Entre mamandurria y mamandurria, la amiga de Putin más famosa en Austria pasa sus vacaciones en un lugarejo ruso.
10 de Agosto.- Según nota necrológica que puede consultarse en internet (en francés) Irène Commeau fue una persona que se afanó en construir puentes entre la República Francesa y la Federación Rusa.
En los noventa, cuando cayó el muro, incluso consiguió reunir un patrimonio inmobiliario alrededor de la aldea rusa de Petrushovo, a unas cinco horas en coche de Moscú. Commeau, nacida Démidoff, falleció en 2020, de manera que la ex ministra austriaca de asuntos exteriores, Karin Kneissl ha debido de alquilarle la casa en la que vive a alguno de sus herederos.
Ayer, los medios austriacos y europeos en general se hicieron eco de que la política austriaca está pasando unas vacaciones en este lugar. La señora se dejó ver en las fiestas del pueblo vestida con algo parecido a un dirndl. En un vídeo grabado con un móvil, se la pudo escuchar agradeciéndoles a los habitantes de la aldea, en un ruso macarrónico, su acogida y diciéndoles que aquel era “su mundo”.
También le concedió una entrevista a un medio local, en la que explicó que se había retirado a aquel lugarejo a escribir un libro sobre cómo veía ella la situación de Europa. No se sabe el título de la obra, pero es bastante fácil adivinar el contenido. Dirá que Europa es en estos momentos un continente decadente, invadido por personas que no pertenecen a la raza aria y que está condenado a desaparecer ahogado por los miasmas de su depravación.
Leyendo sus declaraciones, uno no podía dejar de acordarse de Leni Riefensthal, la directora de El Triunfo de la Voluntad. Una señora probablemente más nazi que el propio Hitler pero que, después de la guerra, consiguió salir prácticamente de rositas del proceso de desnazificación alegando que, lo que ella hacía, eran películas y no política y que no entendía que se la persiguiese injustamente y se le pusiera la pierna encima.
Según Kneissl, el acoso que ha sufrido la ha condenado a dejar su país, Austria, por Francia. Pero allí tampoco pudo vivir tranquila, sino que no se le permitió trabajar (hay que decir que trabajaba para un consorcio petrolífero ruso) y que, cuando quiso abrir una cuenta en un banco, le denegaron el permiso. Tampoco descarta adoptar la nacionalidad rusa.
Al llegar a este punto, es probable que el periodista de la gaceta de Petuschov estuviera, como en el Cantar de Mío Cid, “llorando de los sus ojos”.
Como todos mis lectores, supongo (ejem).
En cualquier caso, no se preocupe nadie, que a Karin Kneissl, mientras la situación en Rusia siga como hasta ahora, no le va a faltar una mamandurria.
De momento, va a dar clase en la Universidad Pública de San Petersburgo (en donde, quizá, se utilice su libro como manual) y también la han cogido para un Think tank en donde se va a dedicar a pensar (se conoce que en nuevas maneras de hacer el mal).
El gacetillero de Petuschovo, pensando quizá que hacía bien, cometió un error. Le preguntó a Karin Kneissl por el invitado más famoso a su boda: Vladímir Vladimirovich Putin, ante el cual ella hizo una reverencia inmortalizada en un video que ponen en bucle en todas las televisiones cada vez que se menciona su nombre (el de Karin Kneissl, no el del sátrapa). Disimulando mal su malestar, Karin Kneissl contestó que en su vida habían pasado muchas cosas, pero que siempre le preguntaban por lo mismo. Y remachó diciendo que había visto por última vez a Putin en 2019 y que, desde entonces, ni un guasap.
(Claro, claro).
Lo más curioso, en cualquier caso, de toda la cuestión es la poca autoestima que tiene el angelico del periodista. En la entradilla de la entrevista dice que Petuschovo es un agujero en el culo del mundo (no tiene ningún atractivo turístico) pero que es una aldea rusa “bien cuidada” lo cual “en los tiempos que corren, es mucho decir”.
En 1938 un grupo de actores y técnicos españoles viajaron a Berlín a rodar una película en los estudios de la UFA.
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