Parlamento austriaco

Un peligro para la seguridad nacional (1)

Parlamento austriaco

Hace cinco años se produjo en Austria un hecho inédito en las democracias europeas. Un auténtico agujero de seguridad.

29 de Agosto.- En los últimos tiempos, desde varias instancias, se han escuchado voces de diverso peso que han afirmado que Herbert Kickl, el jefe de la extrema derecha austriaca, “es un peligro para la seguridad del país”.

Este diagnóstico suele ir seguido de un significativo silencio, como diciendo “usted ya sabe a lo que me refiero”. Un silencio que nadie quiere rellenar pero que los iniciados saben (o intuyen) que se refiere a uno de los agujeros más grandes en la línea de flotación del Estado austriaco desde que el mayor Redl le vendió a los servicios secretos rusos los planes de batalla del ejército austro-húngaro antes de la primera guerra mundial, para poder seguir dándose la vida padre con sus amantes.

Y de eso hablamos, de los servicios secretos.

Siendo Herbert Kickl ministro del interior se produjo un hecho inaudito en cualquier Estado moderno. En el curso de una acción de harakiri que aún hoy resulta extremadamente confusa y liosa, el Ministro del Interior, el mismo Herbert Kickl, dinamitó la cúpula de los servicios secretos austriacos y prácticamente retransmitió la operación en directo.

Los acontecimientos de los que hoy hablaremos desataron la perplejidad del país (y de gran parte de las cancillerías europeas) el 28 de Febrero de 2018.

Sin embargo, se pueden rastrear los antecedentes de esta cuestión hasta el verano de 2017. En aquel momento, varios de los principales medios austriacos recibieron un paquete con un escrito de 39 páginas. En el documento, de autoría (hasta hoy) desconocida, se hacían gravísimas acusaciones contra los servicios secretos austriacos (entonces conocidos aún como BVT).

En Octubre de 2017, los equipos de investigación combinados del diario Der Standard y de la revista Profil publicaron que tenían pruebas de que los servicios secretos austriacos habían estado dando pasaportes en blanco a espías de Corea del Sur para que pudieran pasar bajo identidad supuesta a Corea del Norte.

El 18 de Diciembre de 2017, Herbert Kickl juró su cargo como Ministro del Interior. Se trataba de una de las condiciones (sin duda, una de las más polémicas) que la extrema derecha había puesto para convertir a Sebastian Kurz en canciller. Desde el sillón de Ministro del Interior, Herbert Kickl tenía en sus manos a la policía (un cuerpo tradicionalmente muy afín a la extrema derecha) y los servicios secretos. Nótese que una parte no pequeña de las actividades de los servicios secretos austriacos se centran en el control de los grupos de extrema derecha radical. Se considera (y acontecimientos sucedidos este verano parecen probarlo) que los dos peligros para la estabilidad de Austria y la seguridad de sus habitantes vienen de dos sitios: el terrorismo de extrema derecha y el islamismo radical.

Como secretario general, el nuevo ministro nombró, como no podía ser de otra manera, a una persona de su confianza, Peter Goldgruber. Ruego al lector que se quede con este nombre, que será parte de nuestra historia.

Tras las fiestas de navidad, en enero de 2018, el entonces director de los servicios secretos austriacos, Peter Gridling, fue confirmado en su cargo por su la persona a la que tenía que rendir cuentas en último término. Esto es, el Ministro del Interior Kickl.

Gridling llevaba en esos momentos casi una década en el cargo y había pasado a ser considerado primero, afín al SPÖ y,después, afín al ÖVP. Aunque es probable que, en realidad, Gridling sea una de esas personas de las que se podría decir lo que sus compañeros de armas decían de Franco. Aquello de “Franquito es un cuquito que va a lo suyito”.

Poco le duró la calma a Gridling. Algo más de un mes de ser confirmado en su cargo, el día 28 de febrero de marras la policía irrumpió en la sede de los servicios secretos austriacos y en diversas viviendas particulares en toda Viena. Iban equipados, como es preceptivo, de una orden judicial que se derivaba de una denuncia interpuesta por el secretario general del Ministro del Interior, o sea, por el ya mencionado Peter Goldgruber.

En el curso de esta acción y a pesar de que, en un principio, hubo un desmentido por parte del Ministerio del Interior, se confiscaron enormes cantidades de datos. Entre ellos estaban listas de agentes infiltrados en la escena neonazi, así como datos referidos a la plataforma Unzensuriert, que pasa por ser el boletín oficioso de la extrema derecha austriaca y que había estado hasta 2017 bajo la dirección de otro fiel de Kickl, Alexander Höferl.

Esta operación tuvo consecuencias drásticas para la seguridad nacional austriaca.

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