Después de la caida

El que fue uno de los hombres más poderosos de Austria ha muerto esta madrugada en circunstancias aún algo confusas.

20 de Octubre.- Esta noche pasada, en algún lugar de Baja Austria, la policía detuvo a un caballero que conducía en el sentido incorrecto y que presentaba evidentes muestras de embriaguez. En fotos recientes, el hombre presenta el típico aspecto de pijo vienés. Delgado, traje “slim fit” y un rictus algo amargo en la boca. Esta noche pasada, sin embargo, quizá iba vestido de manera más informal. Sea como fuere, al ver que no estaba en condiciones de ponerse al volante (o, peor, al ver que reunía las condiciones necesarias para provocar un accidente y llevarse por delante la vida de una persona inocente) los agentes le quitaron el carné de conducir. Al cabo de un rato, alguien recogió al borracho del lugar en donde le había detenido la policía. Algunas horas después, el borracho fue encontrado muerto, sin que a estas horas se sepan las circunstancias concretas del fallecimiento.

El hombre que ha muerto de manera tan oscura y, si bien se mira, tan novelesca, fue en vida un hombre muy importante, que saboreó el poder, lo gozó con voluptuosidad y, naturalmente, lo utilizó profusamente. Se llamaba Christian Pilnacek y, durante casi quince años, en el Ministerio de Justicia no se movió un clip sin que él lo supiera y sin que él diera su aprobación.

Pilnacek pasaba por ser uno de los fontaneros más eficaces y más inteligentes de esta República. La política es así: los que tienen vocación de figurar, aparecen en los carteles fingiendo los rituales del poder, pero la gente como Christian Pilnacek son los que, en el día a día, se enfrentan a la compleja maquinaria del Estado.

Su carrera fue rápida.

A los treinta y cinco, era juez en Korneuburg. Poco más tarde, pasó al Ministerio para convertirse en uno de los mayores expertos legales en Austria. De su mano salió la actual ley de enjuiciamiento austriaca, que entró en vigor en el año 2008. El nuevo ordenamiento puso patas arriba los procedimientos que se habían seguido hasta entonces. Los jueces de investigación que hasta entonces eran comunes fueron eliminados y las fiscalías (las cuales, más tarde, contribuirían y no poco a que la vida de Pilnacek fuera más problemática) fueron hechas responsables de la investigación de los casos. La reforma también fortaleció los derechos de las víctimas y de los acusados.

En 2010, Pilnacek fue puesto a la cabeza de una “Supersección” del Ministerio y dirigió los apartados de logística y de causas criminales individuales. Desde su confortable despacho de Viena, Pilnacek controlaba las fiscalías locales, las cuatro fiscalías superiores y la WKSta, la fiscalía de corrupción y delitos económicos. Entre febrero de 2018 y mayo de 2019 (cuando Kurz gobernaba con la extrema derecha) Pilnacek fue además secretario de Estado de Justicia. El funcionario de mayor rango dentro del Ministerio, solo por debajo del mismo ministro. Pasaba por ser la correa de transmisión entre el ÖVP, en donde tenía muy buenos contactos, y el propio Ministerio de Justicia y su gigantesca maquinaria.

Como en una novela, este pico de su poder también marcó el principio de su caída. En abril de 2019, justo antes de que reventase el escándalo de Ibiza, empezaron los conflictos entre Pilnacek y la fiscalía anticorrupción, a cuenta del escándalo de los Eurofighters. La cosa degeneró en un muy poco edificante intercambio de golpes entre la fiscalía anticorrupción y el propio Pilnacek.

Para la primavera de 2020, con la nueva coalición en el poder, la Ministra de Justicia, Alma Zadic, decidió trocear la “supersección” y quitarle a Pinacek algo del poder que le hacía tan ingobernable (como potencialmente peligroso). A Christian Pilnacek le tocó la parte de logística, lo que él vio como una humillación. A pesar de todo, los verdes continuaron haciendo uso de la experiencia y los conocimientos de Pilnacek.

En la primavera de 2021, la fiscalía anticorrupción confiscó el móvil de Pilnacek, al tener la sospecha de que había faltado al sigilo administrativo. Fue suspendido de sus funciones y entró en un tortuoso camino procesal del que, hasta ayer, se había saldado con absoluciones y solo con algunas multas.

Aparte de su innegable ambición profesional y de sus enciclopédicos conocimientos jurídicos, Christian Pilnacek era, según parece, un hombre con un gran sentido del humor y un gran don de gentes. Deja viuda y tres hijos adultos de un matrimonio anterior.


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