Clemens Marshall. En el curso de la preparación de un libro, Golden Days before the End, en el que documentaba las tascas en donde se reunían las clases bajas austriacas, tascas que estaban en trance de extinción, nuestro hombre se topó con una curiosa pareja: Claudia y Rudi, un matrimonio que regentaba un local de estas características, regado de alcohol barato y, entonces, aún nebilinoso por la humareda de los cigarrillos.

Marshall cuenta que, en el curso de una de las primeras visitas al local de Claudia y Rudi, los dueños le contaron que, con anterioridad a convertirse en empresarios hosteleros, habían hecho “películas guarrindongas” (sic). Marshall decidió comprobar hasta qué punto la historia era cierta, y acudió a un amigo suyo, degustador como él de licores fuertes. Este los conocía y le contó a nuestro periodista que Claudia y Rudi habían sido durante dos décadas los productores de películas pornográficas más exitosos de Austria. Junto a películas “normales”, tipo “el fontanero, su mujer y otras cosas de meter”, grababan también una especie de “reality”, llamado “La Viena íntima de Claudia y Rudi”. Rudi por detrás (de la cámara) y Claudia por delante (con el micro en la mano) se dedicaban a entrevistar a personajes de ese mundo. Honrados padres de familia de día a los que de noche les gustaba introducirse verduras por el janderguander u orondas matronas a las que les gustaba que les dieran latigazos en el culete.

Marshall vio que allí había una historia.

Buscó el número de teléfono de Rudi y, con prudencia, le llamó para preguntarle si aún conservaba material de aquella época. Rudi, orgulloso, le explicó que tenía cajas y cajas. Pronto, el periodista se dio cuenta de que no mentía. Los sucesivos confinamientos se le fueron revisando junto a la pareja todo tipo de materiales, no siempre fáciles de digerir, y recogiendo las anécdotas de aquellos dos amantes de lo prohibido.

El libro empieza en el momento en el que la pareja se conoció, cómo no, en el entrañable rodaje de una película porno.

Marshall relata la escena en la que encuentran una foto de aquel primer acto (ejem) fundacional.

-Mira, esta foto es de nuestro primer rodaje ¿Qué tenías metido en el c*ño? (sic)

-Déjame ver -dice ella- probablemente alguna verdura.

Por las páginas del libro, desfilan dóminas, políticos a los que les pone el sexo en ataúdes (como dirían en el sur de España, ya hay que tener “mala follá”), personas a los que les gustan los coitos con con momias (!) y demás atentados contra la paz estomacal.

El propio periodista, sin querer juzgar a nadie, a veces tenía el estómago revuelto. En algunos momentos los risueños Claudia y Rudi también le provocaron perplejidad. Durante trece años (!Trece!) el matrimonio tuvo un “esclavo” a su disposición las veinticuatro horas del día, siete días por semana.

Como a mí en mis ocasionales contactos con este tipo de gente (contactos que, no lo niego, procuro que duren lo menos posible o que, directamente, no se produzcan) lo que a Marshall le sorprende es la esquizofrenia que suele reinar en la vida de estas personas. Rudi, por ejemplo, rodaba películas pornográficas de presupuesto cero en sus ratos libres, mientras rendía como un trabajador modelo en una compañía aérea. Su mujer era una dómina sádica que le retorcía las gónadas a señores mientras, en su vida normal, era un ángel de la caridad para sus hijos y para sus amistades, que siempre podían contar con ella si necesitaban un favor.

Los seres humanos somos complejos.

ONLY REAL PEOPLE

Foto Bernal Vienna (www.fotobernalvienna.com) es el nuevo magazin sobre cultura y estilo de vida (!No te lo pierdas!)

 

 


Publicado

en

por

Etiquetas:

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.