En Austria, si la tortilla se diera la vuelta, tendríamos otra princesa Leonor. Aquí algunas consideraciones sobre la tortuosa sucesión austriaca.
31 de Octubre.- Hoy se ha celebrado el acto solemne por el cual la hija de los reyes Don Felipe y Doña Letizia, doña Leonor, ha jurado la Constitución ante el pleno de las dos cámaras que forman el Parlamento español. Nuestra futura reina parece muy buena chica pero, como es lógico en una persona de su edad, es una incógnita y, aunque la cosa pinta bien, solo el futuro sabe lo que le aguarda.
Según las leyes de sucesión de la monarquía española, hereda “la empresa” el hijo mayor de los reyes y, si hay varios hijos, el varón predomina sobre la mujer. Por eso (y, visto lo visto, por suerte) llegó el rey Felipe a rey. Porque, de los tres hijos de los reyes jubilados, aunque era el pequeño, él era el chico.
En la siguiente generación, los Reyes nuestros señores, cuando todavía eran príncipes, encargaron un primer vástago que, como ha sido evidente en el Parlamento, les salió “vástaga” y luego, por aquello de tener repuesto, llamaron a la cigüeña una segunda vez, y también salió “vástaga”. Ante el peligro de que a la tercera pudiera salir un chico, y se conoce que para evitar peleas domésticas, cerraron la fábrica de baile.
En Austria ha habido una llamativa falta de reinas (o, más propiamente, de “emperaoras”).
Se podría argumentar que como la última les salió tan buena (Maria Teresa) no han querido repetir por no estropear este buen recuerdo. Sin embargo, la explicación no es tan fácil. Austria no ha tenido una heredera desde el siglo XVIII (Maria Teresa, ya digo) y el actual pretendiente al trono austriaco, Karl von Habsburg, aparte de ser un hombre cis con toda la barba, no parece que vaya nunca a mudarse al Hofburg de manera que tampoco es probable que reine nunca su hija mayor que, lo que son las cosas, también se llama Leonor (más abajo hablaremos de ella).
UNA CORONA PASA DE TÍOS A SOBRINOS
La dinastía Habsburgo está en Austria fuera de servicio, pero merece la pena recordar cómo fue la tortuosa sucesión de los últimos “emperaores” austriacos.
Antes de entrar en más detalles hay que contar que, en la monarquía austriaca, regía la ley sálica, que impide gobernar a las mujeres.
Aquellos de mis lectores que hayan visto las pelis de Sissi, se acordarán de que el emperador Paco Pepe era hijo del archiduque Franz Karl (aquel señor bastante sordo y no muy claro de entendederas) que estaba casado con la archiduquesa Sofía de Baviera. A pesar de la propensión de las mujeres de la familia a los embarazos fallidos (lo que se llamaba en la época fausse couche) Sofía se las arregló para traer al mundo a cuatro archiduques como cuatro soles (bueno, o así). El mayor fue el emperador Francisco José. Los otros tres hermanos (quédese el lector con los nombres) se llamaban Carlos Luis, Ludwig (conocido como Luzi Wuzi) y Otto, el pequeño.
Luzi Wuzi murió sin descendencia, porque a él lo que le gustaban eran los legionarios (en su época fue muy incomprendido por esta circunstancia y se llevó incluso algún que otro pescozón por intentar meterle mano a quien no debía).
Sissi y Francisco José tuvieron un hijo (Rudolf) y dos hijas que llegaron a adultas (Gisela y Marie Valerie). El archiduque Rudolf se mató en Mayerling (y si no se hubiera matado se hubiera muerto de manera natural porque estaba enfermo de sífilis). Si hubiera llevado una vida sana y no hubiera metido la pichulina en donde no debía, a pesar de ser el pequeño Rodolfo hubiera sido el heredero natural del trono de los Habsburgo. Como se murió, hubo que buscar recambio.
MUERTO EL SOBRINO, ENTRA EN ESCENA EL TÍO
El siguiente heredero disponible era Franz Ferdinand, sobrino del emperador Paco Pepe, hijo de su hermano Carlos Luis. Franz Ferdinand, un hombre colérico y de ojos saltones, se casó con una señora que no era princesa (pero era persona, que hubiera dicho Sabina), Sofía Chotek. Lo que, en lenguaje técnico, se llama un “matrimonio morganático”. Para que no hubiera Choteks sentados en el trono de los Habsburgo, se le hizo firmar un documento por el cual renunciaba a que sus hijos con Sofía Chotek pudieran heredar el trono de la monarquía austro-húngara.
Como todo el mundo sabe, en 1914, durante un viaje a Sarajevo, Franz Ferdinand fue asesinado por Gavrilo Princip, precipitando así el principio de la primera guerra mundial. Este no fue el único desperfecto, sino que también, por enésima vez, se quedó la monarquía sin heredero y hubo que buscar a otro.
Se acudió a la descendencia del otro de los hermanos del emperador Paco Pepe, el pequeño, Otto, cuyo hijo mayor, Karl, terminó siendo el que apagó la luz y cerró la puerta de la dinastía Habsburgo como casa reinante. El hoy beato de la Iglesia católica, antes de morir a los 32 años (no somos nadie) tuvo un hijo, también Otto y este, a su vez, otro, que es el pretendiente actual, Karl von Habsburg, que fue yerno (lo que son las cosas) del barón Thyssen y “yernastro” por tanto, de Tita Cervera.
LA OTRA LEONOR
Efectivamente, si Austria volviera a ser una monarquía, la china de jurar la “Consti” le tocaría a Leonor de Habsburgo-Lorena Thyssen, hija de Otto, el pretendiente, y de “Paquita von Thysen” una de las hijas de Heini, el famoso coleccionista de arte.
Leonor de Habsburgo se dedica ser “mocatriz” y al diseño de joyas (si bien se mira, una educación muy propia de una princesa. Está casada con Jerome d´Ambrosio, un piloto de automovilismo con pinta de príncipe Disney y tienen un hijo de dos añitos.
No parece, en cualquier caso, que la Leo, la hija de la Paqui, eche mucho de menos ser princesa (forrada está igual, así que el resultado es el mismo).
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