Mercado de libros en Lemberg

Nuestro vecino el Nobel

Mercado de libros en Lemberg

Hoy se ha fallado el Nobel de literatura y, como en la lotería de navidad, en Austria nos ha tocado la pedrea.

5 de Octubre.- Supongo que cuando los señores de la Academia Sueca (¿Hay señoras? Habrá que investigar) cuando los señores, decía, le dieron el premio Nobel de Literatura a Camilo José Cela, en el resto del mundo que no era España tuvieron que tener una sensación de perplejidad parecida a la que hemos tenido todos hoy cuando le han dado el premio a Jon Fosse.

Claro, nosotros, los españoles, sabíamos muchas cosas de Don Camilo. Básicamente porque nos las había contado Don Camilo en incontables entrevistas para la televisión y la prensa. Sabíamos, por ejemplo, de la habilidad del premiado para absorber cantidades ingentes de agua por vía anal (una información que muchas personas quizá no hubiéramos necesitado saber, para evitarnos la visión y el bajonazo subsiguiente, fundamentalmente). También sabíamos que era de Iria Flavia, localidad gallega en donde hoy se encuentra su fundación. De hecho, años más tarde, cuando Camilo José Cela, el pobre, dejó de comer gachas (vaya, que se murió) supimos que sus últimas palabras habían sido para esta pintoresca población (agonizante, el Nobel gritó “!Viva Iria Flavia!” yo espero que, en mi última cama, no me dé por gritar “!Viva San Sebastián de los Reyes!” más que nada porque es muy largo y porque quisiera dejar mi último suspiro para mis seres queridos). Sabíamos que estaba casado con Marina Castaño, esa señora tan fina. Y las malas lenguas (esto no se dijo cuando le dieron el Nobel, claro) aseguraban (con razón) que había sido censor.

Sin embargo, en el resto del mundo, ya digo, se les debió de quedar cara de “?”, con el agravante de que, en aquel entonces, no había ni internet ni Wikipedia en donde buscar las cosas en un momento.

Por suerte, las ciencias adelantan. Y hoy hemos sabido muchas cosas de Jon Fosse, el nóvel Nobel. Por ejemplo que empezó a escribir después de tener, de chico, una experiencia cercana a la muerte. Y también sabemos que se ha bebido lo que no está en sus escritos, porque se define a sí mismo como ex alcohólico (qué bien que el hombre haya conseguido curarse de su enfermedad). Y también hemos sabido que se ha convertido al catolicismo después de ser cuáquero (esperemos que no le haya dado por las intensidades que suelen aquejar a los conversos y vaya más en la línea del papa Paco, que es un hombre razonable). Hemos sabido también que Jon Fosse debe de ser, se conoce, el Camilo José Cela de Noruega. O sea que el pobre va por la calle y no le dejan avanzar.

-Jon Fosse! Fírmame un libro, que eres más guapo que un fiordo, carita de vikingo!

-Jon Fosse! Vaya tocho tuyo que me he tenido que leer en el “tuto”, !A ver si haces los libros más cortos, jopeta! Ten piedad de los bachilleres!

-Jon Fosse!…

Y así.

Y también hemos sabido que en Noruega existe la tradición de que el mismísimo rey de Noruega (Harald, el padre de Haakon, el suegro de Mette Marit) le ceda una casa al artista más importante del país y que ese artista es Jon Fosse. Imagínese usted, querido lector, la de guantazos que habría en otro país menos civilizado que Noruega si existiese dicha tradición. La de ponerle, pongamos por caso, un piso en la Gran Vía madrileña al escritor más insigne de España. Habría sablazos y cuchilladas, como en el siglo de oro. Ganaría, claro, Pérez Reverte, que para eso ha estado en guerras.

Y por último, como ya se encarga de advertirnos la página de güikipedia correspondiente, nos hemos enterado de que Jon Fosse vive !Tacháaaaaan! En Austria. Más concretamente en Hainburg an der Donau, en Baja Austria, un lugar maravilloso y requeteprecioso por el que yo estuve paseando el último día del año 2022.

Dígame usted si no es una cosa pintiparada, una corazonada la que yo tuve, al caminar a la orilla del Danubio a su paso por esta localidad a la que le ha caído el Nobel.

No se sabe, por cierto, que Esta Pequeña República vaya a condecorar así a bote pronto a Jon Fosse, como sí hizo ya la república francesa, concediéndole la orden del mérito.

 

Impresiones de Hainburg, localidad de Baja Austria en donde vive Jon Fosse.

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