Dos hombres condenados a (no) entenderse

Armin Wolf entrevistó ayer por la noche a Sharuz Shalicar, portavoz del ejército israelí. Como era de esperar, se entendieron poco.

16 de Noviembre.- El día siete de octubre pasado, la organización terrorista Hamas, de signo islamista, entró en el territorio de Israel, mató a cientos de personas y secuestró a más de mil a las que todavía no ha liberado.

Aparte de un acto bárbaro fue, sin duda, un duro golpe al orgullo patriótico del Estado de Israel, el cual cuenta con una de las maquinarias militares mejor engrasadas del mundo, que invierte millones de dólares todos los años en sofisticados sistemas de defensa. Desde hace algunos años, además, el Estado de Israel pasa por algunos problemas internos y sus gobiernos parecen aquejados de una crónica inestabilidad.

El atentado terrorista de Hamas era, pues, lo único que faltaba para agravar una situación que era ya de por sí precaria.

Como sabemos todos, la reacción del gobierno israelí ha sido un ataque apisonadora sobre la franja de Gaza combinado, por cierto, con negociaciones secretas con la dirección de Hamás, negociaciones que, de momento, han dado como fruto la liberación de algunas decenas de rehenes.

De momento, el ataque del ejército israelí se ha saldado con una auténtica carnicería en la que han muerto miles de niños (muchos de ellos, verosimilmente, de hambre y de sed, porque Israel controla los suministros de la franja de Gaza y desde el principio ha cortado las entradas de agua potable y comida). Un millón y medio de personas han sido desplazadas por los combates y han tenido que abandonar sus casas y sus pertenencias para salvar su vida. La guerra, terrible como todas, es más terrible en este caso, porque Israel se niega en redondo a ceder a la presión de las numerosísimas voces de la comunidad internacional que piden que se proteja aunque sea de forma mínima a la población civil (entre ellas, la de Josep Borrell y la de Antonio Guterres o la de Enmanuel Macron, secretario general de la ONU).

La postura oficial de Israel es que esas voces que piden clemencia ignoran el sufrimiento de los israelíes, aunque es obvio para cualquier observador imparcial que no es así.

Dicho todo esto.

Ayer por la noche, Armin Wolf entrevistó a Sharuz Shalicar, portavoz del ejército israelí. Las preguntas fueron tan incisivas como suele ser el caso en el presentador de la ORF y las respuestas de Shalicar, cargadas de hidalga indignación, demostraron dos cosas: una, que no está nada acostumbrado a recibir críticas y dos, que para los europeos la guerra se ha convertido en una realidad ajena, ausente por suerte de nuestro territorio desde hará pronto ochenta años y, por lo tanto, difícil de entender.

Sobre todo si, como sucede en este caso, el combustible del conflicto es de carácter religioso.

Shalicar ve el proceder del ejército israelí como inevitable. Vino a decir que, si hay que atacar un hospital, porque se sospecha que los terroristas de Hamás están dentro, pues se ataca y andando.

Se puso de perfil cuando Armin Wolf le sacó el tema de los muertos del lado de la franja de Gaza. Aquí, Shalicar dijo que el ejército israelí solo recoge los datos de muertos, heridos y desaparecidos del lado de Israel.

Su respuesta fue totalmente lógica en un soldado. Un soldado no ve seres humanos al otro lado, sino enemigos. Si viera personas, su trabajo sería imposible, porque la guerra se basa en la deshumanización del enemigo.

Armin Wolf le preguntó al militar israelí por dos temas problemáticos. En primer lugar, hasta qué punto la respuesta del ejército israelí a los ataques del pasado día siete es “proporcional” y la segunda cuestión fue hasta qué punto esa respuesta es una “expedición punitiva” en el sentido clásico. O sea, un castigo indiscriminado.

También le preguntó por el millón y medio de desplazados.

Como era de esperar, ninguna de las preguntas le gustó a Shalicar, terminó la entrevista quejándose de que “Israel también estaba sufriendo una catástrofe humanitaria” y de que “Wolf no le había preguntado por los cohetes lanzados por Hamás”.

Wolf, que tiene ya, como suele decirse “el culo pelao” de entrevistar a gente incluso más coriácea que Shalikar, le puso en su sitio recordándole que estaba ahí en calidad de portavoz militar y que él tenía que preguntarle por cuestiones militares pero que, naturalmente, “podía mencionar él mismo los asuntos que quisiera”.

Shalicar le tomó la palabra, diciendo que las condiciones de Israel son que los terroristas se rindan y que entreguen a los rehenes (cosa que, por supuesto, todos sabemos que no van a hacer). También dijo que los terroristas tendrán el mismo destino que Eichmann (condenado a muerte y ejecutado en Israel después de haber sido secuestrado en Argentina) y que los terroristas de las olimpiadas de Munich en 1972. Que Israel ha aprendido de la historia “la necesidad de defenderse”.

Qué pereza de mundo, virgen santa.


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