Un incidente en el Parlamento de Burgenland ha demostrado hoy que, cuando uno piensa que lo ha visto todo, la ultraderecha tiene aún capacidad de sorprenderle.
17 de Noviembre.- Escribir Viena Directo es como decía la madre de Forest Gump, „como una caja de bombones, nunca sabes lo que te va a tocar“.
Yo quería hoy escribir un artículo sobre un tema amable, y la realidad me había dado una excusa. En el curso de una visita oficial a Moldavia, uno de los lugares más pobres de Europa y uno a los que el putín de Putin quiere hincarle el diente, el presidente Van der Bellen ha sido mordido por un perro. Más concretamente, por el perro de la presidenta moldava.
En vez de pasar por encima de la cuestión y no decir nada, el equipo de prensa del Presidente ha aprovechado la ocasión y ha grabado un video en el que el propio Van der Bellen, en tono jocoso, explicaba el incidente, disculpaba al pobre perro (sin duda nervioso porque había mucha gente desconocida alrededor) y acto seguido explicaba sus conversaciones con la presidenta moldava.
Desgraciadamente, mientras venía a casa, ha sucedido en el Parlamento regional de Eisenstadt, en Burgenland, un incidente absolutamente asqueroso, que demuestra que, cuando uno piensa que la extrema derecha ha alcanzado su fondo de abyección moral, sus políticos se las arreglan para hacer el pozo de lo inmoral más profundo.
En el transcurso de un debate en el Parlamento regional, el portavoz de los ultras, Johann Tschürtz, ha leido la lista los alumnos de una clase de la escuela primaria Otto Glöckel, de Wiener Neustadt. Veintiún nombres de niños cuyos apellidos, en muchos casos, dejaban adivinar lo que aquí se llama “migrationshintergrund” o sea, que sus padres no han nacido en Austria.
Después, ha dicho las siguientes, infamantes palabras, que traduzco aquí para los lectores de Viena Directo: “Esto es una clase en Wiener Neustadt, si esto os parece bien (a los diputados, que haya tantos niños con apellidos extranjeros) no tengo ningún problema con ello. Sí, bueno, pero si os parece bien, dejamos la cosa así. Nosotros (los ultraderechistas) decimos en todos los casos: los solicitantes de asilo que hayan cometido delitos deben ser deportados…”.
El escándalo que se ha montado en el Parlamento de Eisenstadt ha sido mayúsculo. Y con razón. En primer lugar, por la inmoralidad que supone utilizar a niños en un debate de estas características y relacionarlos en el mismo párrafo con convictos.
También porque la lectura de esa lista de alumnos que no es, en ningún caso, pública, supone una violación flagrante de todas las normas de protección de datos. Nadie sabe cómo el parlamentario ultra ha accedido a la lista famosa. La escuela, por supuesto, no ha tenido nada que ver.
Ni la directora de la escuela ni la directora de educación de Burgenland han entrado a valorar el vomitivo discurso del político.
Sí que lo ha hecho el concejal de educación de Wiener Neustadt, Philip Gruber, del ÖVP, que no ha ahorrado en calificativos:
“Citar el nombre de escolares inocentes en el mismo párrafo que el de criminales es escandaloso y no debe ser aceptado. Es necesaria una explicación de cómo el Sr. Tschürtz ha tenido acceso a la lista completa de una clase de una escuela primaria de nuestra ciudad, la cual, por buenas razones de protección de datos, está protegida. Como concejal de educación de la ciudad de Wiener Neustadt me opongo energicamente a que niños pequeños sean utilizados como calderilla en el debate político del más bajo nivel. Es lo peor de lo peor y no se debe tolerar. Justo cuando es bien sabido que nosotros, en la ciudad de Wiener Neustadt, desde hace años, con mucho éxito y de manera intensa, llevamos a cabo en nuestras escuelas un trabajo positivo de integración. Especialmente en la escuela en cuestión (se refiere a la escuela Otto Glöckel) se han implantado clases de refuerzo de alemán que, por buenas razones, han sido propagadas también por el FPÖ, estas clases tienen su origen en Wiener Neustadt”.
Y ha continuado:
“El clima en nuestras escuelas es positivo y tolerante y no vamos a dejar que nadie nos lo estropee, y menos alguien totalmente ignorante del asunto como un político de Burgenland. Espero una disculpa para las pedagogas y los pedagogos, para los padres y por supuesto para los y las escolares- !Deje a nuestros niños en paz, Sr. Tschürtz!”.
Los demás grupos políticos también han criticado duramente el proceder del parlamentario de Burgenland, calificándolo de asqueroso.
Chulescamente, el FPÖ se ha negado a revelar de dónde ha sacado los nombres de los veintiún niños y no ve ningún problema en hacerlos públicos siempre que se trate de un “debate por el bien de Austria”.
Voy a poner punto final a este artículo, tengo que ir a vomitar.
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