Cuando calienta el sol, los sesos de las criaturas entran en ebullición y se dicen y se hacen cosas de las que luego uno se arrepiente.
26 de Agosto.- En estos momentos, el mundo está sometido a un experimento inédito en la Historia de la Humanidad. Mediante la quema de combustibles fósiles, estamos provocando que el planeta se recaliente. Dejando aparte a los cenutrios que niegan lo que ya es evidente, yo creo que hay un aspecto del asunto que estamos subestimando bastante. O sea: los efectos del calor sobre los sesos de las criaturas.
Los hay que, con los sesos recalentados y la materia gris reblandecida, le dan besos sin consentimiento a personas que no se los han pedido. También, con los sesos haciendo chup chup, los hay a los que les da por despiezar a sus suggar daddies, hasta convertirlos en un rompecabezas de vísceras y miembros que luego, por razones obvias, es imposible recomponer.
El calor nos cansa en el mejor de los casos y, en el peor, nos vuelve irritables y agresivos. Y cuando uno “se enrita” y se le pone un velo rojo delante de los ojos, ya se sabe lo que pasa. Es un poco como las tonterías que se hacen cuando uno está bolinga. O sea, que no es dueño de sus actos.
Así ha debido de pasar en una piscina de la bonita localidad de Krems -marco incomparable de belleza sin igual-.
En este lugar de recreo público se ha producido hoy un incidente sin duda atribuible al estado pastoso que el calor provoca en la materia gris de algunas personas y a la agresividad que causa en otras.
Di que un grupo de personas de la Österreichischer Arbeitnehmerinnen- und Arbeitnehmerbund (una organización que es parte de la estructura del Partido Popular austriaco) estaba entregando algunos objetos publicitarios con la cara de la consejera Christiane Teschl-Hofmeister y del jefe de la propia organización Matthias Zauner (los medios austriacos aclaran que ninguno de los dos políticos se encontraban en esta entrega de chismes publicitarios).
Di que a algunos bañistas esta acción publicitaria no les ha venido bien (!Qué porras hace aquí esta gente con el calor que hace!) y se han encarado con aquellos misioneros de la política conservadora.
La discusión ha debido de desarrollarse en tonos broncos, porque incluso la autoridad competente se ha personado en la piscina para rogar a las personas que repartían objetos publicitarios que dejasen de tocarle al personal lo que Luis Rubiales se tocó profusamente delante de la Reina Doña Letizia.
Los miembros de la ÖAAB, entre los cuales había un político del partido popular austriaco, han debido de resistirse, de manera que ha habido que llamar también a la policía para que les convenciese de que no era el momento ni el sitio para captar adeptos.
Mientras la policía hacía acto de presencia o no lo hacía, una aguerrida pensionista austriaca se ha enfrentado con uno de los de la molesta comitiva. Y ya se sabe cómo son estas cosas: nada más temible que una pensionista desencadenada.
Mientras del cielo caía plomo derretido, la pensionista y el político, se conoce que se han mentado la partida de nacimiento de los tatarabuelos (y, sin duda, han mencionado la presunta falta de castidad de las madres respectivas).
La cosa ha tomado tal cariz que el político popular, con los sesos igual de calientes que un grupo de adolescentes en un concierto de las Sex Bomb, le ha dicho a la pensionista:
-Los viejos merecen todos que los lleven a una cámara de gas.
Uno se imagina que, después de la mención de la cámara de gas, se ha debido de hacer un silencio, antes de que la discusión siguiera por sus derroteros.
El caso es que el dicterio del político (un joven militante de treinta años) ha llegado a oídos de la dirección de su partido, la cual dirección le ha echado a la calle sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, al tiempo que calificaba el incidente de intolerable.
Sin duda, el hombre, una vez se haya puesto a la sombra, se habrá dado cuenta de que ha destrozado para siempre su carrera política. Quizá ahora estará con la cabeza metida debajo de la almohada, lamentándose de las palabras que el calor le hizo soltar.
Si aquí se quedara la cosa, no sería tan malo para el ex militante del ÖVP, pero es posible que con su exabrupto haya incurrido en responsabilidad penal. Eso le queda dilucidarlo a la policía.
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