La situación en el sur de Austria es, en estos momentos, dramática. Y es claramente consecuencia del cambio climático producido por la actividad humana.
5 de Agosto.- La situación en el sur de Austria, en estos momentos, es dramática. En Carintia hay muchas poblaciones aisladas del mundo exterior. El cielo se ha abierto y no para de llover desde hace por lo menos cuarenta horas y no va a parar de llover mañana. Según los meteorólogos, hasta el martes no veremos calma.
La catástrofe también se ha extendido a Eslovenia.
El agua no solo ha traído inundaciones, también hay peligro de lenguas de barro, corrimientos de tierra, especialmente en las laderas de las montañas.
Los daños materiales son inmensos y el Gobierno está movilizando a toda prisa fondos para remediar las terribles consecuencias de la riada.
Bienvenidos al mundo que nos espera.
Esto es el cambio climático.
¿Por qué está pasando todo esto?
En primer lugar, el agua del mar Mediterráneo está alcanzando las temperaturas más altas desde que se tienen registros. Las altas temperaturas favorecen una mayor evaporación. El vapor se transforma en nubes que van subiendo hacia el norte en un proceso natural. Sin embargo, estas nubes, que van cargadísimas de agua, se mueven muchísimo más lentamente que antes porque el jet stream, la corriente de aire que está en las capas altas de la atmósfera, se mueve también más lentamente debido al calentamiento global.
Esto hace que cuando esas masas nubosas que vienen desde el Mediterráneo llegan a la región de los Alpes empiecen a descargar pero, al no moverse, descargan el agua toda en la misma zona, produciendo las terribles consecuencias que estamos viendo ahora.
Y esto es solo el principio.
Los científicos siguen advirtiendo de que, si no hacemos nada para que la temperatura del planeta deje de subir, esa energía que estamos inyectando de manera insensata en la atmósfera va a recaer sobre nosotros. Y Centroeuropa ya es una de las zonas del planeta más afectadas.
Sabemos perfectamente cuáles son los mecanismos que alimentan la catástrofe. Sabemos que es el ser humano, con su actividad, el que está llevando a cabo un experimento sin precedentes en la historia de la tierra. Un experimento que está llevando los ecosistemas al límite.
Es escalofriante comprobar cómo en el tiempo en que yo llevo viviendo en Austria (apenas veinte años) las consecuencias del cambio climático son cada vez más palpables. Mecanismos que normalmente cambian con un paso de cientos, de miles de años, se han puesto en marcha. La naturaleza es incapaz de adaptarse y nosotros, si esto sigue así, no vamos a poder.
Resulta también escalofriante la distorsión de la situación verdadera que se da en el debate político. Da miedo ver que los políticos austriacos, por puro cálculo, están engañando a la población, ocultándole la gravedad de lo que está pasando. Acunándolos con falsedades como que no pasa nada por utilizar los coches movidos por combustibles fósiles o diciéndoles que la industria agroalimentaria, particularmente la ganadería, es inócua. O peor, diciéndoles que las emisiones de gases de efecto invernadero dentro del territorio de la Unión Europea no son nada comparadas con las de otras unidades geopolíticas, como China o Estados Unidos y que, por eso, pueden seguir ahí sin hacer nada.
El calor ya mata en Austria más que los accidentes de coche y los fenómenos meteorológicos extremos sin duda salen ya más caros que luchar contra el cambio climático.
Pero somos todos nosotros quienes nos tenemos que concienciar. No solo cambiando nuestro estilo de vida haciéndolo más sostenible y amigable con el clima, sino también favoreciendo a aquellas opciones políticas que nos digan la verdad y nos enfrenten a la auténtica gravedad de la situación. Y eso pasa porque, cuando salgan a dar ruedas de prensa le expliquen claramente a las personas, sin ambages ni paños calientes, que la devastación que está sufriendo hoy el sur de Austria no es una cosa que ha surgido de la nada, sino que es nuestra responsabilidad y que se puede amortiguar.
Que son vidas humanas las que están en juego.
Hasta entonces seguiremos exactamente lo mismo.
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