Florian Teichtmeister condenado a dos años de prisión condicional

El actor Florian Teichtmeister, acusado de posesión y producción de pornografía infantil, ha escuchado su sentencia. Otras ramificaciones son pertinentes.

5 de Septiembre.- Hace algunos meses salió a la luz que Florian Teichtmeister, uno de los actores más famosos (y más prestigiosos) de Austria había sido acusado de pedofilia. Por casualidad, su novia de entonces había encontrado en su teléfono móvil diverso material pornográfico de carácter pedófilo y le había denunciado a la policía.

Meses antes de que el caso saliera a la luz pública, coincidiendo con la fijación de la fecha para el juicio, la policía había tomado cartas en el asunto, requisado abundante material incriminatorio, que incluía no solamente imágenes pedófilas obtenidas de internet, sino también material producido por el propio Teichtmeister, e instruido el caso correspondiente. Teichtmeister, entre tanto, había empezado una terapia psiquiátrica y un proceso de desintoxicación porque, además de pedófilo, era adicto a la cocaína.

El caso levantó un considerable escándalo y se procedió a la cancelación de Teichtmeister en todas las áreas del espectáculo austriaco en las que estaba involucrado. Se le expulsó del Burgteather, se dejaron de emitir telefilmes o series en las que hubiera trabajado e incluso el proceso afectó a la carrera comercial de la película “Corsage” en la que Teichtmeister desempeña el papel del emperador Francisco José.

Hoy el caso ha sido visto para sentencia, y se ha conocido la condena de Teichmeister. La vista ha sido muy cruda. Se han leido diversos textos obtenidos del material incriminatorio intervenido al ex actor, de contenido sádico.

El actor ha explicado que hace veinte años que desarrolló una adicción a la pornografía que pronto fue evolucionando hacia una atracción morbosa por las “lolitas”. Durante la pandemia, Teichtmeister perdió el control no solo de su adicción a la pornografía infantil sino a las drogas. El ex actor, confinado como todo el mundo, consumía 3 gramos de cocaína diarios (al parecer, mucho, personalmente no puedo juzgar).

Los peritos psiquiátricos han dicho que Teichtmeister padece un trastorno grave y duradero pero que la terapia ha traido “progresos indudables”, lo cual justifica que el ex actor tenga que someterse a terapia pero que su ingreso en prisión sea condicional. De la evaluación de los progresos de esta terapia dependerá una evaluación futura de la peligrosidad de Teichtmeister.

El juez ha preguntado al hasta ahora actor cómo ve su futuro. Él ha explicado que se ha sometido a terapia y a un proceso de desintoxicación, que está “limpio” y que tiene permiso para trabajar. Que no pretende volver a los escenarios -su carrera está arruinada para siempre- pero que tiene otra formación con la que ganarse la vida.

Finalmente, ha sido condenado a dos años de prisión condicional y a la obligación de realizar terapia forense.

LA PIZZERIA DE WASHINGTON, EL BAR ESPAÑA Y UCRANIA

La crónica de este proceso no estaría completa sin contar que, durante los últimos meses, principalmente desde medios cercanos a la extrema derecha, Florian Teichtmeister ha sido sometido a un linchamiento que ha continuado hoy a las puertas del juzgado. El domingo, por ejemplo, fue convocada una manifestación en donde la turba llevó un cadalso con el nombre de Teichtmeister y, al conocerse la sentencia, diversos políticos del FPÖ han lamentado la supuesta levedad del castigo. Incluso, vía redes sociales, en X (antes Twitter) han llamado a “tomarse la justicia por la mano” (selbsjustiz) con comentarios del tipo “ante veredictos así, que nadie se extrañe de que en el futuro la gente se tome la justicia por la mano”.

Y es aquí en donde a mí me parece que el caso Teichtmeister se vuelve interesante. Me explico.

Si Florian Teichtmeister no hubiera sido una figura de relevancia pública, su caso hubiera sido uno más y probablemente no hubiera merecido la atención de la extrema derecha. Sin embargo, al ser el ex actor una figura prominente, ha activado una de las teorías de la conspiración más persistentes desde, por lo menos, principios de los noventa del siglo pasado, aunque posiblemente desde antes aún. El esquema general es el de una élite que, con la complicidad de la justicia, utiliza su posición para aprovecharse sexualmente de niños que, una vez “usados”, “desaparecen”.

Este esquema se ha presentado bajo diversos esquemas y constelaciones a los dos lados del Atlántico. El grupo Q-Anon en los Estados Unidos difundió una teoría en el que diversas personalidades de izquierdas estadounidenses, afines a la candidata Hillary Clinton, utilizaban una pizzeria de Washington para sus actividades pedófilas. Al principio, se trataba solamente de explotación sexual, pero después esta teoría conspiranoica se ramificó y mutó en que los supuestos miembros de la élite mataban a los niños para robarles un determinado compuesto para mantener su juventud.

En España, y siguiendo un esquema prácticamente idéntico, apareció antes de internet el famoso caso “Bar España”. Según este bulo, en Benicarló había un bar en el que diversas personalidades daban rienda suelta a sus fantasías sexuales. Durante la investigación del caso de las niñas de Alcasser, el caso Bar España cobró nueva vida.

En diversos foros conspiranoicos, afines a la extrema derecha, también la invasión de Ucrania se justifica de manera parecida. Según esta ramificación de esta teoría, Ucrania sería el país en donde las élites mundiales se abastecen de niños para sus perversiones y para robar compuestos con los que mantenerse jóvenes.

La invasión sería un intento de la Santa Rusia, con Vladímir Putin al mando, de velar por esa infancia desprotegida frente a las asechanzas de ese occidente corrupto.

Ni que decir tiene que todas estas teorías no tienen ni un gramo de verdad. Sin embargo, el caso Teichmeister es interpretado por los conspiranoicos en el sentido de que el ex actor es parte de esa élite que ellos creen que existe.

Todos los comentarios de los políticos ultras en redes están dirigidos, intencionadamente, a esos grupos que se mueven en las cloacas de Telegram y en oscuros grupos privados.


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