Amnistía es la palabra de moda. En Austria, aunque no sea una figura incluida en su legislación, es parte de su historia reciente.
13 de Noviembre.- Ayer por la noche estuve viendo las noticias de la ORF. La redacción de la televisión pública austriaca consideró que, de todas las cosas que pasaron ayer en el mundo, la segunda en importancia, después de la guerra que está dejando tantos miles de muertos en Oriente Próximo, eran las manifestaciones convocadas ayer por el Partido Popular español para protestar contra la amnistía.
Como uno es un ciudadano responsable -y tiene aspirinas en casa- ha decidido embaularse el farragoso texto de la ley, que han publicado los medios españoles. Está redactado como es esperable de una ley (o sea, de manera pedregosa y laberíntica).
Yo he avanzado trabajosamente por las primeras páginas y cuál no ha sido mi sorpresa cuando en la exposición de motivos !Cataplás! Allí estaba Esta Pequeña República mencionada negro sobre blanco.
Y es que, aunque la amnistía, como tal, no está regulada en el ordenamiento jurídico austriaco -como, por otra parte es lógico- sí que se han promulgado por lo menos dos bastante…Bueno, delicadas. Y fueron delicadas porque estuvieron relacionadas con el nazismo y sus crímenes.
Situémonos: en el frío mes de abril de 1945, con la Heldenplatz sembrada de patatas y los muertos soviéticos bajo lo que hoy es el Volksgarten, capituló el “tercer Reich” y el Gobierno de Austria fue “intervenido” diríamos hoy, por las potencias vencedoras.
Empezó el llamado proceso de desnazificación. O sea, y en diferentes fases, el proceso de buscar, detener y juzgar a todos aquellos que hubieran tenido un papel durante la siniestra dictadura nazi.
Por no hacer el cuento demasiado largo, entre abril de 1945 y mayo de 1948, se procedió con notable contundencia a la búsqueda, detención y procesamiento de todos aquellos que se habían beneficiado del nazismo. Al principio, fueron los propios aliados los encargados de la limpieza. Luego, cuando se formó el primer Gobierno austriaco, ese ejecutivo también participó en la persecución. Fue importante también dotar a esas fuerzas justicieras de los instrumentos legales necesarios (instrumentos que, por cierto, siguen hoy en vigor). El más famoso es la Verbotsgesetz, o ley de prohibición del propio partido nazi, de sus organizaciones “colgandeiras” y del uso de sus símbolos (la esvástica, por ejemplo) fuera de ámbitos museísticos, espectáculos históricos y cosas así.
Durante esos tres años, la desnazificación fue razonablemente exhaustiva. Un auténtico fenómeno de masas. Más de diezmil personas fueron procesadas en los llamados “tribunales del pueblo”.
Pero en 1948, amigo mío, la cosa cambió. El mundo había cambiado también. La guerra fría acababa de empezar y los aliados tenían otras prioridades. Además, alguien descubrió que, si enchironaban a todos aquellos que, de cerca o de lejos, hubieran tenido algo que ver con el nazismo, no quedaría gente que dirigiera las empresas, que trabajara en las oficinas o que se presentara a alcalde de Valdeajosporren, por ejemplo. El Gobierno austriaco empezó entonces a hacer campaña para que las penas por nazismo tuvieran una limitación temporal. La Unión Soviética entonces propuso una primera amnistía “para los menos incriminados” (o sea, para los nazis, pero poquito). Afectó, atención al noventa por ciento de los encausados en aquellos primeros tres años. Fue el fin de la desnazificación como fenómeno de masas y garantizó un fenómeno muy común en la Austria de posguerra. Esto es que un enorme número de gente aborrecible, no solo simpatizantes, sino también nazis duros que habían cometido crímenes durante la dictadura hitleriana, muriese tranquilamente en su camita en los años ochenta y noventa, e incluso a principios de este siglo.
Entre 1948 y 1955, de una manera muy austriaca, se mantuvieron las apariencias y se siguió persiguiendo (aunque mucho menos) a los nazis. Era un “si hay que ir se va, pero ir pa ná es tontería”. Pero en el momento en el que los aliados se marcharon de Austria y los austriacos se quedaron encerrados con un solo juguete, se acabó lo que se daba. El mismo año 1955 se abolieron los tribunales especiales (los tribunales populares) y se transfirió la investigación de los crímenes del nazismo a la jurisdicción ordinaria.
En 1957 una gran coalición de socialdemócratas y populares promulgó la segunda gran amnistía a consecuencia de la cual -es un efecto secundario típico de las amnistías- aumentó la tendencia a trivializar los crímenes del nazismo y el proceso de cubrir con un espeso manto de silencio los sucesos de aquellos años.
Cifras cantan. Antes de la amnistía de 1957 los aliados dictaron 13.607 sentencias condenatorias. En los veinte años siguientes, hasta 1977, se dictaron 18 sentencias condenatorias de un total de 39 juicios.
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