Hoy se han presentado los resultados de la brigada que persigue el fraude en las ayudas sociales. Como siempre: los datos se entienden mejor si se ponen juntos.
9 de Agosto.- Vivimos en unos tiempos en los que el periodismo es un oficio que está muy achuchado. Por si no fuera poco la enorme competencia que hay con los videos de gatos de las redes sociales, ahora se han metido también las inteligencias artificiales a escribir textos. Así las cosas, hay que ir a lo seguro. O sea, a provocar la emoción en el lector, lo cual pasa, en muchos casos, por confirmar los prejuicios que tenga muy arraigados.
Uno de los prejuicios más arraigados en los caletres de los austriacos medios es que, generalmente, quien cobra algún tipo de prestación social del Estado austriaco, en muchos casos lo hace fraudulentamente. Este prejuicio se combina con que “la fraude” la cometen, sobre todo, extranjeros.
Hoy, en un periódico austriaco, se ha podido leer el siguiente titular: cebo (en rojo) “Importe de los daños de 89 millones” (de Euros) y en grande, bien de mayúsculas: “Fraude a las prestaciones sociales: el 72 % de los culpables son extranjeros”.
Al leer esto, cualquier austriaco, sobre todo de los que leen el Kronen Zeitung y papeles similares, le habrá dado un codazo a su santa y habrá dicho:
-¿No te lo decía yo? Los extranjeros nos van a traer la ruina.
La cosa, como ahora veremos, no es tan fácil.
Veamos: siendo Herbert Kickl ministro del interior (un gran principio, sin duda) se creó una brigada especial de la policía para perseguir “la fraude”. Esa brigada se llama SOLBE, por sus siglas en la lengua del país. Anualmente, dicha brigada presenta sus conclusiones.
Hoy lo han hecho tres responsables de ella y el ministro del interior, Sr. Karner.
La rueda de prensa, muy al estilo de las que se celebraban periódicamente durante la pandemia, no ha tenido desperdicio.
Karner y sus acompañantes han dicho que este año se cumplen cinco desde que se creó la SOLBE y que durante este tiempo, se ha descubierto que los jetas que engañan al sistema social austriaco han defraudado 89 millones de euros. Solo en la primera mitad de 2023 la cifra defraudada a la seguridad social ha sido de 14 millones.
Y aquí es donde viene el famoso dato: un 72% de los defraudadores “no ha nacido en Austria”. O sea, que son extranjeros.
Los fraudes sacados a la luz por los laboriosos trabajadores de la SOLBE se extienden por tres ámbitos: pensiones, ayudas a la infancia y fraudes en el subsidio de desempleo (o sea, gente que está cobrando el paro y trabajando).
Según el Ministro, en lo que llevamos de 2023 se han intensificado los controles, de manera que han aflorado más millones defraudados que en todo el año anterior.
Luego se ha echado las manos a la cabeza y le ha faltado decir lo que al replicante de Blade Runner. Aquello de “Yo he visto cosas que vosotros no podéis imaginar”.
Ha mencionado casos que le podrían la carne de gallina a una merluza. Un panorama de la picaresca. Como el del señor que ha fingido durante mucho tiempo que estaba más ciego que un topo pero que, en realidad veía todos los alfileres que se caían al suelo. O el de la viuda falsa que estuvo cobrando pensión durante años. O el de los que cobraban ayudas a la infancia con partidas de nacimiento falsas.
Luego, naturalmente, ha hecho un recuento de las nacionalidades de los malos. Sin mencionar, por supuesto, el porcentaje de cada una.
Y así, han desfilado por la prejuiciosa mente del austriaco medio ciudadanos de Afganistán, de Siria, de Bosnia-Herzegovina o de Serbia.
!Qué descaro! !Habrase visto! Habrán dicho los que han escuchado todo esto. Habrán visualizado el AMS (o sea, el servicio público de empleo) como un nuevo patio de Monipodio y la Seguridad Social como una corte de los milagros llena de cojos fingidos, sordos que oyen cómo caen los jEuros al suelo y jibosos que recuperan la tiesura cuando aparece la pasma.
Naturalmente, el periodista sabía que iba a pasar esto, el ministro sabía que esto iba a pasar y los señores de la brigada famosa también.
Por supuesto, el Gobierno está muy interesado en demostrar que aplica lo que se suele llamar “mano dura” contra el fraude, pero sobre todo contra el fraude (subrayo) perpetrado por extranjeros.
Sobre todo para quitarle puntos de apoyo a la extrema derecha aunque sea a costa de que los extranjeros tengamos fama de tunantes.
Pero la cosa no es tan fácil.
Solo doy una cifra: el año pasado, en Austria, el Estado distribuyó 136 millardos de Euros, en ayudas sociales (pensiones, ayudas a la infancia y demás). Lo pongo en números: 136.000.000.000.
Comprenderá el lector cómo se relativiza (y, sobre todo, cuánto se relativiza) el fraude que ha aflorado. O sea, es solamente una pequeñísima parte de las ayudas distribuidas y que, para muchas familias, son vitales.
¿Que hay que perseguir a los malos? Seguro. Por supuesto. Pero ¿Justifican los datos el titular? ¿Justifica la extensión de una sospecha general sobre toda la gente necesitada? (Sobre todo si uno piensa en el fraude “de guante” blanco en forma de evasión de impuestos o las cifras que han alcanzado los fraudes durante la era Kurz).
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