Poca broma con el FPÖ

Un periodista de la ORF fue atacado en el marco de un evento del FPÖ. La extrema derecha no se lleva bien con el humor.

7 de Octubre.- A estas alturas es un lugar común afirmar que, a falta de mayores profundidades ideológicas, la estrategia de la ultraderecha se basa en una comunicación y una propaganda medidas al milímetro. Igual que el político español Julio Anguita no cesaba de repetir “programa, programa, programa”, en el caso del FPÖ se podría decir “mensaje, mensaje, mensaje”. Mientras los demás partidos se esfuerzan en responder a todas las preguntas y en abarcar muchos temas, en el FPÖ los argumentarios se depuran para hablar en cada momento, como mucho, de cuatro ideas, repetidas hasta la saciedad. Su comunicación, siguiendo la doctrina de Goebbels, está diseñada para llegar al receptor de menor formación, al menos sofisticado intelectualmente. Suele basarse en construcciones lingüísticas muy rudimentarias y muy simples, hechas para pegarse a las meninges como un gingle publicitario.

En alemán esto es bastante fácil porque el idioma permite parir muchos neologismos por yuxtaposición.

Un ejemplo muy claro es la palabra “Festung” (fortaleza, en el sentido de recinto amurallado).

La cosa empezó con una campaña sobre el cierre de fronteras a la inmigración (toda la inmigración para el FPÖ es, por principio, si no ilegal, sospechosa de serlo). En un primer estadio, Austria se llenó de carteles con la foto de Herbert Kickl y el eslogan “Festung Österreich” que recordaba naturalmente (y de manera absolutamente intencionada) al eslogan hitleriano de “Alpenfestung”, la fortaleza de los Alpes en donde quedaron las zurrapas del tercer Reich. Tras esta primera “Festung” llegaron otras, como por egemplo la “Festung Bargeld” la petición legislativa popular que pedía que se anclase el dinero en efectivo en la constitución austriaca y que procedía, como ya expliqué, de una famosa teoría conspiranoica nacida de la “alt right” norteamericana.

Otra palabra que el FPÖ suele utilizar últimamente para crear conceptos es “wahn” en el sentido de “locura” o “descontrol”. En la propaganda ultra se habla de “genderwahn” por ejemplo, “la locura de (la ideología de) género” en contraposición con el rígido y reaccionario reparto de papeles que el esquema ultra de la realidad reserva para los sexos.

Se trata de un mensaje muy trabajado, muy sólido, sin fisuras y controlado de una manera centralizada. Un mensaje que, de manera muy profesional, circula por los canales de difusión del FPÖ, que funcionan también mediante un mecanismo muy engrasado. Vallas publicitarias, miles de inserciones en las redes sociales y, por último, apariciones personales muy medidas de Herbert Kickl en eventos creados ad hoc, en el marco de manifestaciones culturales tradicionales como la Oktoberfest.

En una estrategia así no cabe el humor, porque el humor aparece cuando nos salimos de un marco mental determinado, que es precisamente lo que no quiere la propaganda del FPÖ que hagamos. Se toman muchísimo trabajo en crear para sus seguidores un marco mental del que sea imposible salir y lo defienden, como ha quedado demostrado, incluso con la violencia. Por ejemplo etiquetando a los medios serios como “mainstream” y a los abrevaderos de propaganda del partido como “medios alternativos” (le sonarán al lector los “hechos alternativos” de Trump).

Peter Klien es un cómico de la ORF especializado en hacer entrevistas absurdas. Se emiten en el programa satírico “Gute Nacht Österreich”. Hace lo que más teme el FPÖ, mediante el procedimiento de llevar al extremo un determinado marco mental, lo rompe, al hacer notar que es absurdo. Su humor es un poco parecido al que practicaba Ramón Arangüena al principio de su carrera, cuando le preguntaba a todos sus entrevistados por “la agria polémica que habían mantenido con Iñaki Gabilondo” o “el follonero” en el programa de Buenafuente.

Hace unos días, Peter Klien fue a la carpa del FPÖ en la Oktoberfest en Hartberg, con la intención de hacerle una entrevista absurda a Herbert Kickl. Como casi todo el mundo sabe, Kickl fue compañero de colegio de Eva Glawischnig, ex de Los Verdes y, en su momento, archienemiga política del FPÖ. Hace unos días, Kickl y Glawsichnig (que ahora trabaja para Casinos Austria, si no recuerdo mal) se encontraron y las cámara los grabaron dándose un cordial beso.

Peter Klien intentó preguntar por ese beso y un guardaespaldas de Kickl lo apartó de un manotazo, ante la mirada despreciativa de su jefe. Klien intentó acercarse de nuevo y el guardaespaldas, incapaz de soportar la ruptura del marco mental de la extrema derecha por parte de Klien, que demostraba fehacientemente que toda la parafernalia ultra es un teatro como el de los títeres de cachiporra, en donde los archienemigos de hoy son los amiguetes de mañana, le agarró violentamente cogiéndole por el cogote y le apartó de Kickl al tiempo que le decía “Desaparece. Aquí no te quiere nadie”.

Klien, en el vídeo, dice “el canciller del pueblo (por Kickl, al que las viejas ultras más cursis llaman así) no quiere hablar con el pueblo”.

El ataque ha sido condenado no solo por el consejo de redacción de la ORF, sino también por diferentes asociaciones periodísticas.

En el FPÖ dicen que Klien entró sin permiso en áreas en donde no estaba autorizada la presencia de la prensa.

 

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